La montaña es un lugar muy querido por la paz y tranquilidad que allí se respira. El turismo rural ha distorsionado mucho esa idea, pero todavía existen lugares en Cataluña donde aislarse es posible.
Los Pirineos tiene espacios apartados del mundanal ruido, sin necesidad de tener un difícil acceso, como mucho, largas horas en coche para llegar. El trayecto, en cualquier caso, vale mucho la pena.
Aislamiento y tranquilidad
Uno de estos pueblos aislados de Cataluña se encuentra en el Ripollès, una de las comarcas más polémicas de los últimos años. Allí se esconde un pequeño pueblo de tan sólo 20 habitantes que, a pesar de sus reducidas dimensiones, es considerada Patrimonio Arquitectónico de Cataluña: Beget.
Vacas pastando tranquilamente, ovejas disfrutando del sol y bosques de robles, abetos y hayas son el escenario que uno ve al acercarse a las inmediaciones del municipio. Un paisaje bucólico que en pleno invierno combina el verde con el blanco de la nieve.
Historia
Beget está detenido en el tiempo. Concretamente en el medievo. Esto lo hace entrar en cada año en la lista de los pueblos más bonitos de toda España. Sus estrechas calles, sus casas de piedra y su entorno ayudan a tener este reconocimiento.
También ayuda, que entre las paredes y las calles del pueblo están impregnadas de su historia. Aquella que la hizo ser uno de los puntos más importantes de la zona. En 1860 llegaron a estar censadas allí 1.300 personas censadas.
Qué ver
Las piedras que dan forma a sus calles se elevan hacia las casas compuestas de madera y piedra picada. Construcciones robustas para enfrentar los fríos inviernos desde antes del siglo X hicieron que en 2016 fuera declarada Bien de Interés Cultural.
La iglesia de San Cristóbal también ayuda a ello. Esta edificación del siglo X, un claro ejemplo del románico prepirenaico, guarda un tesoro en su interior: la Majestad del retablo del altar mayor, una obra de arte que ve pasar los años desde el siglo XII. Asimismo, su torre del campanario, de 22 metros de altura, impresiona con sus cuatro pisos desde los que se puede contemplar casi todo el pueblo.
Dónde dormir
Dar una vuelta por el pueblo es fácil y rápido. Apenas cuenta con tres calles, pero tan llenas de encanto que uno desea quedarse allí para gozar de la paz y tranquilidad cobijado por la naturaleza.
Quien quiera quedarse allí tiene hasta dos hostales que acogen al visitante que tenga ganas de un poco de relax y conectar con un entorno privilegiado.
Entorno único
Dos ríos cruzan el pueblo a pesar de su reducida extensión. Dos ríos que obligaron a construir dos puentes que son directamente, vestigios arquitectónicos de suma belleza. Desde allí, se puede acceder a la cascada de Roca de Finestres, un impresionante salto de agua, que hace las delicias de los amantes del senderismo.
Si uno quiere seguir explorando, debe perderse por las callejuelas estrechas. Por allí se encontrará con plazas que se abren a lugares clave de la época medieval, la iglesia, las fuentes, el horno, la torre del reloj…
Cómo llegar
Más allá de sus límites, queda todo. Para empezar, la ermita del Remei, más conocida como la capelleta, por sus pequeñas dimensiones. Se trata de una reducida edificación de los siglos XVII y XVIII que se encuentra en la carretera entre Oix y Beget (Girona).
Llegar hasta allí es menos difícil de lo que uno piensa. Si se sale de Barcelona, se trata de seguir la C-17 y desviarse hacia la C-38 al llegar a Ripoll. Una vez pasado Camprodón, el visitante sólo debe salir por la GI-5223 siguiendo los indicadores que llevan a Beget.