Artista, cantante y compositora. Bely Basarte nació en las redes sociales y, lejos de quedarse allí, su trabajo la impulsó a ser una de las artistas españolas más reconocidas del panorama nacional. En 2015 publicó en todas las plataformas digitales su primer EP con cinco temas, Si quieres, pierdes. Y dos años después fue elegida para poner voz a las canciones del personaje de Bella en la película La bella y la bestia de Disney.
Hace solo un año, la cantante presentó su nuevo disco, que entró en el top 3 de los más vendidos de España. El camino que no me llevó a Roma, como se titula este trabajo, narra cronológicamente la historia de un desamor y el encuentro final con uno mismo. Basarte regresa ahora con un cambio de imagen y de estilo radical en Psicotropical. El EP resalta la parte más optimista de la artista a través de un nuevo sonido y temas llenos de buen rollo.
--Estrena su EP 'Psicotropical'. ¿Cómo están siendo los primeros días?
--Siempre que saco algo nuevo es una buena época, porque mi público acoge con mucho cariño todo lo que lanzo. Me esperaba una buena acogida, porque son canciones que están reposadas y que están elegidas con mucho cuidado. Solo son cinco las que forman el EP y no son cualesquiera.
--¿Cuánto tiempo de trabajo ha llevado?
--Tomando tequila, el single, es de antes, de 2019. La hice ese verano. Lo que pasa es que no le veía cabida a esta canción en mi último álbum, en El camino que no me llevó a Roma, que salió hace justo un año. Aquel disco era muy conceptual y tenía muy claro por dónde quería que pasase y Tomando tequila se me quedaba fuera de esa historia. Entonces la guardé para este año y yo creo que ha sido su momento realmente.
--¿De dónde viene el título ‘Psicotropical’?
--Se me ocurrió el término componiendo la letra de Tomando tequila. De hecho, la propia canción lo dice. Como concepto para este nuevo EP me gustaba lo que representa la psicodelia, esos colores y todo tan vivo. Y también me gustaba lo tropical, que es como muy buen rollo y estar tranquilo. Juntándolo, lograba lo que quería transmitir con este trabajo.
--Es un EP de mucho optimismo. ¿Dónde quedó aquella nostalgia que la representaba?
--Esas canciones las sigo escribiendo, lo que pasa es que no las estoy sacando. Ya las juntaré en la cara oscura de Psicotropical.
--¿Fue un cambio premeditado?
--No, ha salido un poco solo. Yo lo achaco a la situación que estamos viviendo, al año y medio que hemos vivido más hostil, oscuro y pesimista. Cuando me sentaba con la guitarra a componer y decía “¿qué es lo que quiero contar con el próximo trabajo?” no me apetecía seguir estando triste y seguir hundiéndome en esa oscuridad. Y fíjate que a mí es lo que me inspira para componer, pero esta vez, no. Esta vez me apetecía poner más peso en la balanza en el otro lado y estar un poco más feliz.
--¿Cómo ha evolucionado?
--Me he dado cuenta de que, si están bien mis padres y mis hermanos, están bien mis amigos y estoy haciendo lo que más me gusta del mundo, estoy bien. Lo que antes era para mí un problema, después de la cuarentena o de la pandemia no es tan grande como parecía. Me apetecía hablar de que han cambiado mis prioridades. La gente a la que quiero está sana y para mí eso es lo más importante.
--¿Siempre supo cómo quería que sonaran las canciones?
--Diría que sí. Casi todas las canciones han quedado muy parecidas a la maqueta inicial. De hecho, es verdad que algunas están compuestas con productores. En ese caso no hago una maqueta con voz y guitarra y luego se monta, sino que en la misma sesión de composición se meten muchos sonidos e ideas que se quedan para la versión final de la canción.
--¿Qué parte del proceso de creación de una canción le gusta más?
--No puedo quedarme solo con uno de los pasos. Componer me fascina porque es al final lo más primario, es como sacarlo de dentro, desahogarte, darle forma y crear. Pero luego ver cómo esa canción se va transformando, también. A mí me gusta estar presente, pero no soy la que está a los mandos. Siempre me rodeo de productores maravillosos, con mucho talento y que escuchan, que creo que eso también es muy importante.
--Escribió ‘Tomando tequila’ tras una ruptura y después de darse cuenta de que no estaba triste. ¿Tenemos una concepción equivocada del amor?
--Puede ser. Y yo creo que nos pasa mucho de decir, “acabo de pasar por esto, que se supone que es tan terrible y no estoy tan mal”. Realmente yo me di cuenta de eso. La reflexión que hice fue: si pudiese volver a antes del verano y no vivir esta historia para ahorrarme este sufrimiento no lo haría. Prefiero haberlo vivido, estar pasando por esto, aprender de ello y hacer una canción después de haber vivido esa cosa bonita que ha durado lo que ha durado.
--La canción tiene un videoclip muy original.
--Sí, es un vídeo casi interactivo, el espectador forma parte del videoclip y en muchos casos se puede sentir hasta el director. Aparece una flechita que te dice hacia dónde girar la pantalla, entonces tú vas haciendo giros de hasta 360 grados con el móvil y jugando con la imagen.
--¿Cómo surge?
--Tenía claro que quería que fuese un vídeo en formato vertical porque después de la cuarentena, de tanto Tik Tok, tantos stories de Instagram y tanto contenido en vertical, me sorprendía que no hubiera videoclips que se consumieran así. Y luego, viendo referencias, se nos ocurrió esto de los giros y de hacer al espectador que forme parte del videoclip.
--Una idea arriesgada.
--Sí, de hecho, hicimos como un tutorial que sacamos antes donde enseñábamos a ver el vídeo. Mucha gente no ha sido capaz de verlo bien a la primera, pero también se han picado y lo han visto una segunda. Era arriesgado porque hay medios como la televisión donde no se puede ver, pero creo que en arriesgar e innovar es donde está la gracia.
--En ‘Vivo en un fin de semana’ pone a cantar a sus amigas. ¿Por qué contar con ellas?
--Mis amigas siempre me estaban diciendo que las pusiera a hacer coros en mis canciones, aunque ellas no son cantantes. Un día las invité a casa y, después de un par de copitas de vino, las hice pasar al estudio de mi casa y les dije lo que tenían que hacer. Por eso en la canción se escuchan copas brindando y se las escucha diciendo tonterías todo el rato. Nos lo pasamos muy bien y esa canción para mí en el EP es como un tesoro porque guarda esa noche tan divertida.
--En esa canción dice "A cualquiera que me quiera, creo que yo me quiero más”. ¿Qué importancia le da al amor propio?
--Mucha. El disco anterior, El camino que no me llevó a Roma, es un disco conceptual que parte del amor dependiente y de sentir que necesitas a tu otra mitad. Pasa por la tragedia en la que todo se va a la mierda y después terminas en el amor propio. Encontrarte, perdonarte y quererte es algo complicado, pero todos lo deberíamos trabajar.
--Dice que han cambiado sus preocupaciones y prioridades. ¿Qué le preocupa ahora?
--Me preocupa volver atrás en todo esto que estamos avanzando de levantar restricciones y la salud de todo el mundo. No me gustaría que tuviésemos que volver a meternos en casa o que los conciertos pasaran por más problemas. Sobre todo, la gente que se dedica a la música en directo lo está pasando muy mal, no está siendo nada fácil y se están alargando mucho estos meses malos.
--La salud mental es un tema que se puso sobre la mesa con el confinamiento. ¿Le preocupa?
--Sí. De hecho, en los conciertos menciono cómo con la pandemia me he tenido que forzar casi a permitirme días malos. Antes me llenaba de trabajo y no me enfrentaba a ciertos problemas a los que te tienes que enfrentar y que tienes que reflexionar. A lo mejor tienes que pasarte dos días en la cama llorando y te lo tienes que permitir porque no somos perfectos. Si no eres capaz al día siguiente de salir de la cama para comerte el mundo, tienes que ir a terapia y tienes que cuidarlo. Ahora mismo, como digo en los conciertos, las herramientas naturales que tenemos para combatir la ansiedad y la depresión no las hemos podido poner en práctica, como las relaciones sociales, salir a hacer deporte y comer bien. Es el momento de pararse y mirar porque creo que muchos estamos saliendo un poco perjudicados. Pero es como el que tiene un resfriado, es ir a tratarlo con terapia o medicación.
--Llama mucho la atención que es un EP de solo cinco canciones. ¿Se ha dejado llevar por la inmediatez de la industria musical o quería esas cinco en concreto?
--Es un poco de las dos. El camino que no me llevó a Roma salió hace un año y no le he podido dar la segunda vida que necesitan las canciones en los conciertos y gritarlas con mi público en directo. Yo no quería enterrar ese trabajo todavía. Para mí está muy presente todavía el álbum anterior y quiero que sea así para los próximos conciertos. El formato del EP me gustaba porque no era simplemente soltar un par de canciones, sino hacer algo un poquito más contundente.
--Se tiñó el pelo de rosa para lanzar el EP. ¿Qué importancia le da a la estética?
--Creo que ahora la música se consume también por los ojos y que hay que tener una estética que acompañe a esas canciones. A mí me apetecía mucho ponerme el pelo rosa desde hacía tiempo, pero con el disco anterior, como era conceptual, no quería salirme de la imagen que teníamos ya trabajada. Con este, que era un disco alegre y necesitaba color, vi que era el momento.
--Nació de forma natural en las redes sociales. ¿Cómo ha ido cambiado su relación con ellas?
--Me es muy natural el hecho de expresarme por redes, entender el lenguaje y los tiempos de cada una. En cuanto al tema de los haters, me siento muy afortunada porque no suelo recibir muchos mensajes malos o negativos y, cuando aparecen, tengo un ejército maravilloso de gente que se los comen. Las redes son un arma de doble filo. Bien utilizadas, son una muy buena herramienta para acercarte a tu público, conocerlo y saber qué es lo que quiere. Pero a veces también hay que saber que las redes no son la realidad, que nadie es tan perfecto como muestra ahí, ni tan feliz. Es importante no obsesionarse con ello. Hay que saber dejar el móvil a un lado cuando hace falta por la salud mental.
--¿Cómo vivió durante el confinamiento el hecho de estar alejada de su público?
--Bueno, como todos, supongo que había días malos y días peores. A mí en el momento no me importaba cantarle a una cámara, porque llevaba toda la vida haciéndolo. Yo estuve haciendo vídeos para Youtube tres o cuatro años y esa parte no era tan rara para mí. Me abrí un canal de Twitch, hacía Tik Tok... descubrí otras plataformas que me permitían comunicarme con mi público y compartirles mi música adaptándonos a los tiempos que eran. Por supuesto, nada que ver con un concierto en directo, pero mucho más cercano y cálido que Youtube, por ejemplo, que es soltar el vídeo e ir viendo cómo suben las visitas. En Twitch te llegan comentarios al momento, puedes tener una mejor calidad y puedes crear una comunidad preciosa.
--¿Cómo vivió el regreso a los escenarios?
--Con ilusión y ganas. De hecho, el primer concierto fue en La Riviera, presentando el álbum anterior. Es verdad que, con distancias, con mascarillas, la gente sentada, por supuesto la cultura es segura siempre. Y a lo mejor en las dos primeras canciones estábamos todos un poco descolocados, pero luego fue natural. La energía que vibra en una sala cuando todo el mundo está latiendo a la misma vez con una canción es algo que un directo de Instagram jamás te va a ofrecer y que sale tan de dentro que no se olvida. Ahora estoy haciendo unos conciertos en un formato un poco más cercano, con mi guitarra, que invitan también a estar sentados. Me gusta porque puedo mirar a los ojos al público, nos cantamos igual las canciones y disfrutamos igual.
--¿Qué planes tiene para los próximos meses?
--Ojalá poder ir haciendo conciertos con aforos un poquito más grandes e incorporando músicos al escenario conmigo, que estoy deseando subirme con toda la banda. Me encantaría ir a Latinoamérica y, por supuesto, seguir haciendo música.