Esto es otra cosa. El presumible pase de la selección española a semifinales tras vencer a Suiza en una memorable tanda de penaltis es una hazaña que Italia deberá tener en cuenta de cara al martes. Día en el que ambos equipos están citados con la historia. Se podrá ver un partido que romperá todos los audímetros televisivos. Todo el mundo tendrá puesto el foco en los 22 futbolistas sobre el terreno de juego. Pocos son los encuentros que desaten tanto interés en el aficionado del deporte rey.
Un trabajo poco vistoso
Y ahí entra la España de Luis Enrique. Si bien es cierto que el combinado español daba una sensación de debilidad, todo apunta a lo contrario. La Roja tiene fuerza, pero sobre todo tiene algo que es lo más importante: la confianza. Unos jugadores que creen. Eso es algo que no se fabrica sino que se trabaja. Y ahí entra el trabajo del seleccionar nacional. Está claro que toda comparación entre este grupo de jugadores con los equipazos que consiguieron dos Eurocopas y un Mundial caerían del lado del pasado. Luis Enrique ha creado un grupo de jóvenes jugadores con muy pocos resquicios del pasado. Los Dani Olmo y Pedri en contraposición con Sergio Busquets y Jordi Alba. La noche y el día.
Pedri en una acción en el partido de España frente a Eslovaquia / EFE
Se trata de jugadores con muchos partidos a sus espaldas con pipiolos que están por cocinarse. Eso sí, vienen con mucha fuerza. Ese trabajo es deportivo pero también es mental. El técnico asturiano ha conseguido equilibrar esa ecuación en la que todos tienen cabida y ha creado lo que coloquialmente se dice “una piña” en el grupo. Esa unión de futbolistas que ha venido reforzada por unas lágrimas de Busquets al término del partido contra Eslovaquia y por una resurrección de Unai Simón. El portero, afectado por sus errores puntuales, ha sabido resarcirse gracias al apoyo del míster y de sus compañeros. Entre los que se encuentra el suplente De Gea.
Lo que viene: Italia
La selección de Roberto Mancini viene de hacer una gran fase de grupos acabando líder de su grupo tras arrasar a la competencia. Un trabajo que viene tras una regeneración obligada tras los últimos fracasos del combinado. El resultado es el siguiente: 13 partidos seguidos ganados, solidez defensiva, y un ataque renovado en el cual no hay una figura fija sino varias.
Roberto Mancini, entrenador de Italia, en Wembley, en las horas previas al Italia-Austria / EFE
Por empezar desde atrás, la portería es un valor seguro. Donnarumma alcanzó los 1.168 minutos para destronar al legendario Dino Zoff (1.143), que tenía el anterior récord de imbatibilidad. Es un fijo para Mancini. En el área defensiva todavía conserva a grandes nombres de la vieja guardia: Bonucci y Chiellini. Una experiencia que se antoja valiosísima a la hora de disputar según qué partidos. El de España es uno de ellos. La salida de balón y los cortes defensivos serán clave.
Donnarumma en un partido del Milán / EFE
En el mediocampo destaca Jorginho. Es un pulmón. El italiano no se cansa de correr. Su trabajo en la medular es tan agotador que Mancini le considera pieza imprescindible. Sobre todo para la cita del martes. En lo que a la delantera se refiere, la cosa está mucho más repartida. Insigne, Inmobile, Locatelli y Pessina. Entre los cuatro están teniendo unas cifras muy parecidas. El gol es algo que no falta en Italia y mucho cuidado tendrá que tener España en tareas defensivas para no encajar. Ambos bloques son equipos atrevidos. Lejos de ser la Italia histórica que se echaba atrás, en esta Eurocopa ha demostrado lo contrario. La Roja deberá demostrar la madurez necesaria que un partido de semifinales requiere. Están citados para hacer historia. Que ruede el balón.