La vida de los antepasados que habitaron Europa hace unos 40.000 años es posible gracias a los ejemplos que hoy se pueden admirar en algunas de las cuevas prehistóricas con lo mejor del arte rupestre que salpican la geografía española. Concretamente, estos ejemplos de lo que era la vida de los primeros habitantes se pueden contemplar hoy, especialmente en la zona de la cornisa cantábrica, haciendo un recorrido turístico por estas cavidades que dan un salto en el tiempo para conocer buena parte de la Historia de la Humanidad.
Es el caso, por ejemplo, de las cuevas de Altamira que son consideradas, por los expertos e investigadores, como el summum en esto del arte de hace miles de años y que, debido a su lógica y necesaria conservación, solo se muestra una réplica de lo que era el modo de vida de estos primeros pobladores.
La vida en la Prehistoria
Aunque no existe una cronología como tal del tiempo que duró esta etapa de la Historia, la mayor parte de los expertos coinciden en apuntar que la Prehistoria discurrió entre la aparición de los primeros homínidos hace más de 2 millones de años hasta que se produjo el nacimiento de la escritura en el año 3.500 a.C. Un vasto periodo de tiempo que a su vez se subdivide en otras tres etapas como es el caso del Paleolítico, el Neolítico y Edad de los Metales.
La mayoría de los iconos y dibujos que hoy en día se pueden ver en estas cuevas subterráneas sirven para que, en pleno siglo XXI, se conozca cómo era la vida entonces. Una vida en la que se dedicaban a tareas de recolección de frutos, a la caza de animales como mamuts, caballos, ciervos, bisontes, renos... y a la pesca. Además, muchos de los utensilios que se empleaban entonces guardaban relación con esas tareas de subsistencia al llevar una vida prácticamente nómada de un sitio a otro en busca de alimento.