Desirée Hernández, Mírian García, Antonio Gómez, tres niñas de la vecina localidad de Alcàsser fueron secuestradas en Picassent (Valencia) el pasado 13 de noviembre de 1993. 75 días después, el 27 de enero de 1993, hallaron sus cuerpos semienterrados y con evidencias de una tortura extrema.
Más de 29 años después de su desaparición, todavía quedan muchos misterios por resolver. El caso sigue abierto en los juzgados en busca de amplificar la investigación.
Sentencia y caso abierto
La Asociación para la Lucha contra el Crimen y la Prevención (Laxhsmi), fundada por el criminólogo Félix Ríos y que pretende dar un enfoque forense actual a la causa e intentar resolver algunos interrogantes aún pendientes, son la acusación particular que mantiene activa la causa.
La justicia, por eso, ya dicto sentencia. La Audiencia Provincial de Valencia en septiembre de 1997, dictaminó que “Miguel Ricart, en compañía de otro varón identificado y que no se encuentra a disposición del Tribunal --Antonio Anglés--, y posiblemente de alguna otra persona más” secuestraron a las tres adolescentes, de entre 14 y 15 años, para satisfacer sus deseos sexuales.
"Tormento inexplicable"
Las víctimas fueron sometidas a violaciones y torturas extremas en una casa abandonada en la partida de La Romana (Tous), próxima al pantano del mismo nombre, cuyas ruinas forman ya parte del imaginario colectivo, y al amanecer del día siguiente fueron ejecutadas y enterradas en una fosa que sus asesinos conocían, pues les había servido con anterioridad para ocultar una moto robada.
El Supremo confirmó la sentencia de la Audiencia. Dictó que las niñas fueron objeto de “un tormento tan inexplicable como insufrible” y que “la increíble acumulación de males y padecimientos, que hubo de provocar en las tres víctimas un grado de dolor físico y psíquico por encima de toda ponderación, no pudo ser obra sino del inhumano deseo de hacer sufrir, porque no cabe lógicamente otra explicación".
Culpable en libertad
Miguel Ricart, que tenía entonces 28 años, fue considerado el único culpable de los hechos. Sobre él cayó una pena de 170 años de prisión como responsable de tres delitos de asesinato, cuatro delitos continuados de violación, en concurso ideal con tres delitos de rapto, con las circunstancias agravantes de despoblado y ensañamiento. Fue absuelto de los delitos de encubrimiento, agresión sexual y tenencia ilícita de armas
Sólo cumplió 21 al beneficiarse de la derogación de la doctrina Parot. En 2013 salió de prisión. Ahora tiene 52 años. Y vive en libertad.
Asuntos por resolver
El caso trascendió incluso fuera de las fronteras española. Conmocionó a los vecinos de la zona y quedó grabado en el recuerdo de muchos españoles. Tanto es así que se han hecho y están en marca distintas producciones audiovisuales, desde documentales a series de ficción.
Pese a todo, aún quedan muchas cosas por resolver. Uno de ellos quién es esa tercera persona de la que habla la condena. Las acusaciones apuntaban entonces al entorno de Anglés, puesto que sus hermanos conocían la zona de La Romana donde fueron torturadas las menores, e incluso sabían de la existencia del arma con la que se efectuaron los disparos mortales. Asimismo, varios testigos aseguraron haber reconocido a Ricart en un bar de Catadau, donde según la sentencia acudió a comprar bocadillos en compañía de alguien distinto a Anglés.
Nuevas peticiones
Desde el octubre todo se vuelve a mover. La titular del Juzgado de Instrucción número 6 de Alzira ordenó que se volviese a inspeccionar los coches de Ricart y Anglés con las actuales técnicas forenses. El fin, estudiar la posible existencia de restos biológicos de las menores en su interior. Igualmente, se ha ordenado analizar pelos de cuyo análisis entonces no pudo extraerse ADN alguno, por si fuese posible ahora.
Esto sucede porque, hasta ahora, no existe ni una prueba biológica que situase a Ricart, ni a Anglés, en los escenarios del crimen. Ahora buscan de nuevo evidencias de la presencia de este último para garantizar que responda ante la Justicia por los hechos de los cuales se le considera responsable, si fuese hallado con vida. Para ello, la policía ha pedido ayuda a la Interpol y a la ciudadanía.
En busca de Anglés
Estas nuevas investigaciones y la aparición de nuevas acusaciones particulares genera suspicacias. Consideran “sospechoso” que se revisite constantemente la investigación y advierten de que es muy complicado que 30 años después se encuentren nuevas evidencias. Por otro lado, se teme que regrese el morbo y la instrumentalización de este crimen en los medios de comunicación.
Poco se sabe ahora del paradero de Anglés. Se duda de las simulaciones del rostro envejecido que pueda tener en la actualidad. Lo último que se conoce es que pasado el 27 de enero de 1993 huyó de su domicilio pasando por varias localidades de la provincia de Valencia y Castilla-La Mancha, llegó a Lisboa y allí embarcó en el mercante City of Plymouth rumbo a Dublín (Irlanda). Una huida en la podría haber contado con ayuda.