La Policía Nacional ha desarticulado a un clan que se dedicaba, presuntamente, a explotar sexualmente a mujeres de origen venezolano en pisos de citas de la provincia de Albacete. La organización, liderada por un matrimonio de Venezuela, captaba a las víctimas en su país de origen con falsas ofertas de trabajo.
Una vez llegaban a España, las mujeres eran obligadas a ejercer la prostitución bajo amenazas de muerte hacia ellas y sus familiares. El clan también obtenía importantes beneficios económicos con el tráfico de drogas y el uso de tarjetas de crédito clonadas o sustraídas.
Seis mujeres liberadas
La investigación se inició a partir de un comunicado enviado por Interpol Caracas, en el que advertía de la existencia de una organización criminal asentada en España que se dedicaba a la explotación sexual de mujeres naturales de ese país. Una información basada en una denuncia presentada ante las autoridades venezolanas.
La operación policial ha finalizado con la liberación de seis mujeres y el registro de dos pisos en la ciudad de Albacete, donde se han efectuado las cuatro detenciones, y uno en el municipio de la Roda. En ellos se han intervenido 3.530 euros y 1.250 dólares en metálico, 20 teléfonos móviles, una balanza de precisión y diversa documentación relacionada con los hechos investigados.
Una deuda irrecuperable
Los detenidos captaban a mujeres venezolanas que vivían en una situación precaria en su país y a las que ofrecían un trabajo como asistentas de hogar en España. Sin embargo, la realidad era otra: una oferta de trabajo falsa y la obligación de devolver la deuda contraída por el viaje con el ejercicio de la prostitución.
Con el dinero obtenido, las mujeres tenían que hacer frente al pago del porcentaje que le correspondía a la organización, a los gastos derivados del alojamiento y manutención, y a la deuda contraída por el viaje, que ascendía a más de 4.000 euros.
Así funcionaba el entramado
Mediante el uso de la violencia y bajo amenazas de muerte hacia ellas y sus familiares, la organización les obligaba a prostituirse en los pisos que el propio clan controlaba. Allí eran sometidas a un duro control, con un régimen severo de multas económicas si desobedecían las directrices establecidas.
Los criminales ofrecían los servicios sexuales mediante anuncios en internet, con imágenes reales de las mujeres. Las citas con los clientes eran concertadas de manera telefónica por miembros del clan --las conocidas como mamis--, y eran forzadas a estar disponibles durante las 24 horas del día, incluso durante la primera fase del encierro obligatorio derivado del estado de alarma.
Los agentes han constatado que los cabecillas del clan incrementaban los beneficios de su entramado mediante la venta de estupefacientes a los clientes que acudían a sus pisos, y a través del uso de tarjetas de crédito clonadas o sustraídas para la compra de los billetes de avión con los que viajaban las mujeres desde Venezuela.