Las gárgolas de la catedral de Notre Dame de París son, tal vez, las más famosas del mundo. No son las únicas que existen en las diferentes iglesias que hay en el mundo. De hecho, hay algunas, como la de Girona, cuya leyenda nada tiene que envidiar a las de la novela de Victor Hugo.
Los que se hayan acercado a la catedral de Girona, aunque sea para ver un escenario de Juego de Tronos, se habrá dado cuenta de que, más allá de las escaleras, sobresalen una figura de lo más curiosa. Es una gárgola, pero su forma humana le ha dado el apodo de bruja. Un dato que ya la hace distinta a las que se pueden ver en otros templos.
La leyenda de la bruja
Mientras en el resto del mundo son monstruos o extrañas formas vegetales las que rodean las iglesias, los responsables de la construcción de la iglesia de Santa María optaron por colocar una mujer con la boca abierta cerca de la torre de Carlomagno. ¿Por qué?
Hay varias versiones que explican las razones de la aparición de esta figura femenina cubierta con una toga y un papiro en las manos. La mayoría hablan de la existencia de una bruja. Lo vamos a dejar en una mujer que, según se cuenta, lanzaba piedras a curas, canónigos y otros religiosos cuando hacían la procesión de Corpus.
¿Un espíritu en la catedral?
Esta práctica se convirtió en algo habitual y repetido en el tiempo, no sólo en Corpus. Cada vez resultaba más molesto y, no se sabe si por petición o por la llamada cólera de Dios, éste la castigó y la convirtió en una piedra que apareció, además, incrustada a la iglesia. ¿Intentando huir?
No se sabe, pero lo cierto es que algo de eso hay en otras versiones que justifican la presencia de esta y otras gárgolas como espíritus malignos que, cuando hay ceremonias tratan de salir huyendo ante el poder de Dios. ¿Sería la llamada bruja una de ellas?
Una explicación sin fantasmas
Todo es posible, o no. Lo cierto es que esta curiosa escultura tiene algo de mucho más práctico, ayuda a recoger agua de la lluvia y apartarla de la fachada, para evitar, en la medida de lo posible, que queda afectada por la humedad y quede deteriorada. ¿Más lógico? Puede ser, aunque no impida que las paredes se mojen ni que esa agua caiga a chorro en días de tormenta sobre el que pasa por debajo de la torre de Carlomagno.
En cualquier caso, la leyenda de la gárgola de Girona aporta un toque misterioso a la par que poético a una figura desconcertante. Una obra escultórica que despierta la curiosidad del visitante de la ciudad y la catedral y que sirve de pretexto perfecto para visitar esta hermosa ciudad.