La vida de Mara Jiménez ha estado marcada por la gordofobia de la sociedad. Formada en teatro musical, ha trabajado como actriz y cantante en los proyectos ¡A cantar! (Netflix), Gordas y Like, el musical. Además, es la creadora de la cuenta de Instagram @croquetamente__, en la que comparte su propio contenido de divulgación sobre TCA, autoestima y gordofobia.
Gracias a su trabajo en redes sociales, en 2021 la revista Forbes la incluyó en su lista de las 100 mejores influencers españolas por su labor de activismo. Ahora la intérprete publica su primer libro, Acepta y vuela, donde relata cómo logró superar la gordofobia, el bullying y los TCA. "Estamos muy centrados todavía en estudiar lengua y matemáticas, pero no le damos ningún tipo de valor a lo importante que es la salud mental y emocional", expone en una entrevista con Crónica Directo.
--¿Cuál era su objetivo principal con el libro?
--Que a la gente le inspire el libro, les acaricie el corazón, les haga sentir bien, les haga empoderarse y sentir esa fuerza que a veces creemos que no tenemos dentro para salir adelante, mejorar nuestra vida, querernos más y aceptarnos.
--Hay momentos bastante oscuros.
--Es mi vida y son cosas que he sufrido todo este tiempo. Evidentemente hay pasajes que no son agradables y que me ha costado contar, pero que eran imprescindibles para poder contextualizar mi historia y para que la gente entendiera de dónde ha venido el cambio. Precisamente por todo lo que he vivido, soy quien soy ahora. Para mí era importante que las personas me conocieran de esa forma con mis luces y sombras.
--Se titula ‘Acepta y vuela. De odiarme a amarme sin medida’. ¿Cómo ha sido ese proceso de aceptación?
--Han sido muchos años de silencio, de dolor, de no entender lo que me estaba pasando. Dar ese golpe en la mesa de decidir mejorar y salir adelante no fue fácil. Hay que vencer muchas creencias que una tiene sobre una misma que no son ciertas y muchos miedos. Me convencí de que había otra vida y otra posibilidad de ser feliz de otra manera, y he luchado hasta conseguirlo y comprobarlo. No ha sido fácil, pero ha sido un camino de entenderme y de conocerme, de abrazar también toda mi historia, todo mi pasado.
--Ahora, ¿realmente se ama sin medida?
--Sí, sin duda. Estoy en un momento en el que yo soy lo más importante de mi vida, soy mi mayor proyecto y me cuido, me quiero y pongo los límites necesarios para que nadie me intente invalidar.
--¿Cómo recuerda su infancia? ¿Lo ha borrado de su mente?
--No se me ha olvidado nada de lo que viví en mi infancia. De hecho, a veces todavía hay momentos en los que duele y en los que en los que te das cuenta de que eso sigue ahí picando. Es duro darte cuenta de que has sufrido en tu infancia algo que nunca debería sufrir ningún niño. Ninguna niña debería sentirse mal por su cuerpo y es una etapa que recuerdo con mucha compasión y tristeza. Sé que no me merecía lo que viví, al igual que otros niños no se merecen las cosas que viven. Acepto que la vida ha tenido que venir así para poder ser quien soy hoy, abrazo mucho a mi niña interior y le doy ese mimo que necesita.
--El 'bullying' sigue presente en las escuelas. ¿Cómo ha cambiado todo desde entonces?
--Ahora tenemos la ventaja de que se habla muchísimo más de salud mental, salud emocional y bullying, y eso es algo que a todos nos beneficia. Es una ventaja que podamos hablar con esa naturalidad de las cosas. Es cierto que hasta ahora sigue siendo complicada la gestión porque hay pocos recursos, pero lo cierto es que vamos avanzando y que ahora hay menos niños que sufren la apatía y la ignorancia de sus profesores, como me pasó a mí. Cada vez hay más profesores involucrados en la salud mental de sus alumnos y se preocupan por ellos, y eso es un paso adelante.
--¿Cómo se debería trabajar?
--Yo creo que estamos muy centrados todavía en estudiar lengua y matemáticas, pero no le damos ningún tipo de valor a lo importante que es la salud mental y emocional. Yo creo que sería súper adecuado poner una asignatura de educación emocional en los colegios, hacer talleres, hacer que los niños se empoderen, que trabajen en sí mismos. Somos un modelo a seguir; los niños aprenden por imitación y se van a basar en quiénes somos. Tenemos que intentar darles un espacio seguro y que se sientan validados.
--Tuvo un trastorno de conducta alimentaria (TCA), ¿cómo recuerda esa época?
--Fue lo más complicado. Son muchos años de silencio porque al final yo he tenido un TCA en un cuerpo gordo y la gente no ha validado en ningún momento mi sufrimiento o lo que yo estaba viviendo y se ha complicado todo mucho más. Han sido unos años muy duros, de silencio, oscuridad y sufrimiento. Y unos años que toca seguir sanando porque han dejado muchas secuelas en mi vida. El TCA no te afecta solamente en la comida, sino que te afectan los niveles mucho más amplios. Toca seguir sanando y seguir mirándome con esa compasión de la que te hablo todo el rato porque lo más importante es abrazar mi historia y darme cuenta de que en todo momento lo hice tan bien como supe.
--¿Cómo se encuentra ahora?
--Hay que aprender a gestionar los pensamientos que detonan el TCA y saber reconocerlos. Durante mucho tiempo son muy mecánicos hay que poder detectarlos y separar la voz del TCA de la voz sana.
--Critica mucho las dietas restrictivas.
--El problema es que hoy en día estamos normalizando tantas conductas que son típicas del TCA que es tremendo. No nos damos cuenta de que tiene un impacto muy negativo, o sí nos damos cuenta, pero nos nubla el privilegio y el darnos cuenta de a quién le va a sentar mal que yo diga esto. No nos damos cuenta de que hay muchísima gente ahí fuera sufriendo y están legitimando mensajes súper tóxicos sobre el cuerpo y la comida. Tendría primero que regularse eso en las redes sociales y luego las personas tendrían que ser consecuentes con el sufrimiento de los demás, por eso estamos haciendo la divulgación que hacemos sobre gordofobia y TCA. Tienen que entender que esto es un sufrimiento real, que lo estamos pasando mal y que hay mucha gente que se muere por los TCA. No podemos seguir perpetuando según qué mensajes.
--Todavía se habla de hacer la “operación bikini”. ¿Qué le parece?
--Todo esto es muy nocivo, tenemos que salir ya de ahí y de esa sensación de que tenemos que cumplir con algo. No tenemos que cumplir con nada. El cuerpo es válido sea como sea para ir a la playa y tenemos que dejar de decirle eso a la gente porque crea un impacto muy negativo.
--Destaca la importancia de separar la salud del cuerpo.
--Hay salud en cuerpos gordos, hay salud en cuerpos delgados, hay enfermedad en cuerpos gordos y hay enfermedad en cuerpos delgados. La salud va muchísimo más allá de lo que la gente lo está reduciendo hoy en día. Hay que ser consecuentes y no podemos seguir tratando a todas las personas gordas como personas de segunda porque no es así, tenemos que tratarles con el cariño que merecen y entender el contexto de las personas antes de seguir perpetuando comentarios tan nocivos.
--¿La gordofobia afecta más a las mujeres?
--Sí, al final hay un sesgo de género y la presión que recibimos las mujeres es una realidad, tampoco podemos darle la espalda a ello. Las mujeres tenemos una presión y una violencia estética muy fuerte y por eso hay una diferenciación. Evidentemente, los hombres también se están encontrando cada vez más con espacios donde poder expresar que se sienten así, pero lo cierto es que las mujeres tenemos una presión encima para ser perfectas que nos está dañando la salud mental y física todos los días.
--Se hizo viral de repente. ¿Cómo lo vivió?
--Al principio a mí me dio mucho miedo porque no quería exponerme a la opinión pública, no quería que la gente me tratara mal y no quería que se repitiera todo el sufrimiento que he tenido durante muchísimos años. Al principio me costó, pero luego pude superarlo y crear una comunidad muy bonita como la que tengo ahora.
--Ahora es un referente, ¿siente esa responsabilidad?
--Sí. No es que lo haya como creado yo, sino que, por el feedback que me da mi comunidad, creo que sí que me ven de esa manera. Es algo que por supuesto me llena muchísimo y agradezco que sea así. Yo solo intento ser la voz que en su día no tuve. Saber que a alguien le puede ayudar lo que estoy diciendo, es muy bonito y me alegra infinitamente. Siento ese peso sobre mis espaldas de ser un referente porque mucha gente me dice que lo que hago les sirve, y a mí es lo que más me importa.
--Tras tanto sufrimiento, ¿cómo le afectan los ‘haters’ de las redes sociales?
--Ahora mismo lo llevo mejor porque he aprendido a ver a los haters con la compasión que creo que se merecen. Son personas que están muy dolidas y muy heridas para ser capaces de decir según qué barbaridades que nos dicen por redes sociales. Yo la verdad que estoy agradecida de poder estar viéndolo con compasión y con distancia como ahora mismo lo estoy viendo. Hay momentos en que te afecta más y te duele más, pero en general estoy contenta con cómo lo estoy gestionando porque he aprendido que lo que ellos dicen de mí no habla de mí, sino de ellos y de su dolor.
--¿Cómo se deberían gestionar las redes para no afectar a la salud mental de las personas?
--Es un impacto que está ahí, está presente y desgraciadamente esta sociedad seguimos muchas veces ignorando y es importante que le demos el valor que tiene. Creo que se tienen que hacer políticas legales que amparen a la gente que está sufriendo todo esto y que por supuesto tenemos que educar en el amor y no en el odio. Que la gente entienda que ser diferente no es algo que señalar, la diversidad es algo lógico y normal en esta sociedad y la naturaleza misma.
--¿Qué retos quedan para acabar con la gordofobia?
--Yo creo que todo parte de la educación. Creo que tenemos que seguir educando, la gente tiene que empezar a entender con más empatía de lo que estamos hablando, tienen que entender nuestro dolor. Todo parte por seguir educando a la sociedad con nuestras historias y vivencias, y creo que de esa manera lo vamos a lograr.