Lo del Barça con la Champions no es amor, es una obsesión.
Una obsesión que se sustenta de manera importante en la rivalidad con el Real Madrid, un club que siempre apostó por ganar a cualquier precio, sin importar tanto el tener un estilo de juego vistoso y definido.
Históricamente, el Barça necesita jugar bien para ganar. Esta temporada, en cambio, hemos visto a un Barça demasiado blanco. Un Barça que puede renunciar a la posesión y hacerse fuerte en el contragolpe. Un Barça a veces más preocupado por resguardarse que por desgarrar al rival. Un Barça que ha vivido todo el año de la pegada. Y al final ha pasado factura.
El Barça de este año estaba concebido para ganarlo todo desde la solidez. Y la Champions no era una ilusión, era una obsesión. La obsesión de Messi. Pero no solo porque él la quería, sino por toda la presión que hay en el entorno para que Messi la gane.
La presión en torno a Messi
Nadie entiende que el mejor Barça de la historia, con el mejor futbolista de todos los tiempos, haya ganado tan pocas Champions en tantos años mientras el eterno rival, siempre jugando peor, ganaba tres seguidas y cuatro en cinco años. No tiene explicación futbolística.
Los hinchas del Liverpool celebran la remontada ante el Barça ante un Messi abatido / EFE
Los éxitos del Real Madrid han terminado por ser una presión añadida para el Barça que han convertido la Champions en una obsesión. Messi prometió pelear para conquistarla a principio de temporada. Y lo hizo porque la quiere, pero también porque siente esa presión.
Un nivel de exigencia altísimo que se asume en torno a Messi porque es el mejor, pero donde pocos entienden lo difícil que es ser siempre y de manera tan prolongada el mejor. La presión es tan fuerte que lo que debería ser una ilusión, se convierte en una obsesión.
La sonrisa de Klopp
El Liverpool, en cambio, afrontó el partido con la máxima ambición y, sobre todo, con toda la ilusión del mundo. Sin complejos. Se fueron del Camp Nou vapuleados, pero con una sonrisa en el rostro encarnada en Jurgen Klopp, un motivador nato.
Y esa sonrisa se tornó esta noche en felicidad absoluta. Era la sonrisa del que cumple su verdadera ilusión.
Jurgen Klopp celebra su victoria sobre el Barça con una sonrisa de oreja a oreja / EFE