Bélgica registra ya 513 fallecidos por el coronavirus, pocos comparados con los que se cuentan en España, pero suficientes para empezar a dejar historias de las que dan la vuelta al mundo. Una de sus fallecidas, Suzanne Hoylaerts, era una anciana de 90 años que sacrificó su vida por la de alguien que pudiera aprovecharla más.
La mujer ha sido la protagonista de una de tantas y crueles historias que nos está dejando la pandemia del coronavirus al negarse a ser conectada a un respirador alegando que una persona joven lo necesitaría más que ella. Suzanne, desgraciadamente, falleció 24 horas después de tomar esta decisión.
Un sacrificio en favor a los jóvenes
Esta escena describe a la perfección uno de los grandes dilemas de la crisis sanitaria. No solo España tiene problemas de espacio en los hospitales, algo que Bélgica y Holanda tienen claro y lo han plasmado al tomar la decisión de priorizar vidas jóvenes por encima de los más mayores. Pero una cosa es que lo diga el gobierno del país y la otra son los gestos de los ciudadanos.
Suzanne Hoylaerts, una anciana de 90 años y natural de la localidad belga de Binkom --a 40 kilómetros de Bruselas--, renunció a un respirador a pesar de haber dado positivo por Covid-19. La mujer les dijo a sus médicos que "he tenido una buena vida y no me preocupa morir, en absoluto". Rehusó el aparato de respiración en favor a personas más jóvenes que lo necesitaran más que ella.
"Ya he tenido una buena vida"
Su historia la ha dado a conocer el diario belga Het Laatste Nieuws, que han entrevistado a la hija de Suzanne para conocer su historia. La anciana se contagió del coronavirus, a pesar de haber estado confinada. No tuvo tos ni fiebre, pero perdió apetito y se vio obligada a ingresar en el hospital por su maltrecha respiración. La hija de la fallecida comentó que, además, Suzanne había pasado previamente por una neumonía.
La saturación de oxígeno estaba en unos límites muy delicados y, cuando dio positivo por Covid-19, los médicos decidieron que lo mejor era que se quedara para poder controlarla mejor. Los sanitarios siguieron con el protocolo y, cuando iban a aplicarle un respirador artificial, lo rechazó: "Guardadlo para los jóvenes, ya he tenido una buena vida". Así lo hicieron los médicos pero, al día siguiente, pasó a ser una cifra más de víctimas por el coronavirus. A pesar de esto, su gesto quizás evitó que fuera otro --o más-- el que se sumara a la lista.