Diego Cantero, más conocido como Funambulista, se ha consagrado como uno de los artistas más conocidos del pop español. Tras el éxito de los singles de adelantos como Me gusta la vida, Superpoderes, Hasta que amaneciera, el cantautor presenta su nuevo disco, Animal. Un álbum compuesto por canciones pensadas para perdurar en el tiempo más allá de modas y tendencias musicales. El próximo 2 de febrero el intérprete actuará en la sala Apolo de Barcelona.
"Si uno no pretende hacer canciones que perduren, no lo va a conseguir. Yo pretendo hacer temas que dentro de 10 años no te hagan sonrojarte o sentir vergüenza", explica el artista en una llamada con Crónica Directo. "Yo pretendo crecer con la gente y ojalá lo consiga. En eso tiene que ver usar los ingredientes de una manera correcta y no ponernos ahora a ser los más transgresores e ir donde va todo el mundo".
--Ya tiene su disco nuevo en el mercado, ¿cómo se siente?
--Cuando uno saca un disco la sensación es de alivio. Lo hemos vuelto a hacer, hemos vuelto a hacer un disco cuando parecía imposible escribir la siguiente canción. Tengo la sensación de haber hecho lo mejor que sé y creo que eso es lo que me provoca tranquilidad, saber que, para bien o para mal, ahí están las mejores canciones que he podido escribir producidas de la mejor manera. La música sirve para tantas cosas que ahora solo queda ver si alguna de mis temas tiene utilidad para alguien.
--¿Cuándo se empezó a gestar?
--La verdad es que no paro de escribir, no suelo parar una etapa entre un disco y otro. En pandemia puede ser que empezar a gestarse esto y de hecho ahí nacieron las canciones más optimistas. Luego fue empezar a decidir qué hacíamos. También es la primera vez que monto mi sello discográfico y tengo que tomar todas esas decisiones. Decidí llegar a este momento con un disco del que ya se conocían bastantes canciones, que ya ha tenido bastante recorrido y que ya nace habiéndonos dado muchas alegrías.
--¿Por qué decidió hacer su propia discográfica?
--A uno le gustan los retos. Con los años me he dado cuenta de que me he hecho con un equipo de amigos y sabía que éramos capaces de hacerlo todo. Sí que es verdad que he dedicado también parte de mi tiempo a ser ese empresario que tiene que tomar decisiones de presupuesto, de dónde rodamos el videoclip o con quién fabricamos el disco. Pero no me ha importado porque estaba ilusionado y veía que la gente de mi entorno se implicaba más porque el proyecto era más mío y suyo. Y vale la pena, sin duda. Al final hemos hecho un disco que suena en la radio, que funciona y que la gente lo está acogiendo.
--¿De dónde viene el título, ‘Animal’?
--Siempre que voy a englobar los temas busco qué hay en común entre todos. La primera palabra que salió fue "instinto”, porque son temas mucho más instintivos, menos meditados. Antes, cuando me ponía a escribir una canción de desamor, yo nunca culpaba a la otra parte de la historia, siempre me ponía en el lugar más objetivo posible porque entendía que desde ahí se podían sacar muchos más matices. No se trataba de culpar, sino de entender. Y esta vez me ha salido mucho más visceral. Las canciones de optimismo son terriblemente optimistas y las que hieren, lo hacen a puñal. Me han nacido así, le he encontrado ese nexo. Si hay algo que se imprime ahí es ese instinto que de alguna manera está relacionado con la palabra “animal”.
--¿Muestra más de sí mismo?
--A nivel de escribir letras acabas maquillándote menos, no eres tan bueno. Si me cago en algo, lo hago y ya está. Eso antes igual lo hacía mi intimidad y esperaba a que se me quitara el cabreo para dar una imagen menos agresiva. Y en la música igual. Llevo ya muchos discos y cada vez me preocupa menos cómo suena. Me he pasado muchos años loco con el sonido y luego me doy cuenta de que yo escucho las canciones de otros y nunca me fijo en si la guitarra la han ecualizado de cierta manera. Me fijo en si me emociona, si me llega y me transmite, porque, aunque la caja esté perfectamente cualificada, si la canción no vale, no se va a transmitir nada. No quiere decir que le damos menos importancia, quiero decir que le damos importancia a cosas distintas.
--Parece más libre que nunca...
--Cuando un proyecto es de uno más que nunca y ha tomado todas las decisiones, la satisfacción es mayor. Nunca he sentido falta de libertad, ni estando con multinacionales, nadie jamás me dijo que no hiciera algo, pero es una sensación. He elegido al fotógrafo, he elegido al diseñador, he grabado con quién he querido... Cualquier duda era mía y, después de llegar a este punto, me siento muy orgulloso.
--Ha explicado que fue en pandemia cuando surgieron las canciones más optimistas, como 'Me gusta la vida’.
--Como siempre, las canciones son terapia y ganas de salvarte. Los temas que nacen en pandemia son las más optimistas porque son las que necesitaba oír. Necesitaba oír que teníamos motivos para tirar para adelante, seguir y que todo fuera a mejor.
--Muestra temas mucho más animados.
--Es experimentar en esa parte de la música y pensar que no todo el mundo escucha las canciones sentado en una silla con los cascos puestos y atendiendo todo el rato. La música sirve para acompañarte mientras haces la comida, cuando vas al súper, cuando vas en el metro y a mí me gusta esa idea de que también se puede bailar un poquito mientras te están contando cosas. Es quitarse importancia, entender que la música sirve para lo que la gente quiera usarla. Y creo que le he quitado solemnidad, me he dado menos importancia. He entendido que la música tiene mil formas y que no siempre hay que hacer que esa letra que llegue al fondo de tu ser, sino que a veces hay que pintar un paisaje determinado que pueda parecer menos trascendente.
--Se atreve con nuevos sonidos en el disco, ¿por qué?
--Son canciones que nacen a la mayoría en el estudio. Con Animal, por ejemplo, probablemente venía de escuchar a Ed Sheeran durante unas semanas y pensé cómo estaría yo por ahí. Me gusta verme en otros sitios y pienso seguir haciéndolo. No sé si será de esa forma o de otra, pero lo que sí pienso es seguir experimentando y no ser un artista que tiene un estilo concreto. Mi manera de escribir y mi voz es quizá el único nexo que puede ser continuista, lo demás debe ser un divertimento. Si no acabamos siendo reos de nosotros mismos.
--El disco tiene lugar para la crítica de la industria musical en ‘La Bohemia’. ¿Le frustra la situación que vivimos?
--Si te dijera que no te estaría mintiendo, pero tampoco es algo que ocupe mi vida. Yo me dedico a escribir canciones, muchas veces para otros artistas. Y muchos de esos artistas son chavales que están en esta onda del urbano y que de repente llegan a mi casa, les abro las puertas, les meto a mi estudio, les ofrezco mi experiencia, y muchas veces te das cuenta de que se pasan el día con el teléfono mirando Instagram, saliendo a hablar con su colega o haciéndose una foto. Te reconoceré que más de una vez en los últimos años he invitado a abandonar las sesiones porque prefería estar con mi hija en el parque a estar aguantando a un nini que al final, aunque lo que haga se llame música, los principios no son los mismos y no estamos aquí por lo mismo.
--¿Se lo encuentra mucho?
--Son algunos, no muchos, pero ocurre. Yo no suelo ser especialmente reivindicativo en las canciones, suelo dejar el mal rollo siempre del aparte, pero me nació pegarles la explicación y decirles que, si tienen suerte y la gente quiere escucharlos, se van a chupar carretera por un tubo, van a comer menú del día en la gasolinera, van a dormir en la pensión penuria porque no tendrán dinero para pagar otra, se van a levantar temprano y van a probar sonido a las tres de la tarde con 40 grados. Si no sabes eso y solo esperas que llegue el momento de que se encienda el foco y salgas súper guapo, te garantizo que no vas a durar ni media hora en este oficio. Uno que lleva 25 años y conoce esto, se permite a veces pegar la explicación.
--Dice que quiere crear canciones que perduren más allá de las modas. ¿Es posible ese formato ahora mismo?
--Fui a ver el documental de Sabina y la verdad que fue como un abrazo gigante. Me acordé de por qué yo me dedico a esto. Me vi reflejado en él, salvando la distancia, pero sí en los valores. Si uno no pretende hacer canciones que perduren, no lo va a conseguir. Yo pretendo hacer temas que dentro de 10 años no te hagan sonrojarte o sentir vergüenza. Yo pretendo crecer con la gente y ojalá lo consiga. En eso tiene que ver usar los ingredientes de una manera correcta y no ponernos ahora a ser los más transgresores e ir donde va todo el mundo. Prefiero que me digan hoy que mi disco es hortera y antiguo, pero seré igual de hortera hoy que hace 20 años y que dentro de 20 años.
--¿Es difícil no coger el camino fácil y sumarse a las modas?
--Es que no me gusta esa música. Es generalizar demasiado porque dentro de la música urbana hay cosas que me llaman la atención, pero eso no quiere decir que me las ponga en mi coche para disfrutar. Yo para eso me pongo a Sabina, a Concha Buika, a El Cigala, a Bruno Mars... me pongo la música que me eriza la piel y me vuelve loco. Además, el lenguaje de ahora me queda lejos. Sería un viejo intentando hacerse el joven diciendo que es “chachi piruli”. Quedaría absolutamente ridículo que ahora dijera “bro” o “me duele el cora”.
--Actuará en la sala Apolo en su próxima gira, ¿qué está preparando?
--Iremos a un montón de ciudades, entre ellas a Barcelona. Eso nos llevará también a una gira de verano que acabará en octubre y que nos iremos a hacer un tour europeo. Poca vista de parar y pocas ganas de parar. Yo quiero tocar a muerte, ir con mis músicos en la furgoneta y hacer lo que más me gusta.