Girona no es sólo sinónimo de Costa Brava y verano. La provincia se extiende hace el interior y hace frontera con Francia. Los Pirineos se elevan allí hasta más de 2.000 metros de altura y ofrece unas vistas sobre el territorio sobrecogedoras.
El Pirineo oriental deslumbra con su belleza natural. Una comarca como el Ripollès, caracterizada por los valles del Ribes y Núria, suaviza un impresionante paisaje montañoso, adornado por majestuosas cumbres y cruzado por caudalosos ríos. Aquí, persisten estaciones de esquí de renombre como La Molina o Masella.
Más allá de las pistas
El encanto natural y paisajístico del Pirineo se complementa con las construcciones medievales que se erigen en lugares como Puigcerdá o Sant Joan de les Abadesses, así como la arquitectura típica de los pueblos de montaña, tal como la que se aprecia en Queralbs. Es precisamente en este último lugar donde centraremos nuestra atención.
Queralbs se caracteriza por su clima de alta montaña, notablemente más húmedo y frío que el régimen mediterráneo que prevalece en la región. Inviernos gélidos y veranos frescos y pluviosos definen su clima. Aquí, los amantes de la gastronomía pueden deleitarse con platillos montañeses tradicionales, como la suculenta sopa de pelotilla, carnes a la brasa, una mezcla de setas o manitas de cerdo. Además, los comercios locales ofrecen exquisiteces como la miel y dulces elaborados con productos de la zona.
La extensión y la Virgen
Queralbs se erige como el paradigma de un pueblo de montaña ideal en la comarca del Ripollès. Aquí se alza el icónico santuario de la Mare de Déu de Núria, mientras que en este rincón se encuentra uno de los pocos trenes cremallera del país, que conecta Ribes de Freser y Núria.
Este municipio, uno de los más extensos de Cataluña, abarca más de 93 kilómetros cuadrados. Su paisaje se destaca por las casas construidas en piedra y los característicos tejados de pizarra. La población misma se integra en las rocas de las montañas, solo accesible a través de una empinada cuesta.
Historia en piedra
Queralbs también atesora un valioso patrimonio románico, como la iglesia de Sant Jaume (siglo XII), con uno de los porches con arcos más notables de Cataluña. Asimismo, la iglesia de Sant Sadurní en Fustanyà, también de estilo románico (siglo IX), se encuentra en excelente estado de conservación y resulta de gran interés.
Los alrededores de este pintoresco pueblo rebosan de vida silvestre y vegetación alpina, albergando más de mil especies vegetales distintas. Gran parte de esta área se encuentra bajo la protección del espacio natural de Vall de Núria, desde donde se pueden emprender emocionantes excursiones de alta montaña, destacando la impresionante ascensión al Puigmal, un pico que se eleva a 2.913 metros sobre el nivel del mar.