El pasado 25 de julio dos conductores borrachos y drogados decidieron picarse en una carrera en la M-30 y, tras diversas maniobras completamente peligrosas, provocaron un accidente con otro coche. En su interior viajaba Juan Alfredo Pérez, médico del hospital Fundación Jiménez Díaz, que iba con su esposa embarazada.
Tras observar lo ocurrido, varios testigos llamaron al teléfono de emergencias, que acudieron rápidamente al lugar, pero no pudieron hacer nada para salvarle la vida. La justicia ha citado este jueves a los dos implicados en el siniestro, imputados por un delito de homicidio imprudente, por el que les podrían caer hasta cuatro años de cárcel.
Cannabis y cocaína
Los dos conductores temerarios y, ahora culpables de una muerte inocente, se estaban picando desde hacía varios kilómetros y circulaban a una velocidad anormalmente alta, esquivando coches a su paso. Tras el impacto, uno de los implicados huyó a bordo de un BMW. El otro, con un Fiat y un carnet sin puntos, fue interceptado por la policía y dio positivo en cocaína y cannabis.
El segundo implicado tardó varias horas hasta que llamó a emergencias para informar del accidente. Durante la conversación, trató de quitarse la responsabilidad de encima y acusó al otro conductor de picarse y de tirarle objetos por la ventanilla. Según dice, él huyó por miedo, con una víctima mortal a sus espaldas y un hijo que no conocerá a su padre.