Triste y lamentable espectáculo el que este miércoles 18 de diciembre se vivió en el Camp Nou. El santuario del fútbol culé fue tomado por el movimiento independentista comandado por Tsunami Democràtic, que se dedicó a incordiar en un partido que fue de más a menos.
El Barça, claramente dominado por el Real Madrid, firmó un pésimo partido en la línea del bajo nivel de juego mostrado a lo largo de la temporada. Pero se apagó especialmente cuando los independentistas se hicieron con el control de la situación.
Ya lo venían avisando desde hacía semanas y la marabunta de gente agolpada entre Maternidad y Arístides Maillol desde antes de las cuatro de la tarde tan solo era un mero presagio de lo que se venía. Pacíficamente, pero sin respeto alguno por el fútbol, los aliados de Tsunami se encargaron de boicotear el partido en el segundo tiempo.
Primero, con el lanzamiento de pelotas amarillas a los 10 minutos de la segunda parte. Los stewards del Camp Nou se encargaron de recogerlas mientras el encuentro quedaba detenido durante dos minutos. Un acto inocente que fue acompañado de pequeñas pancartas azules pidiendo el “Spain, sit and talk” y los habituales gritos de independencia o a favor de la libertad de los políticos presos.
Lo peor llegó sobre el minuto 80 de partido. Desde hacía mucho rato se venían produciendo incidentes en las afueras del recinto blaugrana. Un grupo de manifestantes trató de saltar las vallas de acceso al estadio por el Gol Sud y fueron reprimidos por los Mossos d’Esquadra.
Pero posteriormente, en ese minuto 80, se empezó a apoderar del Camp Nou un creciente olor a quemado que despistó a público y jugadores. A medida que iba creciendo saltaban las alarmas: el speaker del Barça anunciaba que los aficionados no podrían utilizar el acceso del Gol Sud para abandonar el estadio. Debían salir desde el Gol Nord. Un grupo de alborotadores había prendido fuego a un contenedor.
Hubo espectadores que no necesitaron un segundo aviso para decir adiós al clásico, el partido más esperado del año. Acudieron 93.426 espectadores, una buena entrada pero inferior al número de gente que se suele congregar en los grandes encuentros del año. El speaker Aleix Santacana repitió ese mismo mensaje una infinidad de veces.
“Atención, no utilicen los accesos del Gol Sud para abandonar el estadio, eviten Travessera de Les Corts. Utilicen para salir los accesos del Gol Nord, por Joan XXIII”, voceaba Santacana, captando la atención de las gradas y de los propios jugadores. Ambos bandos se desinflaron por completo en la recta final del partido que terminó con un empate sin goles.
Un encuentro que prometía ser apasionante y así empezó, tras el saque de honor oficiado por el campeón del mundo de MotoGP Marc Márquez. Pese al gentío, las cosas parecían desarrollarse con normalidad, aunque no todo el mundo estaba satisfecho.
Un colectivo de seguidores radicales asociados a los Boixos Nois se acabó enfrentando a los independentistas por los problemas que tenían para acceder al coliseo blaugrana. Hubo pelea y golpes hasta que intervino la policía. Los Mossos d'Esquadra disiparon a ambos bandos al cargar contra los unos y los otros en el primer incidente destacable que se produjo fuera del recinto. Los Supporters no eran los únicos molestos.
Los ‘reventas’ de entradas se mostraban decepcionados en declaraciones a Culemanía antes del partido: “Tenemos las entradas más baratas que en otros clásicos y aún así nadie quiere comprar, no hay demanda”.
También en los puestos de frankfurts del Camp Nou se detectó una cierta frialdad para ser un Barça-Madrid. Puestos que habitualmente cuentan con dos efectivos en este tipo de partidos, tenían tan solo a una persona. Otros aseguraban que “no hay mucha gente, ni demasiados turistas, y muchos de los aficionados que vienen a pedir no son socios”.
Diversos balones amarillos fueron lanzados desde la grada del Camp Nou / TWITTER
En cambio, los stewards de seguridad no tenían más efectivos de lo que es habitual. Preguntados por este medio, aseguraron sin excesiva satisfacción que que “tenemos el mismo dispositivo y el mismo personal que en otros partidos”. Sin embargo, había muchos más Mossos d’Esquadra dentro del estadio de lo que es habitual. Tanto en el césped como en zonas interiores, próximas a sala de prensa, vestuarios y palcos.
Una medida de prevención que sí tomó el club blaugrana fue modificar la clave de la red wifi para la prensa. Una contraseña nueva, y mucho más larga de lo habitual, que no se había utilizado en más partidos a pesar de que el club solamente suele cambiar la contraseña siempre que empieza un nuevo mes. Esto se hizo para prevenir posibles ataques informáticos o que se hackease de alguna manera la conexión del recinto.
Tal vez habría funcionado esa medida, pero lo que no funcionó fueron los registros para evitar la entrada de esas pelotas amarillas. Cómo tampoco funcionó el elevado despliegue policial que no pudo evitar las acciones fuera del césped y el correspondiente olor a quemado que obligó a cerrar uno de los principales accesos de salida.
Por desgracia, el independentismo acabó ganando la partida al clásico. La política se impuso al fútbol.