El Atlético de Madrid está en octavos de final de la Champions League. El equipo rojiblanco se jugó el pase en el estadio del Red Bull Salzburgo, una de las revelaciones del torneo. Le servía tanto un empate como una derrota para asegurar su presencia en la siguiente ronda, eso sí, como segundo clasificado.
El equipo austríaco empezó asustando a los del 'Cholo' Simeone, que crecieron en el encuentro con el paso de los minutos. Hermoso, en el 39', señaló el camino a los colchoneros tras cabecear una falta. Carrasco, asistente en el primer tanto, culminó el triunfo en el 86' y selló la clasificación del Atlético a semifinales.
Cabreo monumental
Debía ser un día feliz para los rojiblancos, pero no todos acabaron contentos. Luis Suárez protagonizó una de las imágenes del encuentro, y no precisamente para bien. El delantero uruguayo fue sustituido en el 64' por Ángel Correa y no se molestó en esconder su cabreo por la decisión de Simeone.
Luis Suárez en el duelo contra el Salzburgo / EFE
Nada más sentarse en la grada, el charrúa lanzó los vendajes que le quedaban. A decir verdad, el ex del FC Barcelona completó una actuación discreta y siguió con su sequía fuera de casa en Europa. Acumula más de cinco años sin marcar como visitante en un partido de Champions League.
El delantero uruguayo no fue el único que se enfadó. También lo hizo Saúl Ñíguez, cuya relevancia en los esquemas de Simeone está más discutida que nunca. Salió, como Luis Suárez, en el 64', y tiró un objeto que le entregó un integrante del banquillo. Le reemplazó Héctor Herrera, que dio otro aire al equipo.
Otra oportunidad
Luis Suárez y Saúl Ñíguez tendrán la oportunidad de resarcirse el próximo sábado, en el derbi contra el Real Madrid en Valdebebas. Tras superar al FC Barcelona hace menos de un mes, será la prueba de fuego definitiva para testar si el Atlético es, realmente, el principal favorito a ganar la Liga.
Luis Suárez contra el Salzburgo en Champions / EFE
Siempre se ha tenido a Luis Suárez como un hombre de sangre caliente. Y con actos como el de este miércoles en el banquillo de Salzburgo demuestra por qué se le considera así.