Hace unas semanas, por alguno de los cientos de canales que tiene la nueva televisión digital, pasaban una de esas películas épicas que dejaron huella en los 90. De aquellas que, sin ser una obra maestra, se han ganado la consideración de cine de culto para muchos de los que en aquellos años éramos todavía niños. De banda sonora espectacular y una actuación memorable del siempre mejorable Mel Gibson, la emblemática Braveheart se convirtió en un símbolo de libertad con la que muchos catalanes habrán podido empatizar. El actor encarnaba a William Wallace, un humilde escocés que hablaba muchos idiomas y aprendió a manejarse en el arte de la guerra. Astuto y valiente, lideró una rebelión bélica contra la tiranía del Reino de Inglaterra después de asistir al asesinato de su mujer a manos de la guardia inglesa del Rey Eduardo I.
El film, ganador del Óscar a mejor película en 1995, narra una guerra por la libertad de su país y recoge también una historia de traiciones. Robert Bruce, noble heredero al trono de Escocia, es uno de los personajes que fue empujado por su padre a traicionar a Wallace. Especialmente significativo es el sentimiento de culpa y arrepentimiento que sufre cuando se da cuenta de que ha traicionado sus ideales --combatir junto a Wallace por la libertad del pueblo escocés-- por obedecer los deseos de su padre, empeñado en conservar tierras, títulos nobiliarios y en guiar a su hijo a la corona. La moraleja vendría a ser que las riquezas no dan la felicidad, sino luchar por aquello que realmente deseas de corazón.
Mel Gibson encarna a William Wallace en 'Braveheart'
En estos tiempos de materialismo, no vendría mal que Xavi acuda a una película como Braveheart para aleccionar a algunos de sus jóvenes jugadores, tal y como hizo Pep Guardiola en su día con Gladiator. El ahora entrenador del Manchester City utilizó imágenes de la película de Ridley Scott para motivar a sus pupilos justo antes de la final de la Champions de 2009 y, según reconoció posteriormente, estuvo a punto de salir mal, ya que los jugadores saltaron al terreno de juego adormilados, aunque finalmente cuajaron una tremenda actuación que culminó en la tercera Champions de la historia culé. En el caso de Xavi, Braveheart no serviría tanto para motivarlos antes de un partido sino para hacerles entender el valor de formar parte de un proyecto de presente y futuro en el FC Barcelona.
La grandeza de jugar en el Barça
Es de alguna manera el mensaje que pretende transmitir Joan Laporta. Formar parte del Barça es algo muy grande y está muy por encima del salario. Los jugadores deben elegir si prefieren grandes sumas de dinero o si, de lo contrario, empatizan con la situación precaria del club y ponen en valor la posibilidad de formar parte de un proyecto ganador basado en un modelo de juego único en el mundo que apuesta por que los jugadores se lo pasen bien en el terreno de juego para ganar partidos y títulos. Una idea basada en la ilusión y el equipo como vía para alcanzar la felicidad colectiva. Lo hizo el Barça de Pep Guardiola y lo más parecido que hay ahora en Europa para repetir ese modelo de éxito es el Barça de Xavi Hernández.
Gavi y Dembelé, otros dos cracks del Barça pendientes de renovar su contrato / FCB
Tres jugadores del primer equipo, tres pilares indispensables para Xavi, como son Ousmane Dembelé, Ronald Araujo y el joven Gavi, son los que se debaten en estos momentos sobre renovar su vinculación con el club. Tienen la opción de hacer las maletas rumbo a Londres, Manchester o París a cambio de suculentas sumas de dinero para empezar una nueva etapa bajo un clima frío y gris, con un idioma que seguramente no dominan y haciendo un fútbol que podría llegar a ser más eficaz, pero nunca mejor ni más divertido que el que practicarán en Barcelona. Tienen la posibilidad de ser unos privilegiados y formar parte de un ambiente formidable que aspire a hacer historia o pueden rechazar todo eso por inyectar unos ceros más en sus cuentas bancarias. En estos tiempos materialistas que corren, muchos tendrán claro que prefieren el dinero pero se arriesgan a divisar una nueva etapa gloriosa del Barça desde la gélida Manchester.
El reto de cambiar la historia
Xavi ya está poniendo los cimientos para que así sea. Y jugadores como Dembelé, Araujo y Gavi tienen la fortuna de que el entrenador, exigente como pocos, los quiere de su lado. No tienen esa misma suerte otros jugadores entregados a la causa como Memphis, Dest, Mingueza o Riqui Puig, condenados a salir en verano. Los otros tres sí, si quieren pueden ayudar a hacer grande el Barça y tratar de empezar una nueva etapa dorada. Los tres deben elegir si prefieren los títulos nobiliarios de Robert Bruce, que pueden conducir a una relativa felicidad materialista, o si quieren acompañar a William Wallace al campo de batalla para luchar, desde la humildad, por su libertad. Por cambiar la historia.