El rencor y las envidias se cargaron al mejor Barça de la historia. Tras completar una temporada perfecta, con seis títulos de seis posibles y 61 victorias en 61 partidos, Joan Laporta desmontó la sección de balonmano tras asumir los consejos de Enric Masip, asesor a la presidencia, y Valero Rivera, el capitán y el entrenador del Dream Team que arrasó en los años 90, enfrentados entonces y ahora cómplices de un error que está pagando muy caro el Barça.

El Barça de la pasada temporada fue una máquina indestructible. Con un balonmano moderno, dirigido por un técnico obsesivo y perfeccionista como Xavi Pascual, el equipo azulgrana ganó la Liga, la Champions, la Copa del Rey, la Copa Asobal y las Supercopas de España y Cataluña.

El despido de Barrufet

Laporta lo tenía fácil. Asumida la retirada de Entrerríos, no hacía falta tocar muchas piezas. El Barça funcionaba a la perfección. Pero entre Masip y Rivera destrozaron una herencia preciosa. El primero despidió a David Barrufet, mánager de la sección de balonmano, tras 37 años en el club. En el pasado ambos coincidieron en el equipo que encadenó cinco Champions consecutivos, pero su relación nunca fue buena. Rivera, por su parte, le apretó las tuercas a Pascual, a quien nunca perdonó que no diera carrete a su hijo.

Joan Laporta y Enric Masip posan cerca de la lona publicitaria que colocó el presidente del Barça en Madrid / EFE



Laporta y Masip, responsables del desastre de la sección de balonmano, posan en Madrid

El presidente del Barça ni se inmutó. Asumió la impopularidad de ambos despidos y el malestar de la afición del Palau, con la que nunca ha tenido demasiada buena sintonía. Rivera y Masip apostaron por Antonio Carlos Ortega, otro antiguo jugador del Dream Team, como nuevo técnico azulgrana, tras su aventura en el Hannover.

Laporta coge la tijera

En plena crisis, con fuego cruzado por todos lados, Laporta ejerció de pirómano. Lejos de potenciar el equipo, lo descapitalizó. Cogió la tijera y comenzó a recortar salarios. Con Entrerríos se fueron Àlex Pascual, el hijo del técnico, Sorhaindo, Palmarsson, Dolenec, Mortensen y Möller, bajas muy sensibles para cualquier equipo. Solo llegaron Melvyn Richardson, Ali Zein, Ángel Fernández y Leo Maciel. Los dos últimos, de perfil muy bajo, a la espera de que la próxima temporada se incorporen Wanne (extremo sueco) y Nielsen (portero danés).

El desastre comenzó en los despachos y continuó en la pista, con un Ortega que debe gestionar una plantilla con 16 jugadores, dos menos que la anterior temporada. Con una pretemporada corta y demasiado crispada, los problemas se multiplicaron con las lesiones de Cindric –un jugador clave--, Ariño, N’Guessan, Ali Zein y Frade, que estará siete meses de baja.

Fabregas defiende a un jugador del Kielce



Ludovic Fábregas defiende a un jugador del Kielce en Polonia / EFE

El Barça, que practicaba un balonmano total con Pascual, es un equipo mucho más débil defensivamente y con menos talento en ataque. Tampoco está cohesionado el grupo y las señales de alarma se activaron con la Super Globe, competición que había conquistado en los últimos tres años y en la que el cuadro azulgrana perdió contra el Magdeburgo.

Dos derrotas contra el Kielce

En España, el Barça gana con facilidad. En Europa, sin embargo, las carencias del equipo quedan en evidencia. Con el Oporto, un club de segunda fila, el Barça no pasó del empate. Después llegaron las dos derrotas contra el Kielce. La primera, en el Palau, donde el grupo azulgrana no perdía desde 2015.

Ali Zein pugna con un defensa en el partido contra el Kielce



Ali Zein pugna con un defensa del Kielce / EFE

El Barça, hoy, es una triste fotocopia del equipo que arrasó hace un año. Laporta, obsesionado con el legado de Bartomeu, dinamitó la sección que mejor funcionaba. Transformó un Barça letal e invencible en un equipo vulnerable.