Andrés Suárez es un cantautor de la vieja escuela. De la intimidad de los bares de Ferrol a llenar el Wizink Center de Madrid. El cantante de Galicia se inició en la música tocando en los pequeños locales, aunque su trabajo y dedicación lo han consagrado como uno de los mejores escritores en España.
El intérprete lleva por bandera la canción de autor y sus letras de poesía lo han llevado a colgar el cartel de sold-out en sus giras. "Amo la palabra en todas sus vertientes", asegura en una entrevista con Crónica Directo. Y no cabe la menor duda.
Nueva oportunidad
El cantante publica la reedición de su álbum homónimo con el que alcanzó el número 1 en ventas en su semana de lanzamiento. Su disco "más personal", al que regala una "segunda oportunidad" después de que viera la luz en plena pandemia del coronavirus.
Se añaden al álbum original cuatro directos grabados en el Festival Inverfest 2021 de Madrid, nuevas canciones y colaboraciones con Víctor Manuel, Markéta Irglová, Beret e Iván Ferreiro. El artista presenta la nueva versión y reflexiona sobre la cultura y la importancia de la canción de autor.
--Pregunta: Ha publicado la reedición de su disco. ¿Por qué volver a editarlo?
--Respuesta: No todo el mundo tiene una segunda oportunidad, pero a mí me la está dando mi discográfica Warner. Fue un año y medio de composición y de producción. Había elegido yo el día que salía la primera edición del disco, el 20 de marzo, y una semana antes nos confinaron. Tenía nueve firmas por toda España y 27 conciertos con entradas agotadas. Todo eso se fue a la basura. No pretendo dar pena porque hay gente que está mucho más jodida, pero creo que el disco se merecía esta segunda oportunidad. La gente el 20 de marzo de 2020 no estaba para escuchar discos. Como hijo de sanitaria, estaba con ataques de pánico en mi casa pensando que se iba a morir mi madre. Así que ahora pienso disfrutarlo al máximo. Si los sanitarios, la gente que nos salvó la vida, no se quejan, son capaces de tener una carcajada, ¿cómo coño no la voy a tener yo?
--En la reedición del disco hay canciones en directo de su primer concierto tras el coronavirus.
--Es la primera vez que me encuentro con mi banda. Había tenido la suerte desde el 20 de julio del 2020 de dar conciertos en acústico, solo guitarra y voz, como hace 20 años en bares. De repente, surge la posibilidad de hacer un festival y de juntarme con mi banda. No sé si son grandes versiones, pero tienen una emoción que se palpa. Y el público igual. Tengo grabada una escena de ese concierto donde en primera fila había una madre y su hija llorando todo el rato porque se reencontraron ahí. Estuvieron una hora de reloj llorando abrazadas. Eso es lo que llamamos cultura segura. Necesitamos una evasión de esta realidad que tanto nos defrauda a todos.
--La cultura ha sido de las últimas en recuperar aforos.
--Es algo que no entiendo. Las medidas que ha habido en la cultura han sido absolutamente ejemplares. Me da mucha pena que, por una escena de egoísmo y de maldad, como las macrofiestas, nos metan a todos en el mismo saco y digan que eso es la cultura segura. Váyase usted a la mierda, con perdón. En la cultura segura está la gente trabajando al 30% y tomando medidas contra el Covid. En la plaza de toros de Murcia, donde caben 15.000 personas, yo hice un sold-out de 390 personas. Eso será un 5% del aforo, con sus cuatro metros de distancia entre personas, mascarillas, y la comida y la bebida prohibidas. ¿Qué más quieres? Me duele porque yo quiero el bien de todos, pero ¿por qué me tengo que ir luego en un AVE donde no hay ni un solo asiento libre y la gente hace filas sin mascarilla para pedirse una cerveza? Eso sí se puede, pero la cultura se queda al 30%. Hay cosas que no he comprendido y que me duelen porque se han dejado salas y bares en el camino que forman parte de la cultura de todos.
--Sin embargo, durante el confinamiento la cultura fue muy importante.
--Los expertos decían que las artes plásticas, la educación física y la música nos salvarían. Los únicos que nos salvarían eran las Tres Marías de la educación. Resulta que las Tres Marías de la educación, lo que menos importa, es lo que más necesitamos para sobrevivir. ¿Te imaginas una pandemia sin un tipo haciendo un concierto por Instagram, sin una serie o sin un libro? Estaríamos completamente locos. Lo que me asombra es la memoria frágil de algunos. ¿Cómo puede ser que haya gente que no se acuerde de que ha habido gente que nos ha salvado la cabeza?
--Su nuevo sencillo es una colaboración con Beret, una sorpresa ya que 'a priori' no encajarían por estilo.
--Creo que la música es eso. Es decir, si cogemos a los cuatro colaboradores del disco, Marketa Irglová, Víctor Manuel, Iván Ferreiro y Beret, no tienen nada que ver el uno con el otro, pero en todos me encuentro y en todos soy yo. Vengo de escuchar el folk gallego en los casetes de mi padre en el coche, luego pasé a Metallica, Extremoduro, después a Serrat y más tarde me ponía música clásica. Yo soy eso. La música es unión y la música es diversificarse y multiplicarse cuanto puedas. La gente piensa que los cantautores oímos canción de autor y nada más. A mí me encanta ponerme Rubén Blades y ponerme a saltar en casa o ponerme trap, o a Toteking. Amo la palabra en todas sus vertientes.
--¿Está reconocida la canción de autor?
--Me da mucha pena cuando me subo a un avión, pasan 11 horas, aterrizo y ahí reconocen a la canción de autor como la verdad absoluta. Serrat es un dios. No digo que no sea querido aquí, pero allí es un dios que llena estadios de fútbol, que se estudia en las escuelas y que tiene una plaza. Yo me pregunto por qué me tengo que ir 11 horas y escuchar que los cantautores de España son poetas y en España es como que todavía dices que eres cantautor y piensan: qué triste el tío este.
--¿Le han hecho sentir mal alguna vez por ser cantautor?
--La única vez que mandé a la mierda a alguien en la industria musical fue una persona que todavía trabaja en una discográfica, muy a mi pesar. Nosotros trabajamos con canciones, con alma, con sentimientos, y esta persona trabaja únicamente con el comercio. Por supuesto que estamos en un circuito, pero tiene que haber algo más. Este tipo me decía que no dijese nunca que soy cantautor porque entonces no iba a vender. Lo mandé a la mierda y duermo mejor por la noche. En el país de Aute, Serrat y Sabina, no vuelvas a hablar mal de la canción de autor a la que debemos tanto social y culturalmente. Ahora que está tan de moda la palabra libertad, no olvidemos que hay gente que estuvo en la cárcel o exiliada por defenderla.
--¿Cómo es ser cantautor en 2021?
--La verdad es que no sé muy bien lo que soy. Me llaman cantautor con una banda de rock. Creo que lo único que soy, aparte del mensaje del pueblo, que eso siempre fue un cantautor, es un ser humano libre. Yo digo, escribo y hago lo que me da la gana. Prefiero dormir a gusto y decir lo que siento y lo que pienso en todo momento, aunque a ratos sea políticamente incorrecto. Eso creo que sí que es un cantautor porque no me debo a las grandes cifras ni a las grandes masas. Yo estoy viendo últimamente en todos sitios ese ánimo de agradar. Un cantautor debe ser lo contrario. Yo persigo la canción. Evidentemente, sin faltar el respeto a nadie y sin ser ofensivo con los demás. Y ojalá mi música consiga ser la música clásica del futuro y se llegue a estudiar mi obra. Aspiro a eso.
--¿Sobre qué le gusta escribir?
--Hoy la realidad ha superado a la ficción. Hemos vivido una helada, un volcán en La Palma, una pandemia... Cómo no voy a contar lo cotidiano. A mí me gusta describir un abrazo, el alzhéimer de mi abuelo, un polvo a las tres de la mañana en Madrid y Calella de Palafrugell en un paseo precioso. Me apetece mucho contar eso y descubrir que estamos mucho más vivos de lo que pensamos.
--Cuando sacó la primera versión del disco ‘Andrés Suárez’ dijo que era el álbum más personal y sincero. Con la versión Deluxe, ¿lo es todavía más?
--Lo es todavía más. Si te fijas en mis discos anteriores o los carteles de gira de mis tours anteriores yo no salía en la portada o en los videoclips y mi voz estaba mucho más baja de volumen. En este disco, en cambio, pedí que subieran mi voz. Cuento en una canción que el que fue mi mejor amigo murió de sobredosis de cocaína con 15 años, además del tema de mis abuelos, de hablar de Galicia y de Despiértame, que es la relación más horrible que tuve en mi vida. Todos los productores me decían que, me gustara o no, el disco iba a llevar mi nombre, aunque sea el octavo y no tuviera sentido. Estoy siendo yo por fin y salgo de mi zona de confort. Seguir siendo tímido es muy fácil. Ha sido un acto de autoestima. Y valió la pena.
--¿Enfoca así sus próximos trabajos?
--Hoy, que hay tanta oferta, lo que yo quiero es contar toda mi verdad y quedarme súper a gusto, aunque a veces me pueda la timidez o te llame la protagonista de la canción y te pida explicaciones. El autor es muy egoísta y muy maleducado porque cuenta una historia sin permiso y porque no muestra las caras del todo, siempre hay otra versión. Yo cuento mi versión de Despiértame, seguramente ella tenga otra igual de horrible o peor, pero no lo publica porque no puede. Si pudieran, tal vez fuese una cura de humildad que todos los autores necesitamos.
--Habla de los cambios en la industria y de la inmediatez. ¿Le preocupa por su estilo?
--Me preocupa que entendamos que cada viernes ha de salir muchísima música sin valorar que en un disco hay, entre muchos otros, un fotógrafo, un editor, un mezclador y un violinista. Vamos saltando de canción en canción y decimos que no a trabajos de años. Yo ahorraba con mis colegas para comprar un vinilo y lo oíamos durante una semana. Me preocupa muchísimo hacia donde vamos. Lo que pasa es que tampoco se componen canciones como Yolanda, de Pablo Milanés; Ojalá, de Silvio Rodríguez, o Lucha de gigantes, de Antonio Vega.
--¿Ya no se compone igual?
--Escribir una canción comercial puede que sea fácil, escribir Yolanda dime cómo se hace, porque nadie ha vuelto a hacerlo. Podemos hacer aquí un estribillo rápido, comercial y que suene. Y no estoy insultando a lo comercial ni al mainstream. Lo que sí echo de menos es que los mass media, la tele, la radio e internet, recuerden a los maestros. Están haciendo que un chaval de 14 años, cuyo sueño es ser cantautor, no sepa quién es Aute. Eso es horrible.
--¿Es una falta de educación en la cultura?
--Absolutamente. Es decir, entiendo que los de arriba, y todos quienes son los de arriba, aboguen por el dinero porque es su deber, pero que dejen un tanto por ciento pequeñito para Silvio, Pablo y los maestros. Que no nos hagan borregos a todos y no hagan que la gente joven no conozca la obra de gente que debería ser estudiada. Si tú pones la radio, ¿dónde está Aute? No estoy en contra de que suene el reguetón o la música electrónica, pero dejando un poquito para los maestros.