El Barça vive concentrado en el encuentro frente al Manchester United de este miércoles. Sacar un buen resultado en Old Trafford es primordial para tener una vuelta de garantías en el Camp Nou, pero a nadie se le escapa que, posiblemente y de pasar la eliminatoria, los azulgranas se verían las caras frente al subcampeón de Europa: el Liverpool de Jürgen Klopp.
Los reds abrieron los cuartos de final en Anfield y consiguieron superar a un Porto que mereció aguantar el empate a cero algo más, pero que no tuvo ni pegada, ni fortuna, ni clarividencia en la zona de finalización para amenazar a un Alisson que apenas dejó intervenciones de mérito y que no estuvo especialmente exigido. Tampoco lo estuvo Iker Casillas, pero la llegada de los ingleses cuando más sufrían fue crucial para dar aire a un equipo que sufrió con exceso los primeros minutos de encuentro.
Keita y Firmino fueron los encargados de poner los goles en el marcador, dos tantos que les deja con pie y medio en las semifinales, pero los de Klopp dejaron otros aspectos en el verde.
No tan brillantes, pero más efectivos
Este Liverpool tiene carácter y es la máxima expresión de la personalidad de Klopp en el terreno de juego. Quizás con un juego menos excelso que el de la temporada pasada, pero con una efectividad abrumadora. El primer tanto tuvo fortuna, pero el segundo se gestó con una de las incursiones de Trent Alexander-Arnold por la banda derecha para dejar rematar a placer a Firmino.
Los reds no bajan los brazos y la velocidad ofensiva castigó a un Porto que quiso dominar con un fútbol más sosegado, pero que no supo qué hacer con el balón en el área. Una pegada que también señala a la solidaridad colectiva sin balón. Todos atacan y todos defienden. No hay jugadores exentos de obligaciones y eso es realmente un equipo. Todos a una.
Posible rival
De eliminar al Manchester United, todo apunta a que el Barça tendrá que medirse contra uno de los huesos de roer de esta Champions con un aliciente importantísimo a favor. Los reds todavía tienen que pelear por la Liga con el Manchester City de Pep Guardiola --que perdió ante el Tottenham-- y no podrán hacer rotaciones. Algo de lo que los azulgranas se libran tras vencer al Atlético de Madrid el pasado sábado con la casi sentencia de la Liga.
Un enfrentamiento que queda muy lejos y que primero pasa por Old Trafford. No se debe desviar la atención, pero si el Barça llega a la final todo pasará por tierras británicas. Si el Manchester es un peligro, mejor ni hablar del Liverpool. Siempre con esa entrega, esa solidez defensiva que le da Van Dijk y, por fin, un portero de élite. El resto depende de la inspiración de un tridente con una velocidad y conexión envidiables y un centro del campo sacrificado. Por no hablar de Anfield. Siempre el jugador número 12. El que cumple igual o más que los que corren.