Un palacete situado en la parte alta de Barcelona, en el barrio de Sarrià, es la vivienda a la venta más cara de Cataluña. Desde diciembre del pasado 2019, sus dueños piden por ella 14 millones de euros sin encontrar comprador, aunque sus características bien lo valen.

La mansión cuenta con 1.350 metros cuadrados de superficie y 2.000 metros de parcela, dispone de siete habitaciones, seis baños, una gran piscina y toda clase de lujos: está repartida en tres plantas, goza de un recibidor señorial con una amplia escalera de color mármol digna de película, una capilla religiosa y una sala de cócteles

Fachada del palacete de Sarrià / IDEALISTA

Un precio a la altura de muy pocos

 

El portal inmobiliario Idealista ha analizado el mercado de la vivienda en Cataluña y sitúa el palacete de Sarrià a la cabeza en cuanto al precio de venta. Se encuentra en el paseo de Reina Elisenda de Montcada, en el barrio de Sarrià (Barcelona), justo al lado del consulado de Estados Unidos.

La inmobiliaria Lucas Fox, una de las encargadas de intentar vender la mansión, la ha tasado en 14 millones de euros. Dadas sus características, el precio por metro cuadrado de la residencia es de 10.370 euros. Y, según los cálculos de Idealista, una hipoteca saldría a unos 35.486 euros como cuota mensual de abono.

Uno de los salones de la mansión / IDEALISTA

Todo tipo de lujos y detalles

Junto a las numerosas habitaciones, los baños y demás, el inmueble cuenta con múltiples terrazas, garaje con varias plazas y trastero. Como otras grandes casas de la época, la finca también tiene una pista de squash, extensos salones de inspiración art déco y grandes lámparas de cristal.

La planta baja del palacete, ya reformada / IDEALISTA

La altura del palacete le permite disfrutar de las vistas al mar, tiene detalles de época de principios del siglo XX y un recibidor elegante. La planta baja está completamente restaurada y cuenta con un apartamento adicional para invitados. Además, cuenta con un alto sistema de seguridad como se observa en las múltiples cámaras fijadas en la fachada de la vivienda, a pesar de los elevados muros que la rodean para privacidad de los inquilinos.