Una pasión puede cambiarte la vida. Que se lo digan sino a Rafael Roig, un vecino de Lloret de Mar que a los 48 años, dejó la obra para dedicarse a lo que más le gustaba: las motos. Pero no de cualquier modo.
De los 14 a los 48 años, este catalán se dedicó al mundo de la construcción, pero hace cinco años sintió que necesitaba un giro en su vida para dar rienda suelta a su pasión.
Una pasión sobre ruedas
Amante de las motos clásicas se dio cuenta de que tenía los conocimientos necesarios para repararlas y hacer un favor a los que tienen la misma afición. Así que, tras pensárselo mucho, montó su propio taller.
Encarnado, como le gusta que le llamen, se mudó a Lleida y empezó a trabajar de algo que realmente le gusta. Ahora, su taller, Restaura la Moto, es el único de toda Cataluña dedicado única y exclusivamente a la restauración y reparación de motos antiguas.
De la construcción a la restauración
El cambio de vida ha resultado un éxito, aunque no niega que comporta algunas dificultades. "Los clientes me solicitan algo de lo que no son plenamente conscientes: activar el recuerdo. La expresión en sus rostros una vez que la motocicleta ha sido restaurada es simplemente impagable", asegura Roig a la ACN.
Lo que hace es aplicar la Carta de Turín, que establece las directrices para la utilización, mantenimiento, conservación, restauración y reparación de vehículos históricos, el taller se convierte en un espacio donde cada motocicleta recupera su esplendor original. Pero hay unos pasos previos.
Método exhaustivo
Cuando recibe los encargos, Roig realiza una exhaustiva investigación para determinar el tipo de restauración más adecuado a la moto que tiene delante. "No todas las motos necesitan ser restauradas", afirma.
Una vez que la moto ingresa al taller, es meticulosamente desmontada "pieza por pieza" para iniciar el proceso de restauración. Su método es el original restore, que se basa en la restauración y recuperación de los elementos originales. Es la piedra angular del trabajo, sostiene. De hecho, él siempre recomienda conservar las piezas de fábrica.
La parte más 'disfrutona'
Una vez finalizado su trabajo, llega la parte que más le gusta. Roig prueba la moto restaurada, recorriendo entre 10 y 15 kilómetros para asegurarse de que todo esté en perfecto orden.
El restaurador subraya que la mayoría de los encargos son vehículos cargados de recuerdos: motocicletas de la infancia, aquella que pertenecía a un ser querido fallecido y que se desea preservar, o incluso la utilizada como medio de transporte para paquetería.
Motos de otro nivel
Por su parte, Encarnado recuerda de manera especial la restauración de primeras marcas o aquellas que nunca antes habían pasado por su taller. Y, entre las joyas de la corona que han pasado por sus manos, destaca la Montesa B46, una de las dos primeras versiones lanzadas al mercado por la marca y conocida cariñosamente como la yaya de las motos.
En promedio, dedica entre uno y uno y medio años a cada restauración. En la actualidad, Encarnado se encuentra inmerso en la restauración de piezas únicas, como una Ariel de 1929 que casi alcanza el siglo de existencia, una Royal Enfield de 1939 y una clásica Vespa 150S, entre otros proyectos emocionantes.
Todos ganan
Los clientes están encantados, prueba de ello es que su fama llega más allá de Lleida. Obviamente, de allí son la mayoría de encargo, pero también recibe motos de gente procedente de otras partes de Cataluña e incluso de España como Girona, Mallorca, Valencia o Bilbao.
Pero los moteros no son los únicos que salen contentos. Roig ha conseguido con su cambio de vida hacer lo que más le gustaba. Reparar motos antiguas y subirse a ellas, ayudar y trabajar en lo que le gusta.