Mireia Portas (Barcelona, 1972) es conocida por el público general por el programa de sátira política de TV3 Polònia, donde ha estado 15 años de su vida profesional como actriz, durante los cuales no ha dejado de participar en otros proyectos teatrales y de cine.
Tras dejarlo, la intérprete ha vuelto a sus orígenes. Esta temporada 2021-22 ha regresado al teatro musical con Cantando bajo la lluvia, dirigido por Àngel Llàcer, y, tras ocho imparables meses, a partir de este 4 de mayo se mete de lleno en Rita, una obra de texto que trata un tema como la eutanasia y la muerte digna, desde el humor.
Comedia reflexiva
El texto, escrito por Marta Buchaca, plantea la situación en la que se encuentran dos hermanas, Montse y Júlia. A la primera, el veterinario le propone sacrificar a su perra Rita, que da nombre al título. Ambas tienen posiciones divergentes al respecto, aunque todo cambia cuando Montse plantea qué hacer entonces con su madre, quien también padece una enfermedad incurable.
El planteamiento familiar hace que la obra salte de la tensión cómica a la reflexión en un montaje que habla no solo sobre la familia, sino de la incapacidad de aceptar la muerte, sobre todo, cuando uno debe decidir qué hacer con un ser querido, gravemente enfermo, y que no puede decidir por sí mismo. Menos, cuando la ley es ambigua al respecto.
Crónica Directo habla de todo ello con Portas, quien reconoce que el ser humano no está preparado para enfrentar estas situaciones, en especial porque no es una cosa de la que se quiera hablar.
--Pregunta: ¿Cómo le llegó la propuesta?
--Respuesta: Esto se debía hacer en marzo de 2020, justo cuando empezó la pandemia, y quedó aplazado. Yo hice Cantando bajo la lluvia en medio y La Villarroel nos dio la oportunidad de volver en mayo para hacer Rita. Y muy contentos, estrenamos en breve y es un texto fantástico que me toca a mí y a todos. Y a quien no le haya tocado le llegará.
--¿Eso es lo que le atrajo?
--Primero, que cuando te llama una escritora como Marta ya te animas y, además, hacerlo con Sara Espigul es sensacional, porque nos conocemos de la profesión y nunca habíamos trabajado juntas. Nos encanta, estamos in love total, como hermanas. Es algo muy diferente a lo que venía haciendo estos últimos meses, un musical muy grande, y pasar a hablar de una cosa tan terrenal, humilde e íntima... me apetece mucho poder tocar estas teclas. Con muchas ganas de que llegue el 4 de mayo.
--Para quien no lo sepa, la obra habla de “matar” a un ser querido y comparan animal y persona. ¿Cómo lo definiría?
--Es ese dilema que tenemos la mayoría cuando nos encontramos ante una situación que llega a un límite irreversible, por una enfermedad o lo que sea, que no mejorará y solo le queda sufrimiento. El debate es hasta qué punto la persona que está en esta situación quiere continuar con este sufrimiento o pasar a otro estado. Los que estamos con ellos nos agarramos a esta chispa de vida y lo alargamos. Todo en clave de humor, porque somos dos hermanas muy diferentes, que se conocen mucho y reflejan lo que nos pasa en la vida. En un entierro, a veces, acabamos riendo. Las personas cuando hablamos de estas cosas no siempre estamos llorando al respecto, sino que hay momentos que reímos aunque lo tratemos de forma seria.
--Pese a que el texto es prepandémico, ¿cobra mayor significado ahora?
--Es verdad que es un tema que le puede haber tocado a alguien recientemente. Hablamos de una madre que está en una residencia, en un tiempo en el que hasta hace poco nadie podía visitar a la gente en residencias y han estado dejados de la mano de Dios, más de lo que ya representa estar en una residencia. ¿Es necesario que estén así? Pero es un tema en el que no nos queremos meter mucho, no. En las familias hay posiciones muy distintas cuando se habla del tema, los médicos piensan de forma completamente diferente, la legislación no es muy clara. Es un tema muy duro y que está allí.
--En este sentido, ¿cómo cree que tratamos a la gente mayor? ¿Cree que a veces se trata mejor a los animales que a las personas?
--Esto es lo que planteamos. Con un animal lo tenemos muy superado, cuando un animal sufre no tenemos duda en que debe dejar de sufrir, en cambio a una persona la podemos tener asistida de mil maneras por mucho que esa persona ya no esté como antes. No sabes hasta qué punto lo haces bien o es un negocio. Nadie te prepara para esto. Así como con un animal nadie duda, no es lo mismo con una persona y si no te lo planteas te miran mal. Si planteas por qué alguien ha de sufrir te miran pensando “que egoísta”, “que bestia”, “eres un asesino”. Si dejas que esa persona se deteriore y sufra… Es tan bestia el debate… Cada familia actúa a su manera, es algo que no se pone sobre la mesa porque es muy incómodo. Debería ser algo que se pudiera hablar. Ahora está el caso de Alain Delon y todos nos permitimos opinar y juzgar. Sabemos que puede tener todos los cuidados, pero él no quiere.
--Ha dejado 'Polònia', pero está que no para en el teatro, ¿no?
--Tampoco decides tanto, ¿eh? (sonríe). Cantando bajo la lluvia han sido ocho meses, ahora aquí tres semanas, pero me muevo en lo que sea, ya sea teatro, tele o lo que sea y los actores si podemos combinar hemos de hacerlo, y encantados.
--¿Siempre tuvo claro que iba a hacer comedia? ¿Le apetece un drama?
--Cada proyecto te propone un código. Porque no todas las comedias son iguales, lo mismo con el drama, y te amoldas al director. Yo me lo paso muy bien haciéndolo todo. Mis orígenes fueron el teatro musical y con estas dos producciones últimas he regresado y estoy encantada. Rita es una comedia diferente a las que he hecho más en plan vodevil, pero a mí me gusta todo.
--Usted que empezó en el teatro musical ¿cree que Barcelona ahora tiene más sangre de musical?
--La respuesta del público con Cantando bajo la lluvia fue muy bestia. No sé si en otras épocas hubiera funcionado. No sé cómo estará Barcelona la temporada que viene, pero nosotros vamos a Madrid y el año que viene hay como 10 o 12 producciones de musicales grandes allí a partir de septiembre. Yo quiero que funcione todo. La gente ha de ir al teatro porque es una cosa que nos la han quitado y hasta que no vuelves no te das cuenta de lo necesario que es. Rita es un claro ejemplo. No es lo mismo que leer o ver una noticia, sino que lo hace a través de unas vivencias, unas fantasías y te lo hace pensar de otra manera. El teatro es una experiencia vital y la gente debe volver a animarse a ir. Es la diferencia entre una sociedad encerrada en casa y una sociedad que se abre a este enriquecimiento del alma. Me ha pasado a mí misma como espectadora. Cuando vas, el cerebro explota en fuegos artificiales y, ahora que se puede hacer, lo hemos de aprovechar. Hemos estado muy flojos en dos años o dos años y medio. Hemos de darnos cuenta de esto que tenemos y perdimos y que no podemos estar sin ello. Es una cosa que no te das cuenta hasta que lo pierdes. Porque esta vivencia no te lo da solo la historia, también estar en una sala con esta gente viendo la obra.