¿Días libres? ¿Necesidad de aire puro y desconectar, aunque sea a unos kilómetros de casa? La respuesta es visitar la comarca de Solsonès. Un bello paraje natural en pleno centro de la comunidad y que pertenece a la provincia de Lleida. Más concretamente, este rincón de lo más especial para protagonizar una escapada en plena primavera se extiende desde las mismas faldas del Prepirineo de Lleida hasta la zona del altiplano de la Segarra.
Un vasto terreno repleto de valles que, precisamente, guardan la mayor parte de un encanto que no solo es natural. Esta comarca puede presumir de contar con interesantes ejemplos de su tradición patrimonial y arquitectónica como es el caso de la catedral o el Palacio Episcopal que se encuentran en el municipio que sirve de capital de la región, Solsona.
Pegados a la tierra
En esta escapada, uno puede conocer de primera mano una comarca que, desde hace siglos, se ha dedicado a varias actividades económicas en una clara relación con esa misma tierra. Así, mientras en el norte del Solsonès, la principal ocupación tiene que ver con las explotaciones ganaderas y forestales, la parte más al sur destaca por sus amplias extensiones donde se cultivan todo tipo de cereales.
Una economía a la que en los últimos años se ha unido un importante despegue de todo lo que tiene que ver con el turismo rural en la zona. En este sentido, no son solo esos parajes naturales, también la capital antes mencionada concentra buena parte de los visitantes que se acercan a descubrir este rincón que en algunos tramos parece sacado de un cuento medieval.
Pasado medieval
No es casualidad esa alusión a siglos pasados si uno echa la vista atrás para conocer la historia de la comarca del Solsonès y donde el siglo XVI fue clave para la zona. Es el momento en el que su capital, Solsona, acoge la sede del nuevo obispado y recibe el título de ciudad. Una ciudad donde hoy en día se pueden ver esos vestigios de antaño en forma de calles empedradas, portales históricos, plazas, ágoras y casas palaciegas en la que también se conoce como Ciutat de la Calma.
Pero hay mucho más para ver sin salir de esta ciudad. Es el caso de su catedral de Santa María de estilo románico y que lleva al turista hasta el siglo XI, la iglesia de Sant Llorenç de Morunys o el Museu Diocesà i Comarcal ubicado en el Palacio Episcopal. Y para ejemplo medieval, nada como la cercana localidad de Cardona a menos de media hora en coche desde Solsona y que destaca por su castillo en lo alto de una loma. Dicen de él que forma parte del conjunto defensivo medieval mejor conservado de toda Cataluña.
Era megalítica
Pero antes o después de dejar Solsona, una de las paradas obligatorias por esta comarca lleva al visitante a muchos siglos atrás. Más allá del Medievo antes mencionado. Dicha parada se localiza en el municipio de Castellar de la Ribera, conocido en la zona por albergar abundantes restos de la época Megalítica.
Para verlos en detalle, nada como acercarse a la necrópolis de Ceuró, donde se pueden contemplar todavía hoy tumbas entre senderos y caminos que son mudos testigos de esa era pasada. Y si lo que uno busca es hacerse una fotografía para el recuerdo con un dolmen de fondo, lo más recomendable es desviarse hacia la localidad de Pinell que todavía ofrece ejemplos de estas moles de piedras en las necrópolis de Clots del Solà y Llor.
Naturaleza en estado puro
Dejando por un momento la riqueza artística de la comarca, concentrada en su principal población, si por algo destaca esta comarca de Lleida es por su entorno natural. Un espacio en plena naturaleza que no solo resulta bello, sino que sirve de cobijo para hacer todo tipo de actividades y excursiones al aire libre. Nada mejor para desconectar unos días y si no se puede ir mucho más lejos por cuestiones lógicas.
Actividades para toda la familia como practicar senderismo por el único e impresionante Vall de Lod, caminar por la sierra de Busa o acercarse hasta el pantano de la Llosa del Cavall. Y para que las fuerzas no fallen entre paso y paso (también se pueden hacer rutas en bicicleta); nada como probar algunos de los productos más típicos de la gastronomía local como los embutidos, los quesos caseros o una tapa de la apreciada patata del Solsonès.