Es un tema tabú en el mundo del fútbol. Un asunto que resulta indignante. Incluso vergonzoso. Porque refleja lo mucho que nos queda como sociedad para alcanzar una cierta idea de justicia. Para que se respeten los derechos y las libertades de todos y cada uno de los colectivos que integran nuestra realidad. Entre ellos el colectivo LGTBI, siglas que designan conjuntamente a Lesbianas, Gais, Bisexuales, personas Transgénero e Intersexuales.
En el fútbol de élite hay jugadores homosexuales. Necesariamente los ha de haber. Es una cuestión de estadística. Pero se esconden. Viven oprimidos, en silencio, temerosos de las consecuencias de desvelar su verdadera identidad. Temen que la sociedad los condene, que sus compañeros los rechacen, que su carrera profesional se vea truncada. Porque la moral de lo normal y lo correcto sigue imperando, oprimiendo las conciencias de quienes se sienten diferentes.
En este sentido, María Pilar León, más conocida como Mapi, es una pionera. Mapi es jugadora profesional del FC Barcelona femenino e internacional con España. A sus 23 años, el verano pasado afirmó públicamente que es lesbiana. Lo hizo a través de su cuenta de Instagram. Y recibió infinidad de muestras de agradecimiento. “Gracias”, “Te he visto a ti y me ha dado fuerza”, “No estoy sola”, le comentaban sus seguidores.
Afrontar el miedo
“No me siento un icono, ¿por qué lo debería sentir? Yo, antes que nada, soy futbolista. No tengo un discurso ni lo quiero tener. Solo busco ser sincera”, explicó la central del Barça en una entrevista concedida a El País. “Siempre he sido muy reservada, muy mía. Antes de hacerlo público, analicé lo bueno y lo malo. Tengo la sensación de que he podido ayudar. Y eso es lo importante”, añadió.
Su mensaje sirvió de gran ayuda para mucha gente. Eso es un hecho. “Si tú tienes un entorno en el que la gente dice 'putos gais de mierda' o 'las bolleras me dan asco', quizás te lo tienes que pensar bien antes de confesarlo, ¿no? Esto todavía le pasa a mucha gente”, analizó Mapi.
Una foto del Barça femenino celebrando un gol / FCB
Ella misma se pregunta cómo es posible que ningún futbolista masculino haya tenido la valentía de afirmar su homosexualidad: “¿De tantos jugadores que hay en el mundo, ninguno es gay? Me parece algo curioso”. Considera, sin embargo, que ellos lo tendrían más complicado en este aspecto: “Habría muchas críticas, ojalá me equivoque”.
Romper prejuicios
La solución pasa por romper prejuicios y visibilizar la problemática: “Los chicos de nuestra edad tienen muchas curiosidades. Un día, un amigo me preguntó: ‘¿En un vestuario hay muchas lesbianas? Yo no podría estar con un gay en el vestuario, me miraría’. Yo le intenté explicar, no sé si le ayudé. Quizá cuando le pase, él se dé cuenta de que lo que pensaba era una tontería”.
“La gente le teme a lo desconocido, a lo que no está acostumbrada. Como mecanismo de defensa, juzga. Y eso se convierte en prejuicio. Hay que normalizarlo, es la única vía”, reflexionó la futbolista.