El artista Rayden, David Martínez Álvarez, celebra 20 años en la música y 100 canciones hasta su último disco Homónimo. Para repasar toda su trayectoria, el cantante lanza una Biblia propia, el que será su libro de referencia: Cantinela. 100 canciones y 99 finales alternativos.

Cada uno de los capítulos aúna las canciones de la discografía del rapero, acompañadas de un escrito que contextualiza esa letra y el momento vital que experimentaba al escribirla. Amor, política, feminismo y rebeldía, entre muchos otros, conforman su historia.

Trayectoria

Dedicado al rap desde sus inicios, Rayden fue campeón mundial de la Red Bull Batalla de los Gallos del año 2006. Sin embargo, su carrera avanzó hasta lo que él mismo define como un "estilo propio", y eso le llevó a colaborar con artistas como Pablo López, Leiva, Rozalén, Sidecars, Iván Ferreiro, Andrés Suárez, Alfred García o Bely Basarte.

Su discografía en solitario se compone de siete discos. Antónimo fue el primer disco del proyecto de una trilogía en torno a la palabra ideado por el mismo. Este fue seguido por el lanzamiento de Sinónimo, en 2019, y de Homónimo este mismo año. El artista celebrará sus 20 años en la industria el próximo sábado 6 de noviembre en el Wizink Center de Madrid.

--Pregunta: ¿Ha creado la enciclopedia de Rayden?

--Respuesta: Era una forma de recuperar los cancioneros de hace muchos años. Incluso con la tipografía, el acabado, te ubica en algo que dota de esa atemporalidad. Pero, a su vez, también quería volver a algo que hacía en Spotify, que eran los track by track, los comentarios de las canciones, lo que hay detrás, pero dejándolo en un libro.

--¿Cómo surgió?

--Cuando saqué Homónimo, lancé una versión limitada en la que incluía, entre otras opciones, el disco con un libro que se llamaba Cien canciones y 99 finales alternativos en el que ponía las letras de las 12 canciones que conformaban Homónimo, comentarios de cómo se hizo cada canción y poemas que convivían dentro del universo de la canción. Cuando lo saqué, me pareció que se quedaba muy corto y que, ya que lo había hecho con 12, por qué no apretar un poquito más y hacerlo con las 100. Se lo propuse a mi editorial de libros y les encantó la idea.

--¿Cómo ha sido volver a sus inicios a través de sus temas?

--Ha sido un viaje, pero ha sido bastante bonito, porque me he dado cuenta de que el discurso ha mejorado, pero no ha cambiado. No hay nada de lo que me arrepienta, ni me llevo las manos a la cabeza diciendo: "¿cómo podía pensar así?". Creo que ha sido una evolución, pero no solo a nivel sonoro y de letras, sino a nivel de ideario y de valores. 

--¿Cómo ha cambiado el Rayden de la canción uno a la 100?

--De una persona que tenía mucho miedo a asomar la patita, a destacar, ahora estoy muy orgulloso de sentir que hago un género propio, que tengo un género en sí mismo que bebe de muchos estilos de música. Creo que alguien, al escuchar unos pocos segundos de una canción, sabe si es mía. Entonces esa creo que es la principal diferencia.

--¿Cómo han cambiado sus preocupaciones?

--Ahora me preocupa más el amor y todo lo que conlleva, porque creo que implica estar trabajado uno mismo, tener una comunicación activa, mostrarse vulnerable, rendirse y entender que eso tiene que ver con aceptar y no con darse por vencido. Estoy mirándome hacia dentro y trabajándome a nivel personal, en cosas que me ayudan a ser mejor persona, en lugar de quejarme. En las primeras canciones me quejaba, por ejemplo, de cosas que no me gustaban de Alcalá de Henares. Es uno de los pocos temas que ahora escucho y digo: "¿qué necesidad?". Años después he sido pregonero de mi ciudad y qué necesidad tenía de esas cosas cuando no lo siento. Tenía esa vena más combativa sin profundidad. Luego sí que hay cosas que cuando me toca y tengo un pensamiento crítico y un discurso, lo digo. Ese creo que también es uno de los puntos que se alza de mi obra. Siempre en todos los discos hay momentos de crítica, pero no de crítica gratuita.

--En el libro habla de las redes sociales, de cómo llegaron para para cambiar todo. ¿Qué relación mantiene con ellas?

--Amor y odio. Por un lado, sí que es una forma de democratizar, pero por otra, creo que volcamos demasiadas energías y esfuerzos en ese escaparate. Yo creo que eso tiene que cambiar un poco, que cada uno haga lo que quiera, no hay que gastar tanta energía.

--Como artista, ¿siente la presión de tener que estar en las redes?

--Sí, ahora sí que la siento. No tengo tiempo entre que estoy creando el siguiente disco, el siguiente libro, o estoy con mi pareja, con mis amigos, estoy de gira... Antes me mostraba más y ahora me lo tengo que calendarizar un poco para saber lo que quiero decir. Ya no subo nada de forma gratuita.

--Últimamente se está hablando mucho de salud mental, aunque usted siempre lo ha verbalizado. ¿Cree que se están rompiendo los estereotipos?

--Creo que sí. Antes reflexionaba sobre si es porque se ha vuelto tendencia. Si se puede llamar moda a que la gente acuda a especialistas de la salud mental y normalice, quite el tabú, a mí me parece la mejor moda que pueda haber. Veo que está sirviendo para reconstruir una serie de términos, de conceptos, de barreras, de miedos y que los están poniendo sobre el tapete y está sirviendo para para cambiar y manifestar que no es un fracaso, que eso es el principio de todas las victorias.

--Alguna vez ha dicho que después de lanzar un disco tiene que ir a terapia. ¿Tan intenso es?

--En mi caso sí, porque es una situación límite tanto a nivel mental como físico. Cuando escribo las canciones, lo hago desde abrirme la cabeza y preparar ensayos de texto, si no sé sobre algo entrevisto a la gente, si he sentido algo en algún momento y ya no, intento forzarlo y volverme a sentir así... Lo que a nivel actoral se llama un actor de método, yo me considero un cantante de método. Intento ponerme en ese brete de llevarme al límite, porque creo que al límite voy a sacar una energía tan bestia, pero tan sincera... Cuando es una energía tan sincera, llega mucha verdad al público y ellos lo valoran. Eso supone un peaje, un coste, que luego tenemos que aprender a colocar. Gracias a mi psicoanalista consigo colocar cosas que no ubican de otra manera.

--Explica que uno de sus temas más conocidos, Haz de luz, cambió de significado con la pandemia. ¿Cómo lo vive?

--Creo que las canciones sirven para eso. Nosotros tenemos que quitarnos el ego y que la gente nos las robe, las tome prestadas, las haga suyas, las cuide incluso mejor que nosotros y sirvan para poner palabras a cosas que ellos no saben decir de otra manera.

--Tiene canciones políticas y de crítica social, como Habla bajito. ¿Nunca le ha dado miedo mojarse sobre estos temas?

--No, al revés. Cuando te trabajas mucho, hay cosas que te tocan tanto que necesitas sacarlo y mostrar tu visión crítica. Lo dices de una forma más exclusiva, incluso elegante, no pierdes ni los nervios. Me encanta mojarme, porque tengo una posición para ello y porque me da igual que mi carrera o yo a nivel de marca crezca, eso también crece y no lo rebajo.

--Hay un debate constante sobre si los artistas deben opinar sobre política. ¿Qué considera?

--Soy de los que opinan que tienen que opinar si les preguntan. Si no te preguntan, no opines por miedo a que te olviden, que también tiene que ver mucho con la inseguridad. Pero sí que es cierto que la política rige todos los aspectos de la vida, entonces no se puede separar. ¿Cómo no vas a hablar de ello si es una realidad?

--Explica en su libro que lanzó la canción Caza de pañuelos, un tema feminista, pero más tarde decidió dejar de cantarla. ¿Cómo fue el proceso?

--Ha sido un proceso de deconstruirse y saber que es un proceso que me va a llevar toda la vida, darme cuenta de que no tengo que encabezar nada que no me compete. Por eso, creo que mal utilicé un espacio que podía haber utilizado para rebotar, para servir de canal, de megáfono, de inclusión al discurso de una mujer. Aunque lo hiciese con la mejor de las intenciones, había gente que lo consideraba himno feminista. Si lo consideran himno en boca de un hombre... no sé. Era una cosa que dentro de mi deconstrucción vi claro que tenía que dejar de cantarla. Aun así, para el repertorio de la SGAE lo meto como que lo canto para que la parte proporcional del dinero vaya a la asociación feminista a la que va destinada la canción, pero por lo demás, me callo. Me di cuenta de que mi posición no tenía que estar ahí, tenía que estar al lado, no delante.

--En el tema Ya no quedan centrales como los de antes hace una metáfora con el futbol. ¿Qué le diría a la gente que opina que ya no existen músicos como los de antes?

--Al final, siempre que aparece una vanguardia nueva pasa esto. Todas las propuestas tienen una parte válida a la que no estamos preparados porque utilizan unos códigos que no entendemos porque no vivimos. También muchas veces, cuando aparece una vanguardia, es un reflejo de la sociedad y pone palabras a una generación que no se siente comprendida y les gusta sentir que solo entienden ellos.

--Ha sacado discos conceptuales en una época de consumo de música rápida.

--Soy masoca. A lo mejor por eso me va bien, porque doy tanto que no se entiende. En tiempos de lo rápido, yo saco algo muy lento. Tan lento que para entenderlo todo tienes que esperar 10 años y seis discos. Y cuando lo entiendas te voy a decir que eso solo era el dicho y que ahora voy a sacar otros seis que van del hecho. La gente me podría mandar a la mierda y estaría en su derecho.

--Después de 100 canciones, ¿uno se queda sin temas sobre los que hablar? ¿En qué se inspira?

--El disco en el que ya estoy trabajando tiene temáticas que nunca se le han ocurrido a nadie y no son de estas cosas que no hay por donde cogerlas, al revés, son temáticas muy interesantes que cuando las escuchen compañeros y compañeras del gremio seguro que dicen: qué cabrón, ¿cómo no se me ocurrió a mí? Creo que, como dice Brad Pitt en Guerra Mundial Z, la vida es movimiento y, según te vas moviendo, se estimula el arte que más crece con el movimiento, que es la música. A medida de vivir, aparecen nuevos puntos de vista, te pasas al otro lado de la bisagra y ves las cosas de otra manera o con mayor claridad.

--Dentro de muy poco es el concierto de celebración de sus 20 años de carrera. ¿Qué puede avanzar?

--Tengo muchos nervios. Estamos preparando algo que la gente no va a olvidar. Me parece que es un reflejo muy digno de los 20 años, estamos poniendo mucho amor y lo mejor de nosotros todos los miembros de la banda, todas las colaboraciones y toda mi oficina. Creo que el público desde que empiece a sonar el primer acorde se va a quedar como yo, va a dejar de pensar, va a sentir, van a dejar de mirarme a mí para mirar a la persona que tiene al lado y cantarse esa canción que les define. Van a hacer una vez más que recuerde que tengo el mejor trabajo del mundo.

--No es una situación normal. ¿Por qué decidió hacerlo ahora y no esperar a que no haya restricciones?

--Es algo que me propuse desde 2014, cuando ya tuve la suerte de que el público de Madrid empezaba a llenar salas cada vez más grandes. En el momento que ya llevaba varias Rivieras, la oficina y amigos, me decían: ¿para cuándo un Palacio de los deportes? Yo siempre decía que cuando hiciese 20 años en la música, aunando los seis discos, porque así solo se entendía el mensaje que yo quería dar. Me parecía un motivo de celebración No tiene sentido hacerlo en otro año y por estar de pie. Tiene que ser así. También es un concierto de tres horas y nadie va a decir que se le cansaron las piernas. Va a ser como una función, como una obra de teatro, vamos a tocar con toda la energía y todos los decibelios que solemos tener, pero el público se va a sentir como dentro de un cohete.