Siguiendo el hilo de mi artículo de la semana pasada, es una evidencia que la pubalgia de Lamine Yamal es una cosa seria. De entrada, sobrepasa las cuatro semanas y ya se alarga más de un mes. Y, tan solo haciendo una consulta a los expertos en traumatología, todos ellos te dirán si le preguntas que una pubalgia aguda se determina por el tiempo que se tarda en recuperar. Y, de ser así, cuando llega al mes, la determinación para pasar por quirófano puede ser crucial. Y en estas estamos.
Un profesional de primera línea tiene más números de operarse que otra persona. La razón también tiene una explicación. Las pubalgias recortan la capacidad de esprintar de un jugador y, por lo tanto, puede vivir con ella, pero renunciando a estar en la primera línea mediática que le da el fútbol y un gran equipo como el FC Barcelona.
A partir de aquí, más allá de la buena o mala suerte, lo de Lamine empieza a ser cosa seria. Con tan solo 18 años ya suma 8 lesiones y todas, musculares. Como en periodismo, las casualidades no existen. Las lesiones musculares van más relacionadas con la capacidad y sacrificio del jugador para cuidarse y entrenarse que las de impacto o cuanto te rompes una pierna, por así decirlo de un modo claro. Es evidente que Lamine no sigue el mejor camino que un deportista pueda desear, ni tampoco el que su entorno más profesional espera de él. Empezando por un Hansi Flick que no está conforme con lo poco que se le escucha.
Es evidente que estas dos semanas, máximo tres, de baja médica, coinciden con el parón por selecciones. Una decisión estratégica, pero también necesaria. El FC Barcelona necesita la mejor versión de Lamine si quiere volver a tener un jugador determinante que evite fracasos monumentales como el de domingo ante un Sevilla mediocre.
