Lo de Julián Muñoz no era amor ni una obsesión, como reza la canción sino “adicción”. Él mismo lo confiesa. Y como pasa con las adicciones ha pasado mucho dolor y pérdidas, sobre todo, el del amor de sus hijas.

El político se muestra muy duro consigo mismo por cómo actuó con ellas durante su relación con Isabel Pantoja. Él desapareció y ni en sus permisos salía a verlas. Ni las llamaba porque sólo quería hablar con su amor.

Años perdidos

“Tengo que ser consciente que unos años de contacto maravillosos con mis hijas no los tuve, los perdí”, dice con los ojos humedecidos por las lágrimas. Reconoce sus errores, unos fallos que sus hijas han perdonado, aunque él no se perdona.

La felicidad completa no existe, el daño completo sí y el dolor profundo también”, sentencia. Eso es lo que siente a día de hoy. No se perdona.