Si hay una cosa que nos gusta mucho a los españoles, y a los catalanes, es una buena fiesta y las fiestas de pueblo son una buena prueba de ello. Dónde todo el mundo se conoce, interactúa, queda con el vecino del quinto y rememora aquellos tiempos jóvenes en los que las noches eran más largas que los días.
La Fiesta del fuego en los Pirineos es uno de esos eventos que no te puedes perder, fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en el año 2015. Se celebra el 23 de junio, la noche de San Juan en la que es tradición hacer correr las fallas, en agradecimiento por las cosechas recibidas y para asustar a los malos espíritus, también con los míticos correfocs y fuegos artificiales que dan la bienvenida al verano.
La noche más corta del año
En la Fiesta del fuego, generalmente denominada con el nombre de fallas, los residentes de diferentes ciudades y pueblos del Pirineo llevan antorchas, desde las cimas de las montañas, para encender piras de construcción tradicional. Para los jóvenes, el descenso de la montaña es un momento muy especial que significa la transición de la adolescencia a la edad adulta. El festival es considerado un momento que ofrece un tiempo de regeneración y fortalecimiento de lazos, sentimientos sociales de pertenencia, identidad y continuidad, que incluyen danzas folclóricas y comidas comunales.
Este evento refleja la regeneración cíclica de vínculos familiares y sociales, promueve la cultura del voluntariado, la solidaridad y la hospitalidad y refuerza el sentido de pertenencia, la identidad y la continuidad de las comunidades pirenaicas. Emplea a la familia como centro de transmisión del elemento a las generaciones más jóvenes, con el apoyo de una red de portadores de la antorcha y otras asociaciones vinculadas a la fiesta.
Una fiesta en muchos sitios
En esta candidatura trasnacional participan Andorra, Francia y España, concretamente las Comunidades Autónomas de Aragón y de Cataluña. Las localidades en las que se practica esta fiesta en Cataluña son: Arties, Pont de Suert, Casós, Llesp, Barruera, Taüll, Boí, Erill la Vall, Durro, Vilaller en Senet, Alins, Isil, La Pobla de Segur, Bagà y Sant Julià de Cerdanyola. En Aragón son: Montanuy, Aneto, Castanesa, Bonansa, Laspaules, Sahún, Villarrue, Suils y San Juan de Plan.
La celebración de la fiesta de las fallas de los Pirineos es, en la actualidad, uno de los máximos exponentes del patrimonio cultural de la cordillera pirenaica y constituye, por lo tanto, un elemento cultural que reúne pueblos y valles de los Pirineos en una gran celebración de carácter transfronterizo.