Jérôme Hamon, el primer hombre en superar dos trasplantes de cara
Tras recibir su primer trasplante en 2010, la prensa le otorgó el apodo de "el hombre de las tres caras"
19 abril, 2018 15:31Jérôme Hamon sufre desde hace años un caso claro de neurofibromatosis 1, también conocida como enfermedad de von Recklinghausen, una condición autosomática que se manifiesta a través de lesiones cutáneas moderadas, complicaciones ortopédicas severas o alteraciones funcionales. Tal fue la influencia de dicha afección sobre su organismo, que en 2010 el equipo de médicos responsable tomó una difícil decisión: someterle a un trasplante de cara integral.
Jérôme Hamon y su médico, Laurent Lantieri / PHILIPPE LOPEZ
La operación fue un auténtico éxito. Sin embargo, unos meses después y tras ser diagnosticado de un resfriado común, Hamon consumió un medicamento incompatible con el tratamiento inmunodepresor que ya seguía. Este provocó en el paciente una serie de síntomas de rechazo crónico que destrozaron por completo su nuevo rostro.
A la espera de un donante compatible
Hamon permaneció ingresado más de dos meses en la unidad de cuidados intensivos del hospital Georges-Pompidou de París, Francia, a la espera de un donante compatible. Finalmente, este título recayó sobre un joven de 22 años, fallecido a kilómetros de distancia de la capital francesa. Fue entonces cuando Hamon, de 43 años, pasó una vez más por el quirófano en compañía del cirujano plástico Laurent Lantieri, la noche del 15 al 16 de enero.
Cirujanos en plena intervención / CREATIVE COMMONS
"He rejuvenecido 20 años", aseguró con alegría el paciente durante la rueda de prensa celebrada tres meses después de la intervención, que llegó a superar las 16 horas. A pesar del increíble avance, Hamon todavía continúa con la cara prácticamente paralizada, ha vencido múltiples complicaciones y sigue bajo un fuerte inmunodepresor para evitar otro rechazo.
Un ejercicio de aceptación
La historia de Jérôme Hamon pasará a la posteridad como un ejemplo claro de voluntad, valentía y superación, pues a día de hoy nadie ha conseguido superarle en tan loable hazaña. "Tras el primer trasplante, acepté inmediatamente el injerto. Lo consideré como un nuevo rostro y ahora es lo mismo. Si no hubiera aceptado esa nueva cara habría sido un drama. Efectivamente, es una cuestión de identidad", explica Hamon. "Pero ahora está bien, soy yo".