Las ermitas son capillas o santuarios, que suelen ser pequeños, están situados en zonas despobladas y no suelen tener culto permanente, aunque están asociadas, algunas veces, a la religión. Hay tantas por Cataluña que te proponemos un recorrido indispensable: la ruta de las siete ermitas.
El Santuario de Nuestra Señora de Bellmunt se encuentra en el punto más alto de la sierra de Bellmunt, a 1246 m de altitud sobre el nivel del mar. Esta sierra, orientada de este a oeste, pertenece a los primeros contrafuertes del Prepirineo catalán y desde sus cimas se contempla la Plana de Vic, al sur, y una serie de cadenas montañosas que culminan al norte con el macizo de Rasos de Peguera, la sierra del Cadí y las cimas de Pedraforca y del Puigmal.
La ermita original contaba con una única nave del siglo XIII que acogía la pequeña capilla donde estaba la imagen de la Mare de Déu de Bellmunt. Posteriormente se le añadieron dos naves laterales para reforzar la estructura que conocemos en la actualidad.
Sube hasta las nubes
Es 'una ermita suspendida en el cielo' como escribió Jacint Verdaguer en sus versos de 'L’Emigrant'. Actualmente, el santuario, llamado en la comarca "de Bellmunt" o "Bellmunt" a secas, alberga un pequeño hostal y un restaurante, y se puede acceder desde San Pedro de Torelló, término municipal al cual pertenece, por una carretera asfaltada construida entre 1975 y 1985.
En el siglo XI, el conde de Besalú, Bernardo I de Besalú, cede el castillo de Sa Regañada, situado en este mismo lugar, a su hijo Guillem. Es la primera mención de una construcción, cuyos restos aún se encuentran frente al santuario actual, y que formaba parte de una línea de defensa que comprendía los castillos de Sa Regañada, Curull y Besora.
El castillo fue abandonado una vez perdido su valor estratégico, y en 1240 se hace mención por primera vez del santuario, aunque en 1219 ya se sabe de la existencia de una capilla dedicada a la Mare de Déu de Bellmunt. En 1392 se habla por primera vez de ermitaños que hacen colectas; en 1554 celebran una misa cada domingo y en 1557 se amplía la capilla y se construye una vivienda para el ermitaño y un albergue. A lo largo de los años sufre varias profanaciones (1822, 1835 y 1936) y diversos destrozos causados por las inclemencias del tiempo, hasta que en 1982 la Diputación de Barcelona emprende las reformas que han dado lugar al actual santuario, hostal y restaurante.