Nacida en Badalona, Melani Olivares hace mucho tiempo que se mudó a Madrid. No tenía claro que quería ser actriz, entró casi porque la vida la llevó hasta allí. Y no le ha ido mal.
Series como Policías o Aída la catapultaron a la fama y ha participado en diversas películas y obras de teatro. En Cataluña se la ve menos, Benvinguts a la familia es de lo poco que hizo aquí. Fue en TV3 y en catalán, pero ni su director, Pau Freixas, conocía que de su catalanidad y eso que estuvo en De moda.
Pasado, presente y futuro
Amable, abierta y curiosa, la actriz reconoce haber pasado una mala racha, a pesar de que muchos la reconocen por la calle. El Covid fue un duro golpe para muchos intérpretes, pero ha sabido salir adelante mucho más reforzada. Ha entrado en una serie diaria, Amar es para siempre, con un papel de mala malísima, alejado de lo que realmente es ella, y el público la sigue adorando, pero tiene mucho más en proceso.
Una obra de teatro propia, una serie y un libro propio están en ciernes, porque tiene claro que, como madre, una no está sola y tiene que sacar adelante a la familia. Por eso, y porque parece tener una tendencia innata a comunicar, como demuestra en esta extensa charla con Crónica Directo.
--Pregunta: No para. Más allá de 'Amar es para siempre', tiene pendiente de estreno una serie y, además, un libro.
--Respuesta: Esta profesión es súper cíclica. Cuando tú te crees que de repente estás en un gran momento, resulta ser que vuelves otra vez a la mayor mierda. No creo que nunca haya habido una estabilidad ni en mi carrera ni en la de muchos. Es verdad que yo he tenido la grandísima suerte de estar currando a saco durante mucho tiempo. De repente, en pandemia, me fui un poco al garete. Coincidió con la edad que tenía yo, que no estaba ni en un lado ni en otro. Estás en tierra de nadie. Pues yo me sentía un poco así, un poco en tierra de nadie. Me he saltado algunos papeles y ahora ya estoy en el de madre de adolescentes, con lo cual ahí también hay más chicha, hay más trabajo.
--Pero ahora cada vez hay más mujeres directoras y guionistas. ¿Todavía sigue siendo un hándicap para las actrices?
--No, lo que hay son determinados momentos en los que hay personajes que por la edad que tú representas son más difíciles de encajar. No es que no haya papeles ni que sea un hándicap la edad. Es un premio que te da la vida, estás vivo.
--No hace falta que lo diga, ahora es una de las protagonistas de 'Amar es para siempre'.
--Antes de Amar, yo vi que la cosa volvía otra vez a ponerse en su sitio y a empezar a trabajar, aunque el presupuesto era muy precario y tal. Empecé con La reina del pueblo, de Atresmedia. La serie me dio una oportunidad de la hostia de pillar un personaje y quitarme todo lo que eran inseguridades, tabúes, aceptación conmigo misma, no filtros. Esa transición me ayudó un montón, porque era un personaje que realmente no tenía filtro ninguno. Y yo soy muy así también, aunque es porque no me doy cuenta de que no lo tengo, por inconsciencia. Entonces me recuperé a mí misma y empecé otra vez a tener la seguridad que yo había tenido. A partir de ahí pasó Amar.
--¿Y qué tal?
--Este es un personaje muy alejado a mí, muchísimo. Es una villana. Y no lo digo porque yo sea buena, sino porque no soy tan villana. Y sobre todo por el estatus social que tiene, por cómo se comporta, cómo son sus relaciones, su ideología, cómo se mueve, cómo se habla.
--¿Fue fácil?
--No hay mucho tiempo para ensayar nada. Cuando te metes así, y más cuando es un personaje troncal, protagonista. Después de decir que no lo podía hacer, volverme loca por mucho texto y sentir que no tenía el personaje, el primer día cuando caí en barrena. Le dije al productor que eso yo no lo iba a saber hacer. Tras decirme que él también tenía un poco de miedo, yo dije, pues, ¡y una mierda! Entonces probé el personaje en escena, fui a acierto y error y hacer como si fueran ensayos. A partir de ahí fui construyendo, porque yo me angustiaba por el hecho de ir a decir un texto solo y ha funcionado.
--Pero usted ya ha estado en series.
--Pero es mi primera serie diaria y yo no puedo dejar de elogiar a la gente que está ahí tantísimos años porque es una maldad, no está para un niño. Es mucho trabajo. No sólo el que haces ahí, es que luego llegas a casa y tienes que ponerte tres horitas a estudiar. Más el fin de semana que te haces un planning de todo de lo que tienes durante la semana. Es mucha disciplina y me ha ido muy bien. Al principio me quería suicidar, pero ahora no (ríe).
--Pero además está creando una serie propia y en breve saca un libro… ¿De dónde saca el tiempo?
--Es viable. No puedo dejar de crear (sonríe). La serie la empezamos a maquinar en confinamiento, con mi amigo Pablo y yo, con mucho vino y muchas experiencias que necesitábamos plasmar. Y resulta que igual de locos que nosotros estaba la Caña Brothers, que se ha unido a nosotros como productora para sacar adelante el proyecto. Sólo puedo decir que vamos a empezar con el proceso de guión en un par de meses.
-- ¿Nos puede dar algunas pistas?
--La protagonista es una actriz venida a menos, con una madre alcohólica y tres hijos, una adoptada, una con altas capacidades y otra u otro, que todavía no sabemos cómo vamos a enfocar. Nosotros queremos que sea un niño, que sea niña o a la inversa y vivir todo el proceso con él desde la ignorancia de una madre que no tiene ni idea de cómo se hace esto.
--¿Diríamos que en cierta parte es autobiográfica?
-- Es un personaje que realmente sí tiene muchísimo de mí, muchísimo, pero el personaje está ficcionado absolutamente. Pero no te voy a decir otra cosa, mejor que no se sepa nada más.
--Bueno, pues ¿cómo es ese salto de actriz a guionista creadora?
--La necesidad, cariño, la necesidad, ya no solo económica, sino la necesidad de querer contar y de querer contar historias también que realmente te toquen y que sepas de lo que estás hablando. Porque muchas veces te documentas, haces un trabajo previo de la hostia para saber de qué estás hablando y de qué tipo de persona es a la que estás interpretando, pero en este caso, pues, es la acción más clara.
--Habla de la necesidad y antes mencionó inseguridades. ¿Ha pasado por muchos momentos así?
--No ha sido fácil, porque tú estás acostumbrado a un nivel de vida también. Yo llevaba 25 años trabajando muy bien, mis hijos estaban acostumbrados también a otra cosa. Porque en mi casa cuando hay, hay y cuando no hay, pues no hay. No hay planificación. Ellos saben el trabajo que yo tengo y saben que estoy sola yo con ellos. El nivel de exigencia es más conmigo que el de ellos. Pero sí ha sido difícil. Pensar ¿qué pasa? ¿Por qué no lo entiendes? Porque en esta profesión no dependes de ti, siempre estás esperando a que te llame otro. Por eso con Pablo Álvarez decidimos los dos entre copas de vino, que ya estaba bien de esperar a que nos llamaran y que íbamos a hacer algo que fuera nuestro y que realmente lo quisiéramos contar nosotros y que lo levantaríamos desde el principio. Yo no soy una persona que me regodeo en la mierda, pero sí que hubo momentos complicados. Porque si estás tú solo, pues tú solo tiras con lo que tengas, Pero cuando tienes ya una familia detrás, te cagas.
--Y tras los hijos, llega el libro
--¡Ay! Este libro me está removiendo más de lo que yo pensaba, fíjate. Porque este sí que soy yo. El otro te lo puedo camuflar, pero este sí. Empezó como un libro que iba a ser de reflexiones en alto, con fotos tipo Instagram, pero necesitaban una base previa para saber de dónde veníamos para llegar a esa conclusión. Entonces hay una parte autobiográfica, que es de uno de los capítulos, que es de mis inicios en la profesión, de un poco de mi barrio, de mi núcleo, de dónde vengo. Porque si no, no se entendía muy bien todo lo demás. Es muy bonito, la verdad. Lo estoy haciendo con Bea Cuevas, que es una diseñadora gráfica maravillosa y que está transcribiendo todas las reuniones que estamos teniendo. Yo no quiero sentar cátedra de nada, no es un libro de autoayuda, ni muchísimo menos. Es un libro que nace de la necesidad de poder expresarme con libertad, sin hacer ningún tipo de juicio. Siempre se te va, porque estamos socialmente machacados con eso, pero yo intento no juzgar a la primera. Eso es un poco lo que yo quería poder transmitir. Luego ya me juzgarán otros.
--Eso es algo que se da mucho en su profesión, porque además se ponen delante de unas cámaras, en los escenarios, las redes. ¿Lleva mal eso?
--Mira, hasta esta navidad no había tenido haters de esos. No sé por qué, porque no le caigo bien a todo el mundo, eso es evidente. A mí tampoco me cae bien todo el mundo (bromea). Pero lo cierto es que yo no entro, porque es de una persona que encima no conozco de nada, que me dan igual. Ahora eso me lo dice mi amigo, me lo dice mi hija, pues evidentemente escucharé para poder seguir creciendo más que nada. La autocrítica también es importante y que te pongan un espejo delante en muchas ocasiones, pues a mí me ha venido de lujo.
--Bueno, ¿y qué vamos a descubrir de esta Melani en la serie y en el libro?
--Pues que soy una contradicción con patas y que no doy nada por hecho. Que me gusta estar siempre en la búsqueda.
--Y ya que allí habla de sus inicios y que usted es de Badalona. ¿Cómo fueron y en qué momento da el salto a Madrid?
--Está en el libro también eso, en un capítulo que es gitana y charnega. Yo vivía en Artigues, un barrio que colinda con San Roque. Allí no había mucha afición a la interpretación ni nada de eso y yo tampoco la tenía. Yo no fui una niña que de pequeña quería ser actriz. Yo quería ser bailarina y me interesaba el poder expresarme porque yo veía que, de alguna forma, yo cuando bailaba me olvidaba de muchas cosas. Y a raíz de ahí estudié en el Institut del Teatre. Hubo una beca para irse a Leningrado y me dije, pero no me gustaba. Entonces mi tía, que era maniquí en esa época, había estudiado, había hecho un curso de pasarela, hice pruebas y ahí empecé a trabajar en anuncios y vi que lo que me molaba era el vídeo. Todo de una forma muy inconsciente también. Por entonces hice el programa de Leña al mono que es de goma con Tony Aguilar y con Paco Pil, con Elizabeth Bonatte. Ahí ya había unos sketches, un director que nos dirigía y vi que es lo que quería. Pero no tenía ni puta idea, también te digo. Pero sí, entonces me vine a Madrid, hice un casting para una peli con Chus Delgado con el currículum que me había hecho un representante que acababa de aparecer en mi vida. Era todo mentira, yo no he hecho nada de todo esto. Yo fui sincera e hice la prueba, me cogió para la peli, vi que no tenía ni idea y me vine a estudiar a Madrid. Pero todo fue un proceso, no fue un día me levanté por la mañana y estuve ya en Madrid..
--Pero también trabajó más adelante para TV3 en 'Benvinguts a la familia'. ¿Fue su primer trabajo en catalán?
--No, yo había hecho con Dagoll Dagom, con Jordi Frades. Hice de charnega, la Mari, que hablaba en castellano. Bueno, medio en castellano, medio en catalán. Igual tendría 26 años, o 25. Y hasta los 44 no he vuelto. Pau Freixas, que se acababa de enterar de que era catalana, me llamó para hacer la serie.