Las fake news pueden sonar a algo nuevo, pero circulan desde hace años. Siglos. Prueba de ello, es lo que se vivió a principios del XX en España y, más concretamente, en Barcelona.
Este 21 de enero, además de ser el día más frío del año, se celebra el centenario de la muerte de Lenin, una figura muy odiada y respetada por otros. En cualquier caso, el líder bolchevique de la revolución de octubre de 1917 que acabó con la instauración del comunismo en Rusia.
La base real
La historia cuenta que fue gracias a la ayuda alemana que Lenin se desplazó desde Zúrich hasta Finlandia, para iniciar desde allí el levantamiento bolchevique. Las noticias en España, en cambio, fueron otras.
Más de un medio llegó a afirmar algo muy distinta. Con la Primera Guerra Mundial en su máximo apogeo, los españoles permanecían neutrales, pero cada ciudadano tenía sus preferencias. Había movimientos revolucionarios y figuras como Trotsky estuvieron muy interesadas en la particular situación de Cataluña, caldero de la izquierda y el movimiento obrero.
¿Lenin en Barcelona?
Trotsky no estaba muy desencaminado. La prueba es que en 1917 hubo una huelga general y en Cataluña, ese mismo año, se organizó la llamada Asamblea de Parlamentarios mientras las Cortes permanecían cerradas. Y con todo ese hervidero saltó la noticia: Lenin iba a iniciar su particular revolución desde Barcelona.
Los hechos y la historia dieron fe de que eso nunca sucedió. Lenin nunca se acercó por aquí, por mucho interés que tuviera Trotsky en el movimiento obrero catalán. Eso sí, sirvió para poner en alerta a algunas facciones conservadoras y militares.
Un bulo para dos años
Lo más curioso es que, en 1919, una vez más con Cataluña caldeada --la huelga de La Canadenca, ubicada en el Paral·lel demostró la fuerza sindical--, esa noticia volvió a darse. Algunos medios llegaron a decir que Lenin planeaba una nueva revolución internacional del comunismo que se iba a iniciar en Barcelona. Una vez más, era falso.
Todas estas noticias no hicieron otra cosa que tensionar el ambiente, tanto que en 1923, Alfonso XIII aceptó el levantamiento militar de Primo de Rivera. Pero eso, ya es otra historia.