Paula Cancio: “Estar en una serie o película depende muchas veces del número de 'likes'”
La actriz representa junto a Miguel Ángel Solá 'Doble o nada', una obra sobre el poder, el periodismo y el papel de la mujer
22 agosto, 2021 00:00Paula Cancio (Madrid, 1985) sigue imparable con Doble o Nada, un montaje teatral basado en la obra Testosterona de Sabina Berman. Empezó con ella en 2015 en Argentina donde tuvo un gran éxito y desde hace cuatro años se mantiene perenne en la cartelera de la capital, ahora en los Teatros Luchana.
La actriz siente absoluta devoción por el texto. La historia relata el conflicto que se genera entre dos personajes, un hombre (interpretado por Miguel Ángel Solá) y una mujer. A partir de allí se abre una trama que circulará entre la ambición, el engaño, las trampas y las miserias humanas.
Amor y pesar
Ella y su partenaire en la vida real y en las tablas han recibido numerosos premios por el espectáculo que habla del poder, el periodismo, el papel de la mujer y las relaciones. Unos temas sobre los que Cancio reflexiona también en esta entrevista con Crónica Directo.
La madrileña se siente comprometida con el teatro y con la actuación y lamenta que en ocasiones las nuevas tecnologías empañen una profesión a la que tanto ama y a la que se ha dedicado desde que empezó en 2007. Pese a todo, se muestra esperanzada y lucha para levantar una obra a la que le ha dedicado ya seis años de su vida.
--Pregunta: ¿Cuál es el secreto de esta obra para mantenerse tantos años en cartel?
--Respuesta: Es pura actualidad. Ves reflejado sobre el escenario lo que nos sucede, todas las cosas que nos cuestionan la forma de actuar, el sistema. Todas estas inquietudes se ven y el público ve que hacemos de espejo.
--¿Cómo definiría su personaje?
--Es una mujer muy comprometida con su trabajo y con la vida, con fuertes convicciones. Tiene una manera de liderazgo muy orientada hacia lo personal sin olvidar la tarea. Es muy abierta, con muchos ideales, sexualmente sin prejuicios. Y, más allá de sus ideales, se encuentra en un momento de la vida, envuelta en un sistema patriarcal muy arraigado, en que tiene que decidir entre ascender laboralmente o formar una familia. Es una mujer de hoy, con convicciones solidas pero que se ve abocada a sobrevivir en una jungla dominada por los hombres.
--¿Y, como el personaje, se ha tenido que jugar todo alguna vez a todo o nada?
--Sí. En esta profesión cada día es un todo o nada en el que tienes que tomar decisiones arriesgadas porque como actores no hay nada seguro, siempre estás en una zona de una gran incertidumbre. Las decisiones son un salto al vacío y confiar.
--¿Cuando se fue a Argentina fue algo así?
--Exactamente. Me la jugué y confié ciegamente en la vida. Aquí trabajaba, y bien, conocía el entorno. Pero me gusta salir de esa zona y fue un reto. Pero cuando salió la oportunidad no dudé mucho, porque era un país que en lo teatral y actoral me atraía.
--La obra habla del poder, de la ambición, ¿cree que esa ambición ha impregnado ya a todas las clases?
--Creo que ha ocurrido siempre, pero se ve más con las redes sociales. Tienen cosas maravillosas, como democratizar cierta cultura y que te reconozcan, pero ahora mismo cualquiera puede ser actor. Esto es algo que de alguna forma influye, porque muchas veces el hecho de que estés en una serie o una película viene determinado por el número de likes, y si no estás metido en este mundo sino en el teatro, te perjudica. Ahora el poder se mide de otra forma, es el poder digital, en las redes, y eso determina cómo te va, al menos en la profesión. Uno está en el teatro, sobre un escenario, haciendo su trabajo y parece que tiene menos importancia que el número de seguidores. Esto es algo desmoralizador para quien ama la profesión porque no es algo que te enseñan la escuela de interpretación. Ahora el poder está en otro lugar.
--Con esta cultura de los likes y de las pantallas, ¿el teatro ha perdido reconocimiento? ¿Hay una depreciación del teatro?
--No creo. Con la pandemia, es cierto que las pantallas han sido una de las grandes salvaciones para aguantar el confinamiento. El teatro en España, antes del Covid, vivía un momento mágico, la gente iba mucho al teatro y fue uno de los motores que nos hizo venir aquí cuando decidimos cerrar nuestra aventura en Argentina. Y hablamos de obras de texto. El teatro puede tener momentos de bajón, pero es tan necesario que nunca muere.
--La pandemia ha sido uno de estos momentos con el cierre de salas y de algunas compañías. ¿Considera que se ha gestionado bien?
--Es muy difícil de decir. Creo que se han visto abocados a tomar decisiones, a veces erróneas, pero es la primera vez que pasaba y los políticos son humanos. Y el teatro es presencial. Eso sí, la cultura desde hace un tiempo se ha ido diciendo que es un bien de lujo y no necesario, por lo tanto, si se piensa así, se convierte en la última mona a la que se va a tomar la atención. Pero no soy nadie para emitir un juicio sobre cómo lo han hecho.
--En los medios, en cambio, sí se ha hecho. Ahora que interpreta a una redactora de un periódico, ¿cómo ve el sector?
--Yo soy hija de periodistas y siempre lo he mamado. La búsqueda de la verdad, para mí, era el propósito del periodismo, pero ahora creo muy poco en la información que se da, me parece que está muy manipulada por intereses de las personas que consumen el periodismo. Siento una perdida de fe. En los diarios ahora no lees hechos, lees intereses. Lees la misma noticia en dos diarios distintos ¡y varía tanto! Y me hace dudar. Para mí es una pena.
--Otro punto clave de la obra es el papel de la mujer. Su personaje se enfrenta al poder patriarcal como dice. Los movimientos feministas son cada vez más escuchados, pero salen voces muy críticas con eso, incluso niegan la violencia como mujer. ¿Qué posición tiene al respecto?
--Quien quiera negar lo que está demostrado, que lo haga. La herencia patriarcal es larga y va a tomar tiempo, por lo que son necesarios estos movimientos. En los altos cargos se ven esos legados. A medida que asciende gente joven, hay personas con otra consciencia y la igualdad va por buen camino. La igualdad bien entendida. Yo entiendo el feminismo como la igualdad de derechos entre hombres y derechos, no la confrontación o la lucha, ni ser superiores a los hombres. Necesitamos la igualdad y sin los hombres tampoco arreglamos nada, los necesitamos a nuestro lado para lograr esa igualdad. Hemos de ser conscientes de eso, no polarizarnos, sino unirnos para tratarnos como personas con independencia del sexo de cada cual. Además, están los movimientos LGTBI, entre ellos los trans, por lo que esa dualidad es algo de otra época. La inclusión es clave.
Esto tiene que ver con la obra. El texto no juzga a los personajes, son los espectadores los que sacan sus conclusiones. El público a veces se posiciona al lado de ella y otras al lado de él, sean hombres o mujeres. Porque son personajes que están en una jungla y sacan lo mejor y lo peor.
--¿Usted ha vivido machismo en este sector?
--Yo llevo años en este mundo y en algunos casos que me he encontrado he dejado claros los límites y no he tenido mayor problema. A nivel personal, no lo he vivido, pero no se puede negar que muchas mujeres lo han vivido. Lo hemos visto incluso en las olimpiadas y no sólo el abuso sino las consecuencias mentales que provoca.