La actriz Cristina Medina (Sevilla, 1971) es incombustible. Lleva más de 30 años en esta profesión, saliendo y entrando del mainstream y creando su propio sello personal, con su propia productora y sobre las tablas.
Una prueba de ella es su Lunátika, un espectáculo que se aleja del monólogo, ya que hace dos personajes, aunque ella los interpreta a todos. Con un humor absurdo, rozando el surrealismo, la actriz lanza mensajes que sacuden la conciencia del espectador.
Comedia y denuncia
¿Por qué hemos de lograr el éxito? ¿Y formar una familia? ¿Quién nos dice qué hemos de hacer y qué no? ¿Por qué obedecemos? Todas estas preguntas sobrevuelan el espectáculo que, a su vez, da pistas para liberarse de todo ello y reivindicar a los supernadie.
Las claves las da la propia Medina, que lleva toda una vida rebelándose contra todo ello. Crónica Directo conversa sobre todo eso y más antes de que su espectáculo aterrice el 9 de noviembre en el Teatro del Barrio de Madrid.
--Pregunta: ¿Cómo definiría 'Lunátika'?
--Respuesta: Yo soy muy mala para eso. Es un show de humor cuya estructura es la de una conferencia sobre la manipulación mental, nuestro espacio mental. Por un lado, está la doctora, la que hace la tesis; y por el otro, Mari Loli, su conejillo de indias. Todo el rato soy yo. No es un monólogo, pues, es un show de humor.
--Pero de un tema muy serio.
--Así es. La gente ríe donde están más las verdades del barquero. Lo vendemos desde el absurdo, desde el humor y cuando te das cuentas ves que me dicen cuatro verdades. Todo con el sello de la casa, un humor anárquico y absurdo.
--Es su regreso a su segundo o primer hogar, el teatro. ¿Cómo lo vive?
--Pues a veces pienso: "Dios mío de mi vida, por qué no me he cogido menos trabajo". Yo soy la jefa de la tribu, lo hago todo. Son muchas cosas las que están en el backstage y no se ven ni se tienen que ver. Pero detrás hay de todo, desde la Agencia Tributaria, la producción, la distribución hasta el cartel, las entrevistas... Ahora, me cogí unos días porque vi que me estaba estresando y no quiero.
--En este caso, es una valiente porque el humor no tiene prestigio y no solo porque hace carrera de actriz con eso, sino que dirige, escribe obras e incluso las produce.
--Como lo llevo haciendo 30 años estoy muy acostumbrada. Por allí, en el 88-89, cuando estábamos en la escuela de arte dramático ya nos íbamos a actuar a los bares, luego empecé a trabajar para productores, pero me aburría, no era lo que estaba esperando. Y monté Pez en Raya, la productora con la que estuvimos 13 años. Esa ha sido mi gran escuela realmente, porque allí lo aprendimos todo, a vender, a distribuir, a dirigir, a producir, a crear, a escribir... Desde hace ocho años tengo mi productora en soledad, LaMedinaES, y no sé qué me considero. Me levanto y pienso en hacer un show y me pongo. Yo lo que pienso es que me ha faltado oxígeno al nacer, porque otra explicación no tengo (bromea).
--El espectáculo habla de salud mental, que ahora se habla mucho de ella, y no tanto de lo que aborda usted, que es ese dominio mental.
--Nos controlamos nosotros mismos y es un debate infinito. La reflexión de Lunátika es esa: hasta qué punto somos lo que queremos o lo que se espera que seamos. Ya con eso de lo que se espera hay una manipulación desde pequeños y si nos salimos del carril que nos han enseñado y del que preferimos no salir a uno le da dolor de barriga, porque parece que es de locos o de una inseguridad bestial. Luego pasan los años y yo lo que sigo es mis instintos y no tanto la razón. Se tiene muy poco en cuenta la intuición, edificamos una serie de excusas en las que nos basamos para convencernos de que estamos haciendo siempre lo correcto. Como si lo correcto tuviera un lugar. ¿Qué es correcto? Es un debate inabarcable, pero sí creo que somos muy poco libres.
--¿Nos condicionamos demasiado?
--¡Mucho! Y tiene que ser ya, el yaísmo. El tengo que..., debo que..., ni hay que nada ni debes nada. Levántate y mira de dónde te sopla el aire. A ver, que hay unas obligaciones como ir a currar, que desgraciadamente esto no podemos saltárnoslo. Luego hay otras cosas en la vida a las que no prestamos tanto cuidado. Nos preocupamos por qué vamos a hacer en Navidad, en verano... Y en el camino, ¿qué?
--Ese camino, que también se ha forjado saliéndose de las líneas, ¿es difícil? ¿Cuesta salir de ese control?
--Yo considero que he estado siempre fuera del redil, me largo todo el rato. No sé si cuesta, pero es injusto, porque según qué personas crean envidias y arremeten, como decimos en la obra. Porque lo que defendemos es ser un supernadie, que es una bandera al fracaso, a no ser superhéroes, sino nosotros mismos. Eso es ser un supernadie y tener poderes, uno de ellos es que todo te la traiga al péndulo y sobre todo cuando no tenga nada que ver contigo. He escuchado comentarios muy dañinos de gente del gremio y de compañeros cuando realmente no estoy en su película, sino en la mía y mis historias. Yo me produzco mis movidas, me voy a los circuitos de teatro, estoy en los pueblos, mi circuito no es el comercial, es el cultural. Yo no monté mi compañía porque me fuera mal, me iba de puta madre, pero me aburría. Tuve que escuchar de todo y me tuve que dejar de todo, sangre, sudor y lágrimas. Literal.
--¿Eso se ve? ¿O la gente se queda únicamente con lo vistoso de la fama, de salir en la tele? ¿Duele?
--Pero la serie fue hace 15 años y yo llevo 30. Hay muchísimas cosas ahí. Y cuando estuve en la tele no me fui a hacer papeles de la novia de papá o mamá o la madre de mi tía Pepa. Yo seguí apostando por mis estilos y por mis historias en el escenario. Si me he casado, ha sido un poco con The hole, por la que me he partido el pecho. Me han venido ofertas a punta pala, porque como sales en la tele eres cabeza de cartel y yo seguía apostando por lo mío. Me decían por qué no hacía esto o aquello. ¡Porque no me da la gana! Porque no me gusta el producto. Yo no me voy a subir a un escenario a defender un producto que creativamente hablando no me gusta. Que lo haga quien quiera, yo no.
--¿No ha servido de mucho entonces lo de ser popular?
--No sé de qué, hay fines de semana para los que tengo 20 entradas vendidas. ¿La popularidad? Me río yo en su cara. Hay mucha fachada, se vende mucho humo y los ves allí haciendo entrevistas... ¡pero si somos unos mierdas! En el buen sentido de la palabra. Y muy orgullosa y con la cabeza muy alta. A tomar por culo tanto éxito, ¡si es mentira! El éxito es levantarte por la mañana y decir "olé yo y olé todo mi papo". Muchas veces ves a gente de esa y la filosofía de la queja va por delante.
--Finalmente, como dice la obra, ¿debemos reivindicar ser nadie?
--Un supernadie es estar en gloria con uno mismo. Hay mucha manipulación con esto de conseguir el éxito. Hoy en las escuelas de teatro, donde voy a dar algunas masterclass, cuando preguntas por qué están ahí la mayoría dice que porque quiere ser famoso, no tienen ningún input creativo. ¿En serio? Uno puede ser famoso y al cabo de un tiempo irte a la mierda y comerte los mocos fuertemente. Yo no entiendo ese leitmotiv. Cuando yo quise ser actriz, éramos unos frikis, nuestros padres estaban en contra porque aquello no tenía futuro, esa es la verdad. Lo digo yo, que siempre me ha ido bien y nunca he estado parada, pero lo veo en compañeros míos. Es muy difícil que te vayan bien las cosas.
--Y además supongo que en la industria también a uno le quieren dirigir y quieren ejercer el control de "ir por aquí", ¿no?
--Sí, el no rechistar a nada, tragar con todo... Mi padre decía: "Mientras más levanta la burra el rabo, más le mete el borrico el nabo", porque vamos tragando con todo y luego vamos a las manifestaciones a quejarnos de todo. ¿Pero si acabas de firmar este contrato cómo vas luego de manifestación? ¡Di que no! Cada uno que haga lo que salga del alma, pero si uno puede decir que no, que lo diga. Yo he pensado en meterme en algún proyecto y al ver los números pensar: "Si esto lo cobro yo, ¿el de la trompeta qué cobra?". Está en las manos de los que tenemos algún podercillo el plantarnos y decir según qué cosas.
--Cuesta ser coherente por eso.
--Mucho. Porque estás con un barco en medio del océano y el canto de las sirenas es muy atractivo. Es muy atractiva la popularidad, el lujo, las invitaciones aquí y allá, el ver la cuenta de tu banco abultada y decir "no" parece que cuesta y, si lo haces, te sueltan: "¡Qué haces, payasa!". Y no me da la gana vivir amargada, vivo una vez y quiero vivir en gloria.
--¿De dónde saca esa fuerza?
--Yo qué sé, soy así.
--¿Es el amor por el trabajo?
--A ver, para mí la creación es mi vida. Yo me levanto y ya estoy creando o pensando en qué voy a hacer. Yo estoy liada siempre. Y cuando me dicen que case a un proyecto con exclusividad a mí me suena a ciencia ficción. Me gusta mi profesión, fundamentalmente inventar.
--Y en 'Lunátika' crea y además suelta verdades aunque duelan.
--No, no duelen. Está todo tratado para dar pistas para la liberación. La gente ríe y con que nos pasemos un buen rato del copón... Y luego la gente que coja lo que quiera y si no que lo tire a la basura, que tampoco pasa nada, que tampoco estamos descubriendo aquí la pólvora.