El pasado domingo por fin se emitió la esperada entrevista de Jordi Évole a Leo Messi. El argentino nunca ha dejado de estar en el foco mediático. Siempre ha sido por su talento en el terreno de juego, aunque estos últimos seis meses ha sido por su actitud. El '10' del Barça dejó a todos con la boca abierta al anunciar su deseo de marcharse del club que se lo ha dado todo. Ya no es feliz en Barcelona. ¿O realmente le sucede algo más?
Durante todos estos meses Antonella Roccuzzo ha sido su pilar más importante y así lo demostró una vez más en su entrevista con el periodista de La Sexta. Su mujer fue la primera persona que supo las intenciones de Messi. Cuando su marido le comunicó la noticia de abandonar el Barça, ésta se vino abajo y rompió a llorar. El futbolista confirma que necesita ir al psicólogo. Antonella Roccuzzo es la primera persona que le recomendó hacerlo. Él sabe que lo necesita, pero todavía no tiene el suficiente valor de ir a terapia. Reconocerlo ya es un primer paso.
La respuesta sorprende al propio entrevistador que le preguntó: "¿Tuviste que ir al psicólogo alguna vez?". Y Messi, sin rodeos, confesó: "Tendría que haber ido, pero no, no fui nunca". Lógicamente Évole repreguntó: "¿Por qué?".
"No sé, me cuesta dar ese paso, pese a saber que lo necesito. Me insistieron muchas veces para que vaya, Antonella es una de las que muchas veces me dijo que fuera, que lo necesitaba. Pero soy una persona que me lo guardo todo para mí y no lo comparto. Nunca di el paso. Yo sé que lo necesito por lo que hago, por el día a día, por lo que me toca hacer, y que me haría bien, pero no lo hago", desvela Leo Messi.
Leo Messi sufre mucha presión en su día a día y ese es uno de los grandes problemas. No siempre se puede ser el mejor en todo. "No he llorado por tema deportivos pero sufrí muchísimo, por otros temas sí he llorado, pero prefiero no entrar en detalles".
Cosas que le sucedieron en su adolescencia marcaron un antes y un después en su vida. "A los 13 años cambió mi vida. Mi madre se volvió, mi hermano también, me quedé con mi padre. Tenía clarísimo que quería quedarme, pese a que al principio sufrí muchísimo. El primer año fue duro porque apenas jugué. Esa experiencia me ayudó a crecer y a formarme como persona. Si era tímido, me hice más, me hice como un caparazón".