Algo más que un ritual o ir a un bar a tomar algo. Aflojarse la corbata, quitarse la chaqueta y olvidarse, al menos hasta el día siguiente, de las obligaciones o preocupaciones laborales. Tomarse una cerveza, un vino o un cóctel con alguna tapa después del trabajo es todo un protocolo ideal para desconectar junto a los compañeros de trabajo.
Pero no se trata solo de beber, sino de favorecer un buen ambiente con el resto del equipo en un espacio que no sea la oficina. Y para ello, estos son algunos de los mejores espacios para practicar el arte del afterwork en la ciudad condal.
El origen del afterwork
En el mundo anglosajón, en ciudades como Londres o Nueva York, es donde surgió este término con el que se recreaba el fin de la jornada de los oficinistas cuando llegaban las 17.00 horas y se refugiaban en los pubs o bares de alrededor de su trabajo. Un par de horas de animada charla ,antes de que cada uno se fuese a su casa no solo para beber, sino para socializar entre compañeros y crear un buen ambiente de trabajo en un espacio más distendido que una sala de reuniones a primera hora de un lunes.
Una escena que ha traspasado la pequeña pantalla y que ya no solo se ve en series de televisión como Sexo en Nueva York, Friends o Cómo conocí a vuestra madre. Es un fenómemo que se ha extendido a nivel internacional y que empezó a ser disfrutado por la generación millenial: trabajadores de entre 25 y 35 años que trabajan horas y horas y tras el fin de su jornada, sobre todo los jueves y viernes, tienen ganas de compartir un rato de ocio y una copa con sus compañeros de ordenador.