Los pueblos de la Cataluña rural son parte de nuestra identidad y de nuestros orígenes más ancestrales. También, son parte de nuestra historia y gracias a ellos podemos recordar lo que pasó, lo que fuimos y lo que somos. El municipio del que queremos hablar hoy se encuentra en el Baix Empordà, en Girona.
La etimología del topónimo es incierta. En 1062 aparece por primera vez escrito bajo el nombre de 'Vulturis mortuii' (Buitre de la muerte) y en 1123 como 'Vulture mortuo' (El buitre muerto).
No estaba muerto, estaba de parranda
El pueblo se llama Ultramort (Ultramuerto o Ultramuerte en castellano) situado a unos 29 metros de altitud en el que se puede ver el río Ter y el término municipal tiene una extensión de 4,36 km cuadrados. Aseguramos que está bien vivo, aunque esté documentada del año 1046, con el nombre de Ultramorte.
El año 1316 pasó a formar parte del término del castillo de Rupià. Su dependencia duró muchos siglos ya que, en el siglo XVII, Ultramort formaba parte junto de Parlabá, de un municipio encabezado por Rupià.
En los siglos XVIII y XIX llegó a tener 340 habitantes. Perdió su independencia municipal y quedó agregado al municipio de Foixà; años más tarde la recuperaría, pero ya la pérdida de población iría in crescendo y no tendría solución. Dicho esto lo mismo sí que está un poco muerto, pero precisamente por eso no debemos dejar de visitar estos pueblecitos, que seguro encontraremos calles tranquilas con toques medievales.
No solo es un pueblo, también es un apellido
Además del nombre de un pueblo, es un apellido catalán que, sobre todo, perteneció a la clase alta. Como Juan Fel, natural de Ultramort, que obtuvo el privilegio de Ciudadano Honrado de Barcelona en el año 1668. Y Paulino Fel, burgués de Ultramort y Ciudadano Honrado de Barcelona, que figura en el Libro Verde del Brazo Militar de Cataluña, en el año 1699.
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