Todos los deportistas, practiquen el deporte que practiquen, coinciden en definir la final de consolación como el partido que nadie quiere jugar. No deja de ser un encuentro en el que se enfrentan dos equipos que soñaban con lograr el título, cayeron en semifinales y se ven obligados a cerrar la competición con poco más que el honor y el orgullo en juego. Los partidos por el tercer y cuarto puesto suelen ser insulsos, desnivelados y sin ningún tipo de emoción.
El Argentina-Chile de la Copa América nada tuvo que ver con esta descripción. Sus respectivas derrotas en semifinales fueron un duro golpe, pero ambos combinados se repusieron a tiempo. No hay que olvidar que son dos rivales históricos, dos países vecinos y, aparte de eso, fueron los finalistas de las dos últimas ediciones del torneo. Tenían cuentas pendientes y ninguno de los dos quería perder.
Se palpó la tensión desde el primer minuto. Las faltas eran una constante y, de vez en cuando, se producía algún que otro pique entre futbolistas que inmediatamente involucraba a los 22 jugadores presentes sobre el tapete. En medio de ese partido con tantas interrupciones y sin apenas ritmo de juego el mejor fue, curiosamente, Leo Messi (el tiempo que le dejaron).
Sus mejores 37 minutos
En el duelo ante Chile se vieron los 37 mejores minutos del 10 en todo el campeonato. Ya sin el peso de sostener todo un país en sus hombros, el azulgrana se atrevió a encarar, a regatear y a probar cosas diferentes. En definitiva, todo aquello que hace en el FC Barcelona y que raramente vemos cuando se pone la camiseta de la albiceleste.
De sus pies salió el primer gol de los argentinos. Tras recibir una falta, mientras todos los chilenos se quejaban por una decisión más que justa, tiró de picardía, filtró un pase en profundidad excelso para Agüero y el Kun, con todo el tiempo del mundo, dribló a Arias e inauguró el marcador (12'). 10 minutos después, aún con Leo sobre el terreno de juego en los que también fueron los mejores minutos de Argentina en el campeonato, Lo Celso dio una asistencia de lujo a un Dybala que con un control orientado se plantó solo ante el guardameta y lo batió con una sutil vaselina.
Leo Messi sale del terreno de juego tras ser expulsado / EFE
Cuando mejor estaba la albiceleste y más cerca parecía el tercer gol, el colegiado paraguayo Mario Díaz de Vivar dinamitó el encuentro. Messi y Medel disputaban un balón, y el argentino le dejó un recadito al zaguero. El exsevillista, siempre dispuesto a dar guerra, se giró y empujó con la cabeza al 10 hasta en dos ocasiones. El azulgrana se limitó a defenderse. Nada grave, no pasó de ahí. O eso parecía. El árbitro no lo vio así y expulsó a ambos con roja directa (37'). De esta forma tan triste terminaba la Copa América para Leo Messi, en la que sin duda ha sido su competición más discreta.
Vidal despierta a Chile
Con la doble expulsión seguía habiendo igualdad numérica, pero resulta evidente que quien más perdió fue Argentina. La albiceleste aguantó los últimos minutos de la primera parte y los primeros de la segunda, pero poco a poco se fue echando hacia atrás mientras Chile se iba haciendo grande sobre el terreno de juego.
Arturo Vidal celebra su gol ante Argentina / EFE
El gol de la Roja parecía cuestión de tiempo y llegó en el 59' tras un riguroso penalti. Uno similar a aquellos que no le pitaron a la albiceleste en el duelo frente a Brasil. Pezzella derribó al atacante chileno sobre la línea que marca la frontal del área y, tras consultarlo en el VAR, Díaz de Vivar señaló el punto de penalti. Se encargó del lanzamiento el capitán, Arturo Vidal, que lo picó al estilo tradicional: fuerte y centrado, inalcanzable para un Armani que se venció a su izquierda.
Chile siguió batallando, pero en ningún momento pareció que pudiera comprometer la victoria de los argentinos. Y no lo hizo (2-1). De esta forma, la albiceleste se despide con honor en un torneo donde les ha faltado juego en algunos encuentros y fortuna en otros. Aunque si por algo será recordada esta Copa América será por la expulsión de Leo Messi, la primera en partido oficial de toda su carrera.