Pueblos abandonados, parajes insólitos y el alma de algo que en algún momento fue lo que ya no es. Gente que un día habitó estas villas e hicieron de estos pueblos, pueblos con vida, pero que ahora lo que queda no es ni la sombra de lo que fue. Son los pueblos olvidados que, tristemente, empieza a haber bastantes en toda España y Cataluña.
Como muestra un botón. El pueblo de Molinàs. Un núcleo de población deshabitado ubicado a 4 km del municipio de Colera, en Girona, en un valle a unos 100 metros sobre el nivel del mar; por el que pasa la riera de Molinàs.
El pueblo desgraciado
Molinàs se fundó en el 1773, año que llegó a tener un centenar de habitantes hasta que varias tragedias lo dejaron totalmente abandonado: las plagas de la filoxera de la vid, la necesidad de buscar trabajo en zonas de costa, la helada de 1956, la carencia de comunicaciones adecuadas y la perdida de muchas familias de su descendencia (porque se casaron con militares o guardias fronterizos).
Otra de las razones para tal auge fue la huida de muchas personas desde Colera a Molinàs para refugiarse de los bombardeos que asolaban el puente que comunicaba con Francia durante la Guerra Civil.
En 1945 llegaron a vivir seis familias formando un total de 23 habitantes. Todo esto llevó a que en el año 1970 muchos de sus antiguos vecinos siguieron acercándose a la zona para evitar que este pueblo cayera en el olvido.
Actualmente, existe una iniciativa de transformar el pueblo en una ecoaldea: una comunidad que persigue la sostenibilidad social, ecológica y económica. Sus principios se basan en el respeto por la naturaleza, el uso de energías renovables y el uso de materiales de construcción ecológicos basados en la bioconstrucción.
Esta iniciativa está promovida por la Asociación Olea de Molinàs y es un movimiento reciente. Además, cerca de Molinàs podrás visitar su castillo y la ermita de Sant Miquel de Colera.