Alejo Sauras (Palma de Mallorca, 1979) aterriza en el Teatre Romea de Barcelona con Edipo. A través de las llamas, la tragedia griega de Sófocles adaptada por Paco Becerra y dirigida por Luis Luque. Y sí, promete novedades.
Lo primero que se encuentra el espectador es la juventud de su protagonista. Lo segundo, un coro multicultural que en vez de cantar baila. Poco a poco se desvela que esta puesta en escena sobria y la atemporalidad de la que hace gala solo sirve para acercar un texto clásico a los jóvenes.
Miedo
Lo confiesa el actor a Crónica Directo. Está convencido de que no hay que tener miedo de adaptar grandes obras para hablar el mismo lenguaje de las nuevas generaciones. Lo importante es que se sientan atraídos y apuesten por llenar salas.
Convencido de la potencia del texto, el intérprete no puede estar más agradecido a los responsables del montaje de haber confiado en él. Superado el miedo inicial, cada vez disfruta más de un personaje de grandes emociones y temática. Eso sí, al acabar la emoción le embarga.
--Pregunta: Lleva ya más de un año con Edipo y en su estreno en Barcelona lo vimos emocionado al terminar la obra. ¿Puede ser?
--Sí, sí. Estaba emocionado. También hace bastante que no hacíamos la función, que para mí es muy especial. Tengo un gran compromiso con ella. El proceso para prepararla fue muy emocionante, pero es que además la función lo pide. Si entras en la función, cuando llegas a cierto punto te emocionas. No queda otra. Pasa todos los días.
--Y debe costar salir del personaje.
--Cuesta, claro.
--Dice que es muy especial para usted, incluso sintió miedo. ¿Lo sigue teniendo?
--No, miedo no, pero sí respeto. El día que me deje de dar respeto, seguramente dejaré la profesión.
--¿Pero por qué le tenía miedo?
--Porque es un personaje muy complicado. Hay unos cuantos personajes en esta profesión que se les llama imposibles y Edipo es uno de ellos. Es muy complicado trabajarlo, desarrollarlo. Creo que es bueno tener miedo, si no tienes un problema.
--¿Siempre ha de estar?
--El respeto siempre, aunque sea un personaje de una frase. Y el miedo es inevitable cuando te enfrentas a personajes tan grandes, bonitos y complicados a la vez, con tanto conflicto a la vez, porque has de hacer muchas cosas.
--¿Qué ofrece esta nueva versión de Edipo?
--Edipo es Edipo y no cambia. Le da lo mismo al público, desde un punto de vista actual. Esta función se escribió hace 2.500 años, la historia es la misma con salvedades representativas. La esfinge aquí se representa físicamente y creo que nunca se había hecho, en la original ocurre una peste y el director tiró porque fuera el fuego para que el espectador perciba el miedo.
--Entre los temas que trata está el de poder...
--No creo que afecte, pero no es el concepto que ahora tenemos de un rey. No creo que tenga similitud con los poderes que ostentan hoy desde cualquier prisma que lo quieras ver.
--Nos referíamos más a que Edipo dice no querer el poder cuando derroca a la esfinge, pero luego lo usa para que le cuenten la verdad sus súbditos.
--En realidad, les pide ayuda. Pero sí, usa las herramientas que tiene en esa época y en esa época eran personas. El poder es un instrumento necesario para lo que busca. Igual fíjate que no siento similitud con los poderes de hoy por cómo utiliza su poder, que lo utiliza para el bien (sonríe); sin embargo, hoy cuesta creer que los que ostentan el poder lo utilicen única y exclusivamente para el bien.
--La obra casi podría pasar hoy por eso, porque no se hace ninguna referencia temporal.
--El director quería hacer un Edipo joven porque los clásicos están muy alejados del público joven. Los directores de teatro hoy quieren acercar esos clásicos a los jóvenes y para hacerlos contratan a actores jóvenes.
--¿Se han desconectado mucho del teatro?
--No creo, los jóvenes siguen conectados al espectáculo. Antes solo había el teatro y ahora hay varias formas de espectáculos que no son solo teatro, pero siguen acudiendo. La diversión cultural es algo por lo que no todo el mundo opta, pero es muy importante para la sociedad. Lo que sí es cierto es que hay una imagen de los clásicos que estamos intentando cambiar. Contra eso luchamos.
--Usted ya lleva años dedicado al teatro y no para.
--El teatro forma parte de mi vida y lo seguirá siendo siempre, como la tele o el cine. Este verano he hecho una serie, ahora esta gira, luego empezaré otra... El teatro para mí es la vida, me siento vivo encima del escenario, es donde más libre me siento.
--Hablando de series, ¿pesan mucho 'Los Serrano', todavía?
--Los Serrano no han pesado nunca. Es un trabajo en el que aprendí muchísimo, es un trabajo del que estoy orgullosísimo, me enseñó una barbaridad, me dio una destreza y tablas muy grandes para mi profesión. Aprendí mucho porque tuve la suerte de trabajar con grandes actores de este país. Le guardo un cariño maravilloso.
--¿A pesar del final?
--Mira, ¿cuántas series has visto tú? ¿100, 120? ¿De cuántas recuerdas al final? De un par de series y has visto cientos, y del final de Los Serrano te acuerdas, ¿no? Han pasado 15 años y la gente sigue hablando de él. A lo mejor no estaba tan mal, no sé (ríe). Al final lo importante es que te recuerden y esto se recuerda.
--Y tras todos estos años en las series, ¿cómo ve el panorama? ¿Ha cambiado mucho?
--La ficción se está profesionalizando cada día más, el público cada vez exige mejores productos e imaginarios a los creadores. Eso es bueno para el espectador y para los profesionales.
--Muchos lo ven como una amenaza, por eso.
--Al final todo convive. Hace años que se dice que el teatro muere y allí sigue.