Tardó cuatro partidos en anotar su primer gol con una camiseta que no fuera la del Barça. Lo hizo en la victoria de su equipo por 2 a 0 frente al Manchester City de Guardiola en la segunda jornada de la fase de grupos de la Champions League.
Partido espeso
Messi, a pesar del gol, no jugó su mejor partido. La pulga anduvo desaparecido la mayor parte del partido, poco participativo, prácticamente no consiguió asociarse con sus compañeros en la delantera. Incluso recordó a aquella estampa algunas veces vista en el Camp Nou en la que deambulaba abstraído por el terreno de juego.
El partido empezó con un gol de Gueye en el minuto 8, la sentencia llegó en el minuto 74 cuando Messi colocó en la escuadra una pared que tiró con Mbappé. Antes el Manchester City dominó, pero sin colmillo. Disfrutó de una posesión inocua plagada de pases horizontales sin profundidad que no perturbaban a un PSG que puso las ocasiones cuando conseguía lanzarse a la espalda de la defensa de Guardiola.
Un gol para alejar los problemas
Le vino bien el gol del argentino no solo al propio jugador, sino también al ambiente enrarecido que había vivido el PSG en las últimas semanas. El equipo francés venía de vivir episodios desagradables de convivencia en el vestuario. Mbappé acusó a Neymar de no pasarle el balón cuando se confesaba con Gueye en el banquillo. Messi ya mostró su enfado con Pochettino al cambiarlo a 20 minutos del final en el partido contra el Lyon, seguido de una presunta lesión que más bien sirvió para apagar el fuego de manera apresurada. Para acabar, l’Équipe publicó esta semana que Mbappé se sentía marginado por el clan ‘hispano’ del PSG.
Un equipo hecho un polvorín al que este gol de Messi podrá calmar quizás a corto plazo. Pero las sensaciones del argentino y del equipo tendrán que mejorar si no quieren que todo acabe saltando por los aires.