En fútbol, como en la vida, dos más dos no siempre suman cuatro. Existen variables intangibles. Incertidumbres. Circunstancias contingentes que pueden hacer variar las premisas iniciales. Así ocurre que la suma de Dembelé más Coutinho, a priori una combinación infalible, resulta inferior a la unidad de Neymar. Al menos en cuanto a su encaje en el esquema táctico del FC Barcelona. De ahí que el recuerdo de Neymar haga malos a Dembelé y Coutinho.
El día en que se supo que Neymar iba a abandonar el Barça, un escalofrío recorrió el cuerpo de la afición culé. El equipo perdía al segundo mejor jugador del momento y, sobre todo, perdía al mejor socio de Messi sobre el terreno de juego. ¿Cómo iba el club a reponerse ante semejante desgracia? El pánico se adueñó del entorno azulgrana. En especial cuando el Real Madrid vapuleó al Barça en la Supercopa de España. El vacío dejado por Neymar parecía irrecuperable.
El cuento de la lechera
Sin embargo, Ernesto Valverde supo hacer olvidar a Neymar. Pese a contar con una plantilla claramente debilitada. El técnico gestionó la situación con serenidad e inteligencia. Supo levantar los ánimos de los jugadores y transmitirles su actitud. El equipo entró en racha en todas las competiciones y reenganchó a la afición. A final de temporada, se conquistó la Liga y la Copa. Un doblete nada desdeñable que solo quedó empañado por la dolorosa eliminación de Champions.
Dembelé celebra su gol con Coutinho frente a la Real Sociedad, los dos fichajes más caros de la historia / EFE
Con todo, el balance de la campaña era sumamente positivo. Por un momento se pensó que la ausencia de Neymar había quedado bien cubierta. La llegada de Coutinho en enero era la pieza que faltaba. Al año siguiente, con el brasileño más rodado y disponible para Europa, sumado a un Dembelé ya recuperado de sus dolencias, el equipo de presumía imbatible. Dembelé y Coutinho harían las delicias de la afición. Por partida doble. Superando el espectro de Neymar.
Pero ya se sabe que las cuentas de la lechera no suelen funcionar. Al final los números no salen. Las ilusiones se desmoronan cual castillo de naipes. Y la realidad nos muestra su faceta más cruda.
La cruda realidad
La realidad es que Neymar aportaba mucho más al Barça que Dembelé y Coutinho juntos. El crack brasileño rezumaba magia. Sus cabalgadas por la banda resultaban imparables. Su capacidad de asociación con Messi era letal. Es cierto que a veces se le criticaba por sus excesos, así como por su falta de liderazgo en ausencia de Messi. Pero a mirada pasada resulta obvio que las virtudes del brasileño superaban con creces sus defectos.
Una foto de archivo de Messi y Neymar en el Barça / EFE
El principal problema es que ni Dembelé ni Coutinho se han adaptado al juego del Barça. Su evolución no convence. Siempre se suele dar un cierto margen a los jugadores recién llegados para que congenien con su nuevo equipo. Aunque también suele decirse que los verdaderos cracks no necesitan de tal periodo de adaptación. Simplemente encajan. Suman. Porque tienen el don de mejorar todo lo que tocan.
Tanto Dembelé como Coutinho son demasiado irregulares. El francés tiene mucha presencia cuando disfruta de minutos, pero anda desbocado, sin control sobre sí mismo. El equipo se resiente y Valverde termina por no darle continuidad. En cuanto al brasileño, es un genio que aparece y desaparece. Tan pronto resuelve el partido como se queda ausente durante el mismo. Ni el uno ni el otro dan al equipo lo que le daba Neymar.