Les Planes d’Hostoles, en la gerundense comarca de la Garrotxa, dio este lunes el último adiós a Francesc Arnau, exportero de Barça y Málaga, que falleció el viernes por la noche en Oviedo a los 46 años tras precipitarse a las vías de un tren en Oviedo.
Como explicó el periodista Francisco Cabezas de El Mundo, Arnau pasó ese mismo día trabajando. Se había reunido con el consejo del Oviedo, club del que era director deportivo desde diciembre de 2019. Incluso visitó a la plantilla del filial y avanzó en la planificación del equipo asturiano para la próxima temporada.
Francesc Arnau, director deportivo del Oviedo | EFE
Una persona de lo más normal, que se negó a creer en todo momento que alguien pudiera verlo como a un héroe y se ruborizaba ante el elogio ajeno. Varias personas cercanas a él lo recuerdan como una figura que "sufría mucho. Siempre se preocupaba mucho por las cosas. Y lo llevaba todo muy adentro. Se lo tragaba todo y trataba de resolverlo".
Una forma de ser que le trajo problemas, sobre todo en una temporada complicada con el Oviedo luchando por no descender de Segunda División. Sus movimientos fueron discutidos, sobre todo tras una temporada en la que fue uno de los grandes responsables de la salvación del equipo. Sin embargo, en su segundo curso no consiguió responder a las expectativas.
Su gran noche en Wembley
Como portero, destacó por ser tremendamente fiel (solo jugó en Barça y Málaga) y por rechazar cualquier tipo de halago. Francesc Arnau fue canonizado como portero en el antiguo Wembley. Allí, frente al Arsenal, jugó con el Barcelona el partido de su vida. Overmars, Adams, Ljungberg... Todos acabaron desesperados ante sus paradas. Tenía 24 años y, hasta entonces, casi nadie había reparado en él.
Sin embargo, consciente de lo efímera que es la vida, fue directamente culpado por Van Gaal de la derrota del Barça en el Santiago Bernabéu poco después (3-0). "Arnau pudo haberla parado", soltó con crudeza el entrenador holandés la noche de aquel 26 de febrero de 2000, tras el gol de Roberto Carlos.
Francesc Arnau en una acción con el Barça / Redes
Tras tres años en el Camp Nou, Arnau, que admiraba a Zubizarreta, se mudó a Málaga, donde jugó durante diez años. Destacó por ser un portero a la antigua: paraba mucho pero había quien le discutía su juego de pies. Después de su retirada, siguió en la Costa del Sol. Primero, trabajando la cantera, y posteriormente como director deportivo de Abdullah Al Thani, miembro de la familia real de Qatar.
Arnau se expimió al máximo para hacer al Málaga mejor durante dos temporadas, antes de continuar su carrera en Oviedo. Una ciudad que lo adoptó como si fuera un hijo pródigo. Lo dio todo siempre en beneficio del club. Y hasta el último día, no faltó en su rutina de trabajar en la sombra y alejarse de los halagos.