El fallecimiento de doña Ana este martes pillaba a Kiko Rivera en la isla de La Graciosa para acudir a la boda de su prima Anabel Pantoja. "Perdido" y "sin saber qué hacer", el Dj decidía finalmente poner rumbo a Sevilla y hacer caso a su corazón. Y, contra todo pronóstico, decidía aparcar su guerra contra su madre, Isabel Pantoja.
Destrozado por la muerte, Kiko admitía en Sálvame que aunque a él se le había muerto una abuela, a la tonadillera se le había muerto su madre y en estos momentos necesitaba ir a Cantora. Es más, confirmaba que, si le dejaban entrar, le daría un abrazo a la artista.
Último adiós
Y así ha sido. Acompañado de su hermana Isa, su prima Anabel y Raquel Bollo, para volver de la isla tuvieron que coger un ferry, dos aviones y cerca de 150 kilómetros en coche desde Sevilla a Medina Sidonia. A altas horas de la madrugada, Kiko entraba por fin en Cantora.
Lo hacía visiblemente abatido, con su inseparable gorra, y con su primo Manuel Cortés. Sin hacer declaraciones, el Dj llegaba a la famosa finca para reencontrarse, un año después, con Isabel Pantoja y dar el último adiós a su abuela.
Horas con su madre
En torno a las cuatro de la madrugada y tras permanecer varias horas con su madre dentro de Cantora, el hijo de la tonadillera abandonaba la finca acompañado de nuevo por Manuel.
Agotado, el marido de Irene Rosales levantaba el pulgar, un gesto significativo de que todo ha ido bien en su esperado reencuentro con su madre después de un año sin ningún tipo de relación.