La vida de la vocalista Rosalía no es tan perfecta, ni exclusiva, como ella quiere aparentar. Y es que la catalana presume de un lujo que no se puede permitir.
Tanto es así que la cantante engaña a sus seguidores, de forma sistemática, haciendo creer que viste ropa de alta costura, cuando en realidad se trata de ropa de imitación y mala calidad.
Rosalía se viste con toallas de playa
La catalana sabe muy bien cuando tiene que aparentar ser una niña rica. Y es que en las dos apariciones más importantes que ha hecho en lo que va de año, en el festival de Coachella y en el festival marroquí Mawazine, Rosalía se ha embutido en unos chándales, supuestamente hechos por la firma francesa de lujo Louis Vuitton.
Y decimos supuestamente porque, después de un duro trabajo de investigación, hemos descubierto que se trata de una gran mentira. Rosalía no viste de Louis Vuitton, sino que viste de Etai Drori, un artista que solo trabaja bajo encargo y que se dedica a confeccionar todo tipo de prendas y complementos, a base de toallas de playa, en los que estampa los logos de los grandes diseñadores.
Rosalía también viste con pieles de animales
No solo las toallas de playa son el material fetiche de la cantante catalana para subirse a los escenarios. Y es que la vocalista también apuesta por los chaquetones hechos a base de pieles de animales. Unas prendas carísimas, aunque se las prestan gratis para que haga promoción en sus redes sociales y ella pueda llevarse una buena tajada económica, aunque no tan elevada como para comprarse ropa de alta costura o, Aute Cuture, como diría ella.
De hecho, los pasados días 7 y 8 de julio fue cuando Rosalía se convirtió en el blanco de todas las críticas por lucir, en su cuenta de Instagram, hasta tres chaquetas diferentes, una blanca, una rosa y una naranja, de la firma danesa Saks Potts y que usa, además de material sintético, piel de cordero y pelo de zorro. Ahora entendemos por qué Rosalía compuso su tema en catalán Fucking Money Man, porque, por un día, quería sentirse especialmente rica y poderosa, algo que se ha demostrado que, luciendo ropa de mercadillo, no es.