Terenci Moix fue un icono de la cultura catalana. Llegó con voluntad de romper con la mojigatería que él le atribuía a la Colometa de La plaça del Diamant y habló de sexo y relaciones homosexuales en un catalán refinado y elevado en la época más gris de este país.
Siempre tuvo claro que él quería ser como las estrellas de Hollywood que le fascinaron de pequeño. Se escapaba incluso del colegio para asistir a las sesiones dobles si hacían una película de algún intérprete al que idolatraba. El objetivo lo cumplió con creces.
Terenci, una revolución
Remover el avispero literario catalán le dio un nombre muy pronto. Su precisión poética de la palabra adecuada para relatar una realidad mundana convertía un encuentro sexual en un acto lírico. Luego, haría de la historia egipcia un culebrón novelado, de las historias del papel cuché una crítica sardónica de la sociedad político-social española y, finalmente, de sus autobiografías, una fabulación infinita.
Así es como vivía realmente. Así se contaba su vida y así se titula el documental que ha dirigido y escrito Marta Lallana, con la ayuda de Álvaro Augusto como coguionista. Una realizadora de 29 años y un guionista de 33 hablando de un literato que murió en 2003. La pregunta es obligada. ¿Cómo llegaron a Terenci?
“Yo a los 13 años empecé a leer a Terenci, más o menos en el año de su muerte”, recuerda Lallana. Ese fue su primer contacto. Pero no fue entonces cuando ya pensó en el filme, como es obvio. Salió de otra película que vio hace dos años y medio. “Estábamos tomando unos gintónics con unos amigos. Comentábamos un documental que habíamos visto y que fue nominado al Goya, Anatomía de un dandy, sobre Francisco Umbral, y uno de los presentes lanzó que se tendría que hacer lo mismo con Terenci Moix. A todos nos pareció tan buena idea que nos pusimos manos a la obra”, relata a Crónica Directo.
Y así fue. Fue mucho trabajo de documentación. La misma directora reconoce que tuvieron suerte de poder tener acceso a una gran cantidad de material de archivo de TVE en el que aparecía el escritor. Y es que Terenci: la fabulación infinita es una película y una serie que retrata el personaje mediático de Moix, la vida que vendía Moix. Del icono pop que fue Terenci.
La cara y la cruz
Y así lo muestra la película que se ha estrenado en cines este 15 de septiembre y que el 22 llegará a Filmin en formato serie. Se trata de un repaso a esa vida alocada, divertida y también sufrida de Terenci. Un escritor que quiso y supo enamorar a las cámaras sin ocultar su condición sexual en la España tardofranquista y de la Transición, un amante del cine que no siempre supo amar a sus parejas, pero que se quería tanto a sí mismo y a lo que él se había construido que no se separó nunca de esos Ducados que le causarían el cáncer que acabó con su vida.
Para contar todos estos episodios, Lallana y Augusto cuentan con amigos, familiares y otros personajes con los que Terenci compartió buena parte de su vida, pero de ellos destacan especialmente dos. Por un lado, Enric Majó, el actor que fue pareja del literato durante 14 años y que habla por primera vez de su relación 40 años después de la ruptura. Por el otro, Colita, la fotógrafa de la Gauche Divine barcelonesa, que habla sin tapujos de las excentricidades de su difunto amigo. Y allí llega la primera sorpresa del documental. No es hagiográfico, destaca las partes más oscuras del protagonista.
“Todo aquel que tenga una imagen ya establecida de Terenci, de persona brillante, divertida, ingeniosa que aparecía en los medios de comunicación, se va a sorprender. Precisamente porque el documental lo que hace es explorar el lado menos visible de él, aunque él nunca lo ocultó. Es ese lado cruel, rencoroso”, advierte Álvaro. Una advertencia que suscribe Lallana: “Hemos hecho un retrato valiente, poliédrico que tiene sus partes más oscuras, como todos”. Así es, y el espectador, lo agradece. Porque, además, se ríe.
La película, “que es un tráiler largo de la serie”, sabe combinar testimonios con imágenes de archivo junto con otras grabaciones que evocan las historias que se relatan. Es todo un viaje por la memoria de un personaje que cambió el país y la manera de ver a los escritores que, hasta entonces, eran seres intocables, esnobs y pedantes. “Terenci fue el escritor que menos vivió como escritor. El estatus de Terenci era el de una estrella de pop, directamente”, asegura Álvaro.
Visionario y revolucionario
De hecho, como relata el mallorquín y se confirma al ver el documental, Terenci tenía una estrecha relación con los medios de comunicación. Participaba activamente de ellos, los iba a buscar, los consumía. “Era una simbiosis”, reconoce Lallana. “Él se aprovechaba mucho de que los medios estaban mucho por él y, al revés, para los medios daba mucho contenido”. En definitiva, uno de los primeros escritores pop de España, sólo comparable, tal vez, con Capote en Estados Unidos.
Ahora es algo muy común, pero para entonces no era tan habitual. Si precisamente Moix suscita interés hoy es por todo lo que él consiguió, lo que él hizo por un país sin ser un firme militante de nada más que de sí mismo. Álvaro Augusto mantiene que este personaje tenía unas cualidades claras “que incluso han definido nuestra sociedad”, de las que destaca tres: “Una es la cuestión LGTBI, evidentemente, abrió camino a todos los que han venido después, desde Boris Izaguirre a Samantha Hudson. Por otro lado, esa idea de mezclar alta y baja cultura, que es una cosa habitual, pero en la que él fue un pionero. Y una tercera es esa idea de construirse un personaje, de ponerse una máscara, algo que hoy hacemos en redes sociales. No construimos una vida alternativa, pero sí una versión mejorada de nosotros mismos en la que tenemos una vida más maravillosa. Pero eso Terenci ya lo hizo en su momento, cuando no lo hacía nadie”, concluye.
Pero en un país en el que la memoria es corta y en que los ídolos pasan tan rápido como una storie de Instagram, Terenci parece ser una figura del pasado. Por mucho que nos siga explicando como sociedad. Para Augusto, la respuesta es más sencilla: “Terenci era el mejor publicista de sí mismo”.
“Había gente que leía sus novelas porque le gustaban, pero muchísima gente lo hacía más por el personaje que por la novela en sí. O sea, Chulas y famosas, Garras de astracán, son novelas menores, son divertimentos, en el mejor de los casos, y la gente las compraba porque Terenci salía en los medios de comunicación y era tan divertido y era tan ingenioso que eso casi te aseguraba que sus novelas iban a ser igual de divertidas. Pero una vez que desaparece el personaje, la obra, de alguna manera, queda huérfana, no le falta eso”, asevera. “Nadie ha ido más atrás, nadie ha ido a redescubrir, esos inicios de Terenci o el de las memorias. El que tenemos en la cabeza es el Terenci de No digas que fue un sueño”. Lo que esperan es que ahora, tras la película y la serie, puedan hacerlo. Sientan esa curiosidad.
- ¿Y podría aparecer ahora una figura como Terenci Moix?
- Álvaro: Lo veo bastante complicado, porque en estos momentos sería bastante censurable por muchos de sus comportamientos. Sin esas aristas, más oscuras, por supuesto.