Pep Guardiola está en el punto de mira de los carroñeros. Son muchos los que le tienen ganas. Unos por los éxitos que cosechó con el Barça, otros por la soberbia que dicen que esconde tras su imagen de modestia, y muchos otros por su posicionamiento político en favor de la independencia de Cataluña. Sus detractores están deseosos por verlo caer. Revolotean en círculo sobre su figura, a la espera de pegarse un festín con sus restos, como aves de rapiña. Pero Pep sigue a lo suyo.
La derrota del Manchester City este miércoles en el Boxing Day ante el Leicester fue la última excusa para lanzarse a la caza de Guardiola. El City cayó por segunda jornada consecutiva, tras la sorprendente derrota ante el Crystal Palace en casa. Sumado a la derrota ante el Chelsea, son ya tres partidos perdidos de los últimos cuatro en la Premier.
Estos malos resultados en el cierre del año dejan al City a siete puntos del líder de la Premier, el Liverpool de Klopp, y por debajo también del Tottenham.
La exigencia del mejor
Pep Guardiola es el entrenador mejor pagado del mundo: cobra 23 millones de euros netos y tiene contrato hasta 2021. Inevitablemente, sus resultados se cotejan tanto con su abultado salario como con los éxitos logrados con el Barça. A Guardiola se le exige siempre la Champions. Todo lo demás no es suficiente. Él lo sabe, y él es el primero en exigirse el máximo a sí mismo.
La temporada pasada Guardiola ya conquistó la Premier con el City. Además, lo consiguió con 100 puntos, algo que nunca antes había ocurrido en la liga inglesa. Guardiola arrasó a todos sus rivales. Sin embargo, tropezó en Europa ante el Liverpool de Klopp en los cuartos de final. El 3-0 de Anfield fue una losa demasiado pesada.
Pep Guardiola en la derrota del City ante el Crystal Palace / EFE
Esta campaña, la tercera de Guardiola al frente del City, el club tiene como prioridad número uno la conquista de la ansiada Champions. En este sentido, la Premier es secundaria, aunque los equipos de Guardiola jamás renuncian a trofeo alguno. Pero el éxito o el fracaso del técnica catalán lo determinará su papel en Europa.
Nada que demostrar
Da la sensación de que Guardiola necesita ganar una Champions con un equipo que no sea el Barça de Messi para consolidarse como el mejor entrenador del mundo. Con el Bayern fracasó en este aspecto y en el City aspira a resarcirse. De momento, en los octavos de final se le presume un rival asequible con el Schalke 04.
En cualquier caso, Pep Guardiola no le tiene que demostrar nada a nadie. Por eso el técnico vive ajeno a quienes ponen en duda su método con el afán de desestabilizarlo. Él sigue a lo suyo, fiel a su filosofía de juego, esa que le ha brindado tantos éxitos en Barcelona, Múnich y Mánchester.
Si los perros ladran, Sancho, es señal que cabalgamos.