Han transcurrido 22 años desde uno de los hechos más controvertidos que ha marcado al barcelonismo: el fichaje de Luis Figo por el Real Madrid. El ahora presidente del club blanco, Florentino Pérez, irrumpió en el trono de la entidad blanca con el fichaje de la estrella del FC Barcelona bajo el brazo. Más allá de la herida abierta entre clubes tras la mentada traición, Figo quedó condenado a sufrir las consecuencias de aquella decisión el resto de sus días. También su entorno e inmuebles se convirtieron en víctimas del cabreo culé. Incluido su restaurante japonés de la capital catalana, edificio que todavía conserva las marcas de huevos en su fachada bajo el nombre Q Burger, actualmente cerrado.
Situado en la calle Provença, en plena Eixample de Barcelona, el suntuoso Kin Sushi Bar que montó Figo ha pasado a mejor vida, aunque con marcas de guerra. El negocio ya no pertenece al exfutbolista portugués, y después de sobrevivir casi dos décadas con cambio de propietario, ha cerrado sus puertas. En su lugar se halló por un tiempo la hamburguesería Q Burger, dedicada a la cocina de hamburguesas caseras a la parilla, que acaba de cerrar.
Estigma imborrable
En 2015, el periodista Víctor Malo, habló con la antigua dueña del Kin Sushi Bar, la empresaria de origen chino, Cui Zhen Hua. La nueva propietaria originaria de China mantuvo el restaurante durante más de una década, hasta su cierre. El tiempo pasa, pero en el edificio que albergaba el negocio ha quedado una marca imborrable que ni el mejor quitamanchas ha podido eliminar. Las señales de los huevos estrellados contra la fachada han persistido a pesar de haberlas limpiado a conciencia.
Por aquel entonces, en 2015, la dueña del negocio reconocía con humor que las manchas "lo hemos intentado todo, pero las manchas llevan ahí 14 o 15 años y no hay forma humana de quitarlas". Si bien el restaurante ya no existe físicamente, sí que pervive un estigma imborrable. Esas marcas esconden una historia que marcó la época moderna del barcelonismo. Con la apariencia de manchas de pintura, cualquiera diría que acumulan 22 años sobre las paredes del local.
Una traición castigada
A lo largo de los dos años posteriores al fichaje de Figo por el Real Madrid, el Kin Sushi Bar sufrió un bombardeo fulminante. La traición perpetrada por el jugador más representativo de aquel Barça lo convirtió en persona non grata en Barcelona. Por ende, el negocio que el icono barcelonista compartía junto a otros socios sufría el castigo diario de centenares de aficionados dolidos. La situación fue degenerando hasta ser insostenible para el restaurante que gestionaba Helen Svedin, la pareja del jugador.
Finalmente, en 2002 convenieron una decisión inevitable: Figo traspasó el negocio a Cui Zhen Hua. El local pertenecía a una tercera persona, por lo que los dueños del restaurante pagaban un alquiler durante su estancia. A pesar del cambio de propiedad, pasaron meses hasta que los culés dejaron de ensañarse con la fachada del edificio.
Un arranque difícil
Bajo el nuevo mando, el Kin Sushi Bar pagó los platos rotos de los anteriores gestores. Su última dueña reconoció que los inicios estuvieron marcados por la bajada de la clientela: "El restaurante funcionaba, pero a raíz de lo que ocurrió con Figo se notó una caída de la clientela. Tuvimos que buscar muchas fórmulas, como los menús de mediodía, para recuperar a la gente. Fue más fácil a medida que se fue sabiendo que el restaurante ya no era de Figo. Ahí ya dejaron de molestar y pudimos disfrutar de una época de mucho trabajo".
Durante más de 10 años, al menos hasta 2015, el restaurante consiguió marcar distancias con su pasado. Sin embargo, las dificultades derivadas de la pandemia del Covid, sumadas a la competencia feroz de restaurantes japoneses, han enterrado definitivamente al Kin Sushi Bar. Sus últimos vestigios, los daños colaterales del fichaje más controvertido del siglo XXI. De lo anterior solo queda la impronta de los huevos estrellados contra la fachada de una hamburguesería. Si bien el edificio luce todavía el letrero de Q Burger, la hamburguesería también ha cesado su actividad.