Se va otra leyenda. En 2014 se fue Alfredo di Stéfano. En 2016, nos dejaba Johan Cruyff. Este 25 de noviembre de 2020 dice adiós otro de los grandes genios de la historia del fútbol, Diego Armando Maradona, que deja sólo a Pelé entre los mitos vivos del Olimpo del fútbol.
La muerte de El Pelusa ha conmocionado al mundo entero, aunque su fallecimiento ha sido asumido con cierta naturalidad pese a su temprana edad: 60 años. La mala vida que se apoderó de él después de dejar el fútbol y una imagen que pasó de ser muy polémica durante años a terminar siendo decrépita en los últimos tiempos, ayuda a entender la pronta despedida de un Dios del fútbol que fue víctima de los excesos y presa de los codiciosos que siempre hubo a su alrededor.
Nacido el 30 de octubre de 1960 en Lanús, Argentina, El Diego se creó en el humilde barrio de Villa Fiorito, en los suburbios de Buenos Aires. Era el quinto de ocho hermanos que aprendieron a jugar a fútbol en la calle, donde desarrolló una conexión celestial con el balón que le llevó a ser considerado, posiblemente, el mejor futbolista de todos los tiempos. Su paso triunfal por su país empezó en Argentinos Juniors y terminó en Boca Juniors y su atronadora Bombonera. Desde allí selló el billete para fichar por el Barça.
La dictadura impide su fichaje en el 80
Pero su contratación fue trastabillada. Cuando la directiva azulgrana lo tenía todo atado para ficharlo con 20 años tras la intervención del agente Josep María Minguella, la dictadura de Argentina impidió su salida. En el país sudamericano se negaron a dejar escapar a su gran estrella autóctona antes de que se jugase el Mundial de España 82. Ese mismo verano aterrizó en el Camp Nou, un estadio que como le ha pasado a otros grandes futbolistas, no llegó a conquistar del todo.
El presidente José Luis Núñez pagó 1.200 millones de pesetas por él. Las negociaciones corrieron a cargo de su vicepresidente Joan Gaspart, el gran negociador de la junta directiva del constructor, aunque también intervino el entonces joven tesorero, Carles Tusquets, actual presidente en funciones del FC Barcelona. El propio Gaspart y diversos testigos de aquella etapa reconocen que el fichaje de Maradona fue uno de los más difíciles del club.
"El traspaso se cifró en dólares pero se pagaba en pesos argentinos. Pensé en una manera de abaratarlo. Compramos bonos de la República Argentina contra dólares en Nueva York, y en Buenos Aires los cambiamos contra pesos. Abaratamos la mitad del traspaso", explica Tusquets recordando su intervención en la negociación. Una figura clave por aquel entonces para sellar el acuerdo fue su amigo y agente, que llevaba una escarola en la cabeza todavía más abultada que la del propio Maradona, Jorge Cyterszpiler.
Enfermedad, lesión y sanción
Una vez en Barcelona, la mala fortuna se alineó contra El Diego. En solo dos años (repartidos en tres temporadas), a Maradona le pasó de todo. Maravilló al Camp Nou y fue capaz de levantar a la gente de sus asientos en muchas ocasiones gracias a su magia inigualable y ese carisma innato que le acompañó hasta el fin de sus días, pero su paso por el Barça se vio frustrado por tres episodios negativos.
Primero, fue víctima de una enfermedad de transmisión sexual: la hepatitis le apartó cuatro meses de los terrenos de juego. Luego, llegó la grave lesión de tobillo que le propinó Goikoetxea en uno de los por entonces muy calientes Barça-Athletic. Otros tres meses y medio fuera. Por último, y precisamente en la final de la Copa del Rey del 84 contra los leones, Maradona fue sancionado por tres meses debido a su participación activa en una tangana que terminó en batalla campal. La final de las patadas, también bautizada como la batalla del Bernabéu.
Aquel castigo supuso el principio del final que cerró, en su segunda temporada, una etapa de luces y sombras. El Pelusa se marchó de Barcelona con unos números más que notables –38 goles en 58 partidos y dos títulos– pero reconoce que en ese periodo, con 24 años, se inició en el mundo de las drogas. También se le relacionó con historias turbias de la noche y se dijo que había mantenido relaciones sexuales con transexuales.
Rumbo a Nápoles
La negociación para su salida volvió a ser dura y compleja. Maradona no se quería ir, pero Núñez decidió que era el momento de venderlo, y aunque chocaron mucho con Cyterszpiler, finalmente sellaron su venta al Nápoles. Aquello fue un aprendizaje brutal para D10S, que revolucionó San Paolo y cambió la historia del fútbol italiano al conquistar el scudetto hasta en dos ocasiones.
Dos años después se instalaba definitivamente en lo más alto del Olimpo de los dioses del fútbol con la conquista del Mundial de México 86 para Argentina donde se popularizó la ya famosa Mano de Dios contra Inglaterra en un momento convulso a nivel político, con la guerra de las Malvinas de fondo. En aquel épico partido también anotó el Gol del Siglo, que años después fue emulado por un tal Leo Messi ante un rival mucho más discreto, el Getafe. El ahora capitán del Barça también emuló su gol con la mano.
Lo ganó todo y emocionó a todos. Jamás se vio a ningún otro futbolista que combinase un talento individual tan inigualable con un fortísimo carisma al alcance de muy pocos. Pese a todos sus errores en vida, lo que mejor define a Maradona es lo bien que hablan de él todas las personas que lo conocieron de cerca. Idolatrado y amado con locura, en su país guardarán tres días de luto por su leyenda más preciada.
"La pelota no se mancha"
Se va un auténtico Dios del fútbol que, con sus tropiezos, dio lecciones y fue ejemplo para millones de personas. Muere un 25 de noviembre, como su amigo Fidel Castro, y deja, entre muchas otras, una fase para el recuerdo como esta, del día de su retirada en La Bombonera, en noviembre de 2001: “El fútbol es el deporte más lindo y más sano del mundo. Eso no le queda la menor duda a nadie. Porque se equivoque uno, no tiene que pagar el fútbol. Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”.