Maradona, un año del adiós del genio que descansa sin su corazón
El astro argentino, idolatrado en su país, descansa sin su corazón en un cementerio privado
25 noviembre, 2021 00:52Un año ya. El 25 de noviembre de 2020 falleció Diego Armando Maradona, tras sufrir una crisis cardíaca. Se sabía que tres semanas antes había sido ingresado por anemia y depresión, y que había sido intervenido de un hematoma en la cabeza, pero en Argentina fueron muy cautos en dar la noticia. Nadie se atrevía cuando se difundieron los primeros comentarios. Normal. Maradona era, es y será el D10S de los argentinos.
Maradona, con unos cuidados médicos bajo sospecha, falleció en la residencia que tenía en Dique Luján. La noticia del deceso se propagó, poco a poco, por todo el mundo. En Argentina costó digerirla. El país entró en estado de shock y las horas siguientes fueron caóticas, como la vida misma del Diego, un futbolista genial, único, que fue mangoneado por compañeros, representantes, traficantes, políticos y falsos amigos. Maradona, adicto a todo, solo fue feliz en el campo, con una pelota, “la única que no se mancha”, como recordó él mismo el día de su despedida de Boca Juniors.
Homenajes en la Casa Rosada
Los restos mortales de Maradona fueron expuestos en la Casa Rosa, donde miles de argentinos rindieron un último tributo a su ídolo. Al futbolista que les hizo feliz en 1986, el Mundial que la albiceleste ganó con justicia tras vengarse de Inglaterra --el recuerdo de la guerra de Las Malvinas estaba muy caliente-- y tumbar a Bélgica y Alemania.
El féretro de Maradona en su velatorio
Buenos Aires vivió imágenes emotivas y dantescas. Personas de avanzada edad llorando y jóvenes encarándose con las fuerzas policiales cuando el féretro abandonó la sede presidencial para ser enterrado, junto a sus padres, en el cementerio privado Jardín de Paz, en Bella Vista.
Enterrado sin su corazón
De Maradona se escribió mucho en su vida y desde su muerte. Recientemente, el doctor y periodista Nelson Castro, autor de La salud de Diego: la verdadera historia, aseguró que Maradona está enterrado sin su corazón. Y recalcó que el corazón del mejor jugador argentino de toda la historia era inmenso y pesaba mucho: medio kilo. Uno normal pesa 300 gramos.
El gol de Maradona a Inglaterra con la "mano de Dios" en México'86
Hoy hace un año, las imágenes del Argentina-Inglaterra del 22 de junio de 1986 fueron las más vistas del día. Básicamente, los dos goles que le marcó al combinado que dirigía Bobby Robson. El primero, con la mano, la “mano de Dios”, simboliza la pillería de los argentinos. El segundo, tras driblar a todos los rivales que le salieron al paso, retrata el talento de un futbolista de otra galaxia. De un superdotado.
Schuster y Núñez
En Barcelona, antiguos compañeros y ex directivos del Barça, como Joan Gaspart, glosaron la figura de Maradona que solo jugó dos temporadas en el Camp Nou. En la memoria colectiva quedan dos goles de autor: el que marcó en Belgrado al Estrella Roja y el que logró en el Santiago Bernabéu tras ridiculizar al defensa Juan José, alias Sandokan. Uno de los mejores amigos del Diego en Barcelona fue Bernd Schuster, genial y rebelde a partes iguales.
Homenaje de Messi a Maradona, la pasada temporada en el Camp Nou tras marcar un gol
Maradona vivió momentos de gran felicidad en su casa de Pedralbes, con una espectacular piscina que tenía un escudo del Barça, pero también situaciones de mucha tensión. Una presunta hepatitis y una dura entrada de Goikoetxea impidieron que pudiera triunfar en el Barça de Núñez, con quien acabó peleado. Un año más tarde quiso regresar a Barcelona, pero el expresidente se negó de forma rotunda.
Fidel Castro y Hugo Chávez
Boca Juniors, el club de sus amores, y Barça disputarán un partido de homenaje a Maradona el 14 de diciembre en Riad. Sorprende que en el club azulgrana nadie se cuestionara que el encuentro se juegue en la capital de Arabia Saudí después de tanto despotricar de Qatar. Tal vez el Diego hubiera preferido que se jugara en Cuba o Venezuela, amigo como era de Fidel Castro y Hugo Chávez, y orgulloso como estaba del tatuaje que lucía del Che Guevara. El futbolista de los 1.000 millones de pesetas de 1982 simpatizaba con el comunismo, una de las muchas contradicciones de una personalidad arrolladora, única, que nunca quiso ser ejemplo de nada pero hizo felices a millones de argentinos, entregados a él en las eternas comparaciones con Leo Messi.